Read Hollywood Babilonia Online

Authors: Kenneth Anger

Tags: #Historia, Referencia

Hollywood Babilonia (7 page)

BOOK: Hollywood Babilonia
5.27Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

No había transcurrido mucho tiempo, cuando Lolita ya actuaba como extra infantil y aparecía como el angelito flirteador en la secuencia "celestial" de
El Chico
, y más tarde como la virgen de
La clase ociosa
. Chaplin la ayudó mucho concediéndole papelitos sin frase. Con la llegada de los cheques endosados a nombre de su pequeña, la señora McMurray pudo renunciar a la tarea de servir mesas, dedicando todo su tiempo a la "educación" de su hija. Nana, semestre a semestre, sólo se preocupó de enseñar a su retoño una asignatura: cómo casarse con un millonario.

Lolita, a los doce, trece, catorce, quince añitos, y Chaplin, el gallo del corral, el halcón de presa, nunca demasiado lejos, observando a distancia cómo florecía el capullo. Y bien, Lolita se había desarrollado lo suficiente como para convertirse en una primera dama.

Chaplin se encontraba en los preparativos de
La quimera del oro
. ¿No era Lolita ideal para el personaje de la muchacha del salón de baile? Así lo creyó Chaplin; alborozadamente la señora McMurray coincidió. En marzo de 1924, Lolita firmaba el contrato brincando arriba y abajo y musitando alegremente: "¡Qué bien! ¡Qué bien!", mientras una complacida Nana la contemplaba. Ella comprendía que su hijita era menor de edad, pero no
demasiado
para no retozar por ahí con quien estaba instruyéndola en el arte interpretativo. (Lolita había sido ya sobradamente aleccionada por Nana sobre el personaje que debería interpretar para Chaplin.)

Con tan devota mamá a sus espaldas, Lolita, a los dieciséis años, se convirtió de la noche a la mañana en estrella de los Estudios Charlie Chaplin; su nombre fue colocado en la puerta del camerino que antes perteneciera a Edna Purviance, redecorado ahora al gusto de Nana.

Siguiendo una respetada tradición fílmica, su nombre había sido alterado y, a partir de ahora, Lolita pasaba a ser Lita, y el McMurray se convirtió en Grey (Gris era el color y el nombre del gatito de angora que Chaplin había regalado a su jovencísima estrella-querida, pues en amantes se habían convertido hacía escaso tiempo). El gatito acompañaba a Lita al Estudio Chaplin, como lo hacía la ambiciosa mamá, que jamás perdía comba.

La prensa ensalzaba hasta las nubes la aparición de la nueva luminaria, por su belleza, talento y "aristocráticas raíces hispánicas", y, cuando llegó el turno de que
La quimera del oro
comenzase su singladura ante las cámaras, previamente Chaplin había rodado ya millares de metros de Lita en la sala de baile. Fue un trabajo muy arduo. Porque, a pesar de la obstinación de Charlie, ella no sólo no se dejaba manejar, sino que además era muy difícil de fotografiar. Lo que Charlie creía ver en ella, un cierto encanto infantil, parecía evaporarse bajo los cegadores focos, y los trucos del director no servían de nada para devolvérselo. Chaplin comenzó a pensar que la aleteante presencia de la madre de la artista, Nana, hacía imposible que su capullo floreciera.

Entonces, cierto monótono día, en el decorado de la atiborrada sala de baile, bajo los reflectores, mientras Lita trataba por enésima vez de sacar adelante su tango, se llevó las manos al estómago y soltó un grito. De esta forma, los equipos técnico y artístico de
La quimera del oro
, incluyendo a su realizador, fueron informados de que se hallaba encinta.

En lo que se refiere a la señora McMurray, siempre a prudente distancia, el feliz acontecimiento se había anticipado. De modo que aquello le dio pie para montar su número, invocar a todos los santos españoles e incluso fingir un desmayo.

Las cosas marchaban de acuerdo con su plan: había llegado el momento de que el tío Edwin McMurray (por casualidad abogado de profesión) se entrevistase con Chaplin y le recordara que el sexo prematrimonial con una menor de edad era, según los estatutos, equivalente a la violación.

El subsiguiente matrimonio forzoso, consumado el 24 de noviembre de 1924, alimentó a los titulares bajo la definición de "escándalo anual de Hollywood". Aquél fue el bautismo de fuego de Chaplin. El trató de evitar el tumulto, pero cincuenta reporteros salieron en estampida tras la pareja cuando atravesaban la frontera de México en pos de una anónima y rápida ceremonia. En lugar de ello, se vieron obligados a practicar el juego del escondite en medio de una polvorienta ola de calor y con la amenaza de una fastidiosa horda de periodistas.

No había un solo lugar donde esconderse en la andrajosa ciudad de Empalme (Estado de Sonora) cuando en el recinto del Juez de Paz efectuaron su entrada Charlie Chaplin, de treinta y cinco años, y su embarazadísima novia de dieciséis, con todo el mundo pendiente de ellos. La madre y el tío de Lita también estaban presentes… para asegurarse de que el novio no pusiera pies en polvorosa. Lo que se dice toda una historia.

Los reporteros dieron fe de que, mientras los recién desposados trataban de abrirse paso a través de la nube de reporteros, Chaplin estaba lívido. Desviando las preguntas impertinentes con su mejor sonrisa, alcanzó su limusina e inició la huida dejando a los perros de presa mordiendo el polvo. Mientras el novio y su ninfa atravesaban la frontera, un escritor de la plantilla de Hearst, telefoneaba su exclusiva sobre la cacería de la boda a través de las llanuras.

A su regreso a Los Ángeles, se pudo escuchar a Chaplin, que se había sumado a un grupo de amigos presentes en el tren donde pasaba su luna de miel, hacer este comentario: "Bien, muchachos, esto es mejor que estar en la cárcel, pero no durará".

Cuando los titulares en primera página sobre Charlie y su niña-novia se esparcieron por toda la nación, Lita Grey, que llevaba alas en su corta intervención en
El Chico
y había rodado miles de metros inservibles a
La quimera del oro
, era ya tan conocida como cualquier estrella de Hollywood. Pero, a partir de su encinto matrimonio, hubo de "retirarse de la pantalla".

El alejamiento iba a brindarles, a Lita y al resto del clan de los McMurray, ciertas compensaciones. Nana trabajaba en la sombra para asegurarse de que la carrera cinematográfica a la que su pequeña había renunciado fuera reemplazada por algo más sólido. Ella y tío Ed calculaban que Chaplin poseía bienes por valor de dieciséis millones de dólares.

A su regreso a la mansión de cuarenta habitaciones en Beverly Hills, los recién casados fueron escoltados hasta el porche por Nana. Y como si encarnara una pesadilla, la suegra, señora McMurray, invitándose a sí misma, se instaló cómodamente en la casa…
durante dos atormentadores años
(la mamá política esgrimió como pretexto que Lita era una "criatura" incapaz de lidiar con todas las facetas de un hogar).

Los periódicos dieron cuenta del nacimiento de un niño, Charles Spencer Chaplin hijo, el 28 de junio de 1925, siete meses después del casamiento. Un segundo vástago, Sydney Earle Chaplin, vio la luz por primera vez el 30 de marzo de 1926, justo nueve meses y dos días más tarde. Para entonces, Chaplin ya no era dueño de su hogar. El clan McMurray, de Beverly Hills, había tomado posesión de la casa y el denominador común eran unas enormes y alborotadoras fiestas (con bebidas). En la noche del 1 de diciembre de 1926, Charlie que regresaba al hogar tras un difícil día de rodaje de
El circo
, se encontró con que otra carpa, pero de borrachos, se había adueñado de su refugio. Tuvo lugar la inevitable explosión y, tras un intercambio de palabras airadas, Lita empacó a sus nenes y se marchó seguida por el clan McMurray y su escolta de invitados ebrios.

Para cuando Lita hizo la petición de divorcio el 10 de enero de 1927, el diabólico plan urdido por la madre y la hija para sacar tajada de Chaplin y de su dinero se había debilitado y era demasiado tarde. El dúo dinámico renunció a los derechos sobre su presa por un precio: un millón limpio.

Durante los dos años de matrimonio infernal, la pequeña Lolita se había metarfoseado en una feroz Jantipa, siempre bajo la dirección de Nana. Cada movimiento de Chaplin en la casa, cada salida y entrada que oliese a pecadillo, cada observación liberal o sugerencia íntima, compartidas con su esposa en el tálamo, eran transmitidas de hija a madre y anotadas por ésta en su Gran Libro Mayor. Entonces Nana llevaba la evidencia a tío Ed, el abogado de la familia.

Cuando Chaplin se evadió, interrumpiendo su trabajo en
El circo
para refugiarse en el hogar de Nathan Burkan, su asesor en Nueva York, todas sus propiedades fueron embargadas por el equipo legal que encabezaba el tío Ed. Chaplin sufrió una depresión nerviosa y fue tratado en casa de Burkan por el doctor Gustav Tiek, un eminente especialista en tales desequilibrios. Vuelto a su estado normal, Chaplin creyó desfallecer al enterarse de que todo el país estaba virtualmente inundado de maliciosos artículos inspirados en sus dos años de matrimonio infernal.

Cuarenta y dos páginas impresas en forma de panfletos bajo el título de
Las quejas de Lita Grey
, fiel transcripción de las causas por las que Lita solicitaba el divorcio, mantuvieron en vilo a todos los pazguatos del país y, de paso, se vendieron miles de copias a razón de un cuarto de dólar semanales.

Según las
Quejas
, desde el primer momento de intimidad, "el Demandado jamás había sostenido relaciones matrimoniales con la Demandante en la forma acostumbrada entre marido y mujer". (Lo cual lleva a preguntarse cómo se las había arreglado ella para concebir.)

Casualmente había entre los textos un término latino,
fellatio
, que indujo a un buen número de jovencitas a indagar en los diccionarios. Al parecer, a la señora de Chaplin no le gustaba perpetrar este acto "anormal, contranatura, perverso, degenerado e indecente" (tal como fue descrito por los abogados de Lita), pese a que Chaplin la animaba con un "relájate querida, todos los casados lo hacen".

Durante los trámites del divorcio, los dos nenes fueron zarandeados ante el juez y los fotógrafos en una conmovedora demostración de amor maternal. Los agravantes en contra de Chaplin enumerados en las
Quejas
podían resumirse en cinco apartados básicos:

1. La Demandante había sido seducida por el Demandado.

2. El Demandado no consintió en casarse con la Demandada hasta ser apremiado y forzado a hacerlo y, siempre, reservándose la opción de divorciarse.

3. El Demandado había solicitado de la Demandante que se sometiese a un aborto nada más confirmarse su condición de embarazada.

4. Para precipitar el divorcio, el Demandante sometió a la Demandada a un calculador plan de cruel e inhumano tratamiento.

5. Las pruebas de estas acusaciones están suficientemente comprobadas por la inmoralidad de la conversación cotidiana de Charles Chaplin, así como por sus teorías relativas a las cuestiones más sagradas, a las que él no concedía el menor respeto.

Para ilustrar la acusación número 5, Lita citó numerosas conversaciones en las cuales Chaplin se expresaba frívolamente sobre la institución matrimonial y la legislatura sobre el sexo en el Estado de California. En sus persistentes esfuerzos por "rebajar y corromper sus impulsos morales, por aniquilar su código de decencia", Chaplin incluso leía a Lita trozos de un libro tan "depravado" como
El amante de Lady Chatterley
de D. H. Lawrence.

Otra tentativa de educar a la esposa, resultó igualmente denigrante:

"Por ejemplo, cuatro meses antes de la separación entre el Demandado y la Demandante, el Demandado sugirió que una jovencita con una reputación basada en la práctica de actos de perversión sexual, pasara la noche en el hogar. El Demandado le dijo a la Demandante que entre los tres podrían pasar juntos un rato estupendo." Lita dijo que, al rechazar ella tal proposición, Chaplin, exasperado le había gritado: "¡Uno de estos días vas a colmar mi paciencia y soy capaz de matarte!".

Por su parte, Chaplin hizo las siguientes declaraciones a la prensa: "Me casé con Lita Grey porque la amaba, y como peor se portaba conmigo, al igual que tantos otros tontos, más la quería. Me temo que todavía la amo. Me aturdió y estuve al borde del suicidio el día en que me dijo que ya no me quería, pero que deberíamos casarnos. La madre de Lita sugería constantemente que nos desposáramos; yo le contestaba que estaba dispuesto, a condición de que pudiésemos tener hijos, pues me consideraba estéril. Era su madre quien, continua y deliberadamente, ponía a Lita en mi sendero, alentando nuestras relaciones".

La reacción de la prensa no fue enteramente contraria a Chaplin. H. L. Mencken comentó en el "Baltimore Sun": "Los chaqueteros que hace seis semanas se deshacían con Chaplin ahora se disponen a bailar alrededor de la pira mientras él se quema; el artista está aprendiendo algo sobre la psicología de las masas… De un juicio público, que contiene acusaciones de tipo sexual, se ha hecho un Carnaval que alcanza a todos los Estados Unidos de América…".

La pandilla de Lita se apercibió de un giro en la tormenta a favor de Chaplin, de modo que decidieron jugar la última baza. Amenazaron con desnudar en el Tribunal a "cinco primerísimas figuras cinematográficas" con quienes Charles, durante su matrimonio, había mantenido relaciones íntimas.

Aquello precipitó el desenlace. Para evitar que los nombres de esas actrices fueran involucrados en el caso (particularmente el de Marion Davies, que había ofrecido refugio a Chaplin en su casa de la playa durante numerosas noches, cuando las cosas se ponían feas en el hogar), Chaplin capituló. Se llegó a un acuerdo en dinero contante y sonante, y Lita cambió sus sensacionales "quejas" por una simple acusación de crueldad mental.

El 22 de agosto de 1927, tras una actuación de veinte minutos en el estrado, Lita era recompensada con seiscientos veintiocho mil dólares, y un vacilante Chaplin regresaba a Hollywood para reanudar su labor en
El circo
, interrumpida durante un año a causa del litigio. Estaba nuevamente soltero, pero había llegado a convertirse en un amargado payaso que confesaría a Rollie Totheroh, su operador: "Todo lo que he tenido que pasar me ha envejecido diez años".

Para retomar su personaje, Chaplin se vio obligado a teñir de oscuro sus cabellos; como el superviviente del Maelstrom, su encuentro con Lilith-Lita le había hecho encanecer.

Por lo demás, sólo fue una consecuencia lógica que Lita se repartiese el botín con la directora del espectáculo: Nana.

El coche fúnebre de William Randolph
BOOK: Hollywood Babilonia
5.27Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Delta-Victor by Clare Revell
A Dangerous Mourning by Anne Perry
A Ship Made of Paper by Scott Spencer
Holding the Zero by Seymour, Gerald
Murder in Plain Sight by Marta Perry
Unknown by Unknown
Pinky Pye by Eleanor Estes
A Regency Christmas Pact Collection by Ava Stone, Jerrica Knight-Catania, Jane Charles, Catherine Gayle, Julie Johnstone, Aileen Fish