Intrépido (25 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Intrépido
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—¿Obligada a ponerse a cubierto? ¿Tanta resistencia síndica queda en esa base? —inquirió Geary.

—No, señor. —Carabali parecía estar haciendo esfuerzos para no soltar un gruñido—. Si en un principio nos dirigimos hacia el búnker fue porque estábamos persiguiendo a unas fuerzas síndicas. Pero cuando nos disponíamos a salir de allí, la zona en la que nos encontrábamos comenzó a ser bombardeada por una de nuestras propias naves.

La
Arrogante
. Bombardear una zona ocupada por nuestra propia gente. ¡Qué actitud más estúpida para un comandante de navío!

—¿Han perdido a alguien? —musitó Geary.

—Pues demos gracias a nuestros antepasados, señor, porque no hubo bajas —se felicitó Carabali.

—Estupendo. —Aunque, si hubierais perdido a alguien, había sido capaz de hacer ahorcar a ese inútil de la
Arrogante
—. ¿Tiene usted alguna idea de sobre qué estaba disparando la
Arrogante
?

—Tenía la esperanza de que usted lo supiera, capitán Geary —comentó Carabali lentamente.

A Geary casi se le escapó una sonrisa al escuchar aquellas palabras tan comedidas, pero consiguió mantener la compostura, sabedor de que probablemente Carabali no se encontraba todavía de humor como para reírse de la situación.

—No. Mis disculpas por el tiempo que hizo falta para conseguir un alto el fuego por parte de la
Arrogante.
Me aseguraré de que se toman las medidas necesarias para que no se vuelvan a repetir situaciones como esta —prometió Geary.

—Gracias, capitán Geary. El comandante Jalo me ha comentado que habló usted con él para preguntarle por la situación de los prisioneros.

—Correcto. —Geary hizo una pausa, preguntándose cómo debía formular la siguiente idea.
¿Planeaba usted asesinar a sus prisioneros, coronel?
—. No sé cuál ha sido hasta ahora el procedimiento habitual concerniente a los prisioneros.

Los ojos de Carabali se hicieron más pequeños.

—El procedimiento habitual hasta ahora ha consistido en llevarlos hasta la flota, señor. —Su tono y su postura indicaban claramente que Carabali le estaba lanzando un mensaje entre líneas a Geary.
Estoy segura de que sabes lo que hace la flota con ellos una vez que dejan de estar bajo nuestro poder.

Aquel intercambio de pareceres logró que Geary se enervase de nuevo. ¿Cómo se atreve esta tía a hablarme con esa superioridad moralista? Tiene toda la pinta de que los infantes de Marina se mantienen al margen de esta matanza de prisioneros limitándose a mirar hacia otro lado. Esa manera de actuar no es que sea la más cabal que digamos, aunque así sigan manteniendo las manos limpias. Algo de crédito tendré que concederles por eso. Sin embargo, el capitán se limitó a decir:

—Bueno, pues eso ha cambiado —estipuló el capitán—. Ustedes seguirán siendo responsables de los prisioneros y se ocuparán de encontrarles el acomodo necesario en alguna zona que permita satisfacer las necesidades vitales básicas y que les dé opción de solicitar que los rescaten una vez que nos hayamos marchado.

La expresión de Carabali cambió por completo.

—Tenía entendido que la base debía ser destruida por completo, señor —recordó la coronel.

—Se les dejará suficiente espacio, comida, agua y material de reanimación para mantener a los prisioneros con vida hasta que sean rescatados. También se les proporcionará un mecanismo primario de comunicación básica con el mundo habitado de este sistema, así como otro mecanismo de reserva por si falla el primero.

Geary recitó aquellas exigencias con una facilidad tremenda. No en vano, hubo un tiempo en el que todo el mundo tenía que sabérselas. Es más, era preciso que todos los oficiales las conocieran bien.

—Los prisioneros quedarán bajo nuestra custodia y serán tratados conforme a lo estipulado en el derecho de la guerra hasta que nos marchemos. ¿Alguna pregunta? —inquirió Geary.

Carabali miraba a Geary como si lo estuviera estudiando.

—¿Debo entender que esas órdenes se dirigen personalmente a mí? ¿Sugiere usted que ningún otro oficial de la flota podrá hacer caso omiso de tales exigencias a no ser que cuente con su aquiescencia? —preguntó Carabali.

—Así es, coronel —confirmó el capitán—. Tengo plena confianza en que usted no solo acatará mis órdenes al pie de la letra, sino también su esencia.

—Gracias, capitán Geary. Comprendido, y tenga por seguro que las obedeceré. —Carabali ejecutó un saludo preciso y la imagen se fundió a negro.

Geary se recostó, frotándose los ojos, para después volver a mirar a Desjani.

—Gracias, capitana Desjani.

—Me he limitado a cumplir con mi deber, señor. —Desjani volvió la vista hacia otro lado, rehusando así cruzar su mirada con la de Geary.

Geary miró alrededor del puente de mando y comprobó que los demás oficiales y tripulantes también habían encontrado otras cosas a las que mirar antes que dirigir la vista directamente hacia su capitán.

—Capitana Desjani…

—Procedimiento habitual —lo interrumpió con voz grave.

Geary se detuvo y respiró hondo.

—¿Cuánto tiempo llevaba haciéndose así? —inquirió el capitán.

—No lo sé —musitó Desjani.

—¿Oficial?

Esta vez Desjani hizo una pausa y después meneó la cabeza, todavía sin mirar hacia donde estaba él.

—Nunca oficial. Nunca por escrito. Se daba por supuesto —reconoció Desjani.

Así que todos vosotros sabíais que no estaba bien. No podía estar bien. De no ser así, lo habríais estipulado por escrito.

Como no lo hicisteis, podíais fingir que era lo correcto. Solo que no estaba puesto por escrito.

Desjani volvió a tomar la palabra, con un hilo de voz.

—Hemos escuchado su reacción, capitán Geary. Hemos visto cómo ha reaccionado. ¿Cómo hemos podido permitir que ocurriera esto? Hemos deshonrado a nuestros antepasados, ¿no? Le hemos deshonrado a usted.

A pesar de que Desjani seguía evitando la mirada del capitán, Geary se dio cuenta de que hasta él mismo estaba evitando mirarla directamente.
Me han deshonrado, sí. Han hecho algo horrible. Son buena gente y han estado haciendo algo horrible. ¿Qué hago?

—Capitana Desjani… todos ustedes… sus acciones en el pasado son algo que queda entre ustedes y sus antepasados. Es a ellos a quienes tienen que pedir perdón, no a mí. Lo que yo quiero… lo que yo quiero es recordarles a todos ustedes que un día se nos juzgará por nuestras acciones. Yo no los juzgo a ustedes. No me veo con tal derecho. Pero no voy a permitir que el personal que se encuentra bajo mi mando lleve a cabo acciones deshonrosas. No permitiré que algunos de los mejores oficiales y tripulantes que he conocido jamás mancillen su propia hoja de servicio. Y ustedes son buenos oficiales que se encuentran al mando de buenos tripulantes. Tripulantes de la flota de la Alianza. Eso somos todos nosotros juntos. Hay cosas que nosotros no hacemos. De ahora en adelante, asegurémonos de que todas y cada una de nuestras acciones hablan bien tanto de nosotros como de nuestros antepasados. Vivamos de acuerdo con las más altas exigencias, no vaya a ser que ganemos esta guerra y acabemos viendo que el rostro que se refleja en nuestro espejo es el del enemigo.

Un murmullo de réplicas siguió a la declaración de intenciones de Geary. El capitán miró a su alrededor de nuevo y, esta vez sí, todo el mundo lo miró a los ojos. Era un comienzo.

Por primera vez, se preguntó si cabía la posibilidad de que haberse perdido el último siglo hubiese sido, en cierto modo, una especie de bendición.

La sala de juntas volvía a parecer una vez más ocupada por la mesa aparentemente interminable a cuyos lados se acomodaban todos los oficiales al mando de unidades de la flota, si bien Geary sabía ya que solo la capitana Desjani estaba sentada allí de verdad junto a él. En ese momento las imágenes del resto de comandantes de la flota lo miraban con expresiones que recorrían todo el abanico de expresiones: desde la fidelidad hasta la hostilidad, con un buen ramillete de sorprendidos entre medias.

—¿Kaliban? —preguntó la voz áspera de la capitana Faresa, que hizo un gesto de desprecio hacia el visualizador de navegación que mostraba las estrellas locales y flotaba sobre la mesa—. ¿Nos está diciendo que quiere que saltemos hacia Kaliban?

Geary asintió con la cabeza, tratando de calmar su temperamento. Había llegado a ese punto en el que solo con pensar en la capitana Faresa o el capitán Numos le ponía de mal humor. No se podía permitir ese tipo de distracciones. Además, no era nada profesional y no podía exigir profesionalidad a otros si no se esforzaba al máximo por serlo él mismo. —Ya expliqué cuáles eran mis motivos —recordó Geary.

El capitán Numos meneó la cabeza de una manera que en cierto modo a Geary le recordó las formas del comandante burócrata de los síndicos.

—No puedo mostrar mi acuerdo con un plan de acción tan precipitado y carente de sentido —se opuso Numos.

El capitán Tulev frunció el ceño y tomó la palabra.

—A mí me parece que tiene mucho sentido —discrepó Tulev.

—No me sorprende —apuntó Numos con desdén.

Tulev se puso rojo pero prosiguió su intervención con un tono moderado.

—El capitán Geary ha analizado la reacción más probable del enemigo ante la situación actual a la que nos enfrentamos. No puedo poner ni un pero a su razonamiento. Los síndicos no son tontos. Tendrán un ejército de primer nivel esperándonos en Yuon —explicó Tulev.

—Si es así, nos enfrentaremos a ellos —proclamó Numos.

—¡Pero si esta flota todavía está recuperándose de lo que le ocurrió en suelo síndico! No podremos remediar lo que hemos perdido hasta que lleguemos a casa. Seguramente hasta usted se dará cuenta de que no podemos arriesgarnos a que nos atrape de nuevo un enemigo superior en número —criticó Tulev.

—Así que remilgos frente al enemigo… —censuró Numos.

—Si nos encontramos en esta situación no es por haber tenido remilgos —interrumpió la capitana Desjani, haciendo caso omiso a la mirada de enojo que le lanzó Numos—. Estamos donde estamos porque nos preocupaba más actuar con agresividad que pensar en lo que hacíamos. —Se fue calmando mientras el resto de oficiales se quedaban mirándola debatiéndose entre la incredulidad y la incomprensión.

La capitana Faresa hizo lo que parecía su mejor intento por hablar con un tono de voz condescendiente.

—¿Debemos entender que la oficial al mando de una nave de la flota de la Alianza considera que la agresividad es una cualidad negativa? —inquirió Faresa.

Geary se echó hacia delante.

—No. Lo que deben entender es que la agresividad sin premeditación es una cualidad negativa. Esa es mi opinión, capitana Faresa —desafió Geary.

Los ojos de Faresa se estrecharon y, acto seguido abrió la boca como queriendo retomar la palabra, pero su gesto se quedó paralizado en esa posición. Geary se quedó observándola, sin dejar entrever lo mucho que le agradaba el punto al que había llegado la situación. ¿Ibas a mencionar las tradiciones de la flota, a que sí, Faresa? Quizá hasta ibas a mencionar alguna cita del mismísimo
Black Jack
Geary. ¡Qué pena que yo sea la única persona contra la que no puedes emplear ese argumento!

Un comandante sentado más lejos de Geary habló apresuradamente:

—Todo el mundo sabe que una larga hibernación de supervivencia acaba afectando a quien la padece. —El comandante hizo una ligera pausa después de convertirse en el centro de atención de todo el mundo, pero a continuación volvió a abrir fuego a toda prisa—: Este no es el oficial cuyo ejemplo ha inspirado a esta flota durante un siglo. Ya no.

Todo el mundo miró a Geary, que se dio cuenta de que aquel comandante había puesto sobre la mesa algo que sus enemigos habían debido de estar comentando
sottovoce
desde que el capitán se hiciera con el mando. Para su propia sorpresa, la acusación no sirvió para ponerlo furioso. Tal vez, como a Geary no le gustaba la imagen heroica de
Black Jack
Geary, el hecho de que alguien lo disociase de aquel paradigma no le importaba en absoluto.

Geary también pudo comprobar, a juzgar por las expresiones que vio alrededor de la mesa, que la mayoría de los oficiales allí presentes no aprobaban lo que se había dicho. Estaba claro que muchos de ellos seguían adorando a
Black Jack
. Otros parecían descontentos con la falta de profesionalidad que se desprendía de los comentarios del comandante. Geary esperaba que al menos hubiese unos pocos que creyesen en él solo por lo que había hecho hasta ahora.

Por todo ello, en vez de reaccionar de manera apasionada, Geary se reclinó hacia atrás deliberadamente y miró directamente a su oponente. Inmediatamente apareció una etiqueta con su nombre que identificaba a aquel hombre y a la nave a la que pertenecía. Comandante Vebos, de la
Arrogante
. Cómo no.

—Comandante Vebos. Mire, yo no afirmo ser nada más que un simple ser humano. No obstante, sigo siendo el oficial que sacó a esta flota del sistema interior síndico cuando se encontraba amenazada por un riesgo de destrucción inminente. Sé cómo dirigir una flota. Sé cómo dar órdenes. Y lo sé porque aprendí a obedecerlas, una aptitud necesaria para cualquier oficial. ¿No lo cree usted también, comandante? —escudriñó Geary.

Vebos se quedó blanco ante la referencia explícita a sus actos al bombardear la base síndica. Con todo, Vebos volvió a las andadas y embistió de nuevo.

—Otros oficiales lo podrían haber hecho mejor. El capitán Numos. ¡Con él ya habríamos cubierto la mitad del trayecto que nos ha de llevar a casa a estas alturas!

—Numos nos tendría en los campos de trabajo síndicos en estos momentos —apuntó secamente Duellos—. No obstante, parecía que tenía bastante interés en intentar huir en solitario a bordo de la
Orión
mientras los síndicos se afanaban en rematar nuestras naves ya dañadas.

Ahora le tocaba a Numos ponerse rojo de ira.

—Yo no habría…

Geary pegó un golpe con la mano sobre la mesa y se hizo el silencio.

—No quiero que mis oficiales calumnien en público a otros oficiales —declaró.

El capitán Duellos se levantó e inclinó la cabeza hacia el sitio que ocupaba Numos.

—Mis disculpas para el capitán Geary y el capitán Numos.

Geary inclinó la cabeza a modo de respuesta.

—Gracias, Capitán Duellos. En este momento es de crucial importancia que no perdamos la concentración. Esta flota está transitando por el sistema Corvus de camino al punto de salto que conduce a Kaliban. Actualmente nos encontramos en negociaciones con las autoridades síndicas del segundo planeta. Se les está pidiendo que nos proporcionen suministros y materias primas a nuestro paso por el sistema si no quieren que la flota castigue duramente a su mundo. —En ese momento Geary pensó que, de los allí presentes, solo la capitana Desjani podría llegar a saber que Geary no tenía intención alguna de bombardear un mundo poblado simplemente para castigar a la gente que lo habitaba—. Estoy seguro de que los síndicos nos estarán esperando con un gran dispositivo en Yuon. Me voy a llevar a esta flota a Kaliban. Y, si nuestros antepasados nos amparan, después tengo intención de llevarla a casa.

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