Memoria del Fuego. 1.Los nacimientos.1982 (19 page)

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Authors: Eduardo Galeano

Tags: #Historico,Relato

BOOK: Memoria del Fuego. 1.Los nacimientos.1982
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Los sacerdotes se persignan. Han caído los últimos granos de la arena del reloj. Alguien da vuelta la ampolleta, para que no se interrumpa el tiempo.

[27][70][90]

1568 - Los Teques

Guaicaipuro

Nunca más el río reflejará su rostro, su penacho de altas plumas.

Esta vez los dioses no han escuchado a su mujer, Urquía, que pedía que no lo tocaran las balas ni las enfermedades y que nunca el sueño, hermano de la muerte, olvidara devolverlo al mundo al fin de cada noche.

A balazos los invasores derribaron a Guaicaipuro.

Desde que los indios lo habían elegido jefe, no hubo tregua en este valle ni en la serranía de Ávila. En la recién nacida ciudad de Caracas se persignaban al decir, en voz baja, su nombre.

Ante la muerte y sus funcionarios, el último de los libres ha caído gritando mátenme, mátenme, líbrense del miedo.

[158]

1568 - Ciudad de México

Los hijos de Cortés

Martín se llama el hijo mayor de Hernán Cortés, hijo natural nacido de la india Malinche. Su padre le dejó, al morir, una flaca pensión anual.

Martín se llama, también, el hijo legal de Hernán Cortés, nacido de una española hija de conde y sobrina de duque. Este Martín ha heredado el blasón y la fortuna: es el marqués del valle de Oaxaca, dueño de miles de indios y leguas en esta tierra que su padre había humillado y amado y elegido para yacer por siempre.

En silla de terciopelo carmesí y bordes de oro, solía pasear Martín, el marqués, por las calles de México. Tras él marchaban sus guardias de librea roja, armados de espadas. Quien se cruzaba con él se descubría, le rendía pleitesía y se sumaba al séquito. El otro Martín, el bastardo, formaba parte de la comitiva.

Martín, el marqués, quiso romper con España y proclamarse rey de México. Cuando la conjura fracasó, balbuceó arrepentimientos y delató nombres. Le perdonaron la vida.

Martín, el bastardo, que ha servido a su hermano en la conspiración y en todo lo demás, se retuerce ahora en la tortura. A su lado, el escribano anota: Fue desnudado y puesto en la cincha. Amonestado, dijo que no debía nada.

El verdugo da una vuelta a la rueda. Las cuerdas rompen la carne y estiran los huesos.

El escribano anota: Se le amonesta de nuevo. Dice que no tiene más que decir que lo que tiene dicho.

Segunda vuelta de cuerda. Tercera, cuarta, quinta.

[28]

1569 - La Habana

San Simón contra las hormigas

Las hormigas acosan la ciudad y arrasan los sembradíos. Han devorado por el ombligo a más de un cristiano de sueño pesado.

En sesión extraordinaria, las autoridades de La Habana resuelven pedir la protección de un santo patrono contra las bibijaguas y otras hormigas bravas.

Ante el reverendo Alonso Álvarez, se celebra el sorteo entre los doce apóstoles. Resulta favorecido san Simón, a quien toman por abogado para que sea intercesor ante Dios Nuestro Señor, para que quite todas las hormigas de sobre este pueblo, casa e haciendas desta villa y sus términos.

En retribución, la ciudad celebrará una fiesta anual para honra y reverencia del bienaventurado san Simón, con canto de vísperas, misa, procesión de asistencia obligatoria y corrida de toros.

[161]

1571 - Ciudad de México

Delatarás al prójimo

De los balcones cuelgan los escudos de armas, coloridos tapices, terciopelos, banderines. Refulge la armadura del caballero de Santiago, que inclina su estandarte ante el virrey. Los pajes alzan sus grandes hachas, en torno a la inmensa cruz clavada en el cadalso.

El inquisidor general está llegando desde Madrid. Lo anuncian atabales y clarines. Viene a lomo de mula, con joyoso apero, en medio de una multitud de cirios encendidos y capuchas negras.

Bajo su autoridad suprema, serán atormentados o quemados los herejes. Hace siglos, el papa Inocencio IV mandó apremiar con tormentos a los asesinos de las almas y ladrones de la fe de Cristo; y mucho después el papa Paulo III prohibió que la tortura durara más de una hora. Desde entonces, los inquisidores interrumpen su trabajo cada hora, por un ratito. El inquisidor general recién llegado a México cuidará que nunca se use leña verde en las ejecuciones, para que no apeste a malos humos la ciudad; y las ordenará en días de cielo claro, para que todos puedan admirarlas. No se ocupará de los indios, por ser nuevos en la fe, gente flaca y de poca sustancia.

El inquisidor general se sienta junto al virrey. Lo saluda una salva de artillería.

Redoblan los tambores y el pregonero proclama el edicto general de la fe. Manda el edicto que todos delaten lo que supieren o hubieren visto u oído, sin reservar mujer, marido, padre ni otro alguno por íntimo que fuere. Están todos obligados a denunciar a vivos o muertos que hayan dicho o creído palabras u opiniones heréticas, sospechosas, erróneas, temerarias, malsonantes, escandalosas o blasfemas.

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1571 - Madrid

¿La culpa es del criminal o del testigo?

¿Del espejo o de la cara? El rey no lo piensa dos veces. Por decreto ordena la incautación de todos los manuscritos que ha dejado fray Bartolomé de Las Casas, para que no lleguen a manos de los malos españoles y los enemigos de España. Sobre todo preocupa a Felipe II que pueda publicarse o de alguna manera difundirse la muy voluminosa Historia de las Indias, que Las Casas no pudo concluir y que vive, prisionera bajo llave, en el monasterio de San Gregorio.

[70][90]

1572 - Cuzco

Túpac Amaru I

Viene arrastrando los pies por el empedrado. A lomo de un burro enano, la soga al cuello, Túpac Amaru marcha al degolladero. Adelante, el pregonero lo proclama tirano y traidor.

En la plaza mayor, crece el alboroto.

—Inca, ¿por qué te llevan a cortar la cabeza?

Los murmullos de la multitud indígena se vuelven griterío. ¡Qué manden matarnos a todas!, piden los alaridos de las mujeres.

Desde lo alto del tablado, Túpac Amaru levanta una mano, la apoya sobre el oído y la deja caer parsimoniosamente. Calla, entonces, el gentío.

No hay nada que no sea silencio cuando el sable del verdugo parte el cuello del nieto de Huaina Cápac.

Con Túpac Amaru acaban cuatro siglos de dinastía de los incas y casi cuarenta años de resistencia en las montañas de Wilcabamba. Ya no bajarán sobre el valle del Cuzco los vendavales de la guerra, al ronco ritmo de los pututus.

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Creen los vencidos:

Él volverá y por la tierra andará. Las más altas montañas saben. Como son las más altas, ven más lejos y saben. Ha sido hijo del sol y de mujer boba.

Él ha encerrado al viento; y al sol, su padre, lo ha amarrado, para que el tiempo dure.

A latigazos, arreándolas, ha llevado piedras hacia las alturas. Con esas piedras hizo templos y fortalezas.

Por donde ha ido, los pájaros han ido. Los pájaros lo saludaban y le alegraban el paso. Por el mucho caminar, han derramado sangre los pies de él. Cuando la sangre de los pies de él se ha mezclado con la tierra, nosotros aprendimos a cultivar. Hemos aprendido a hablar cuando él nos dijo: «Hablen». Él ha sido más fuerte y más joven que nosotros.

No siempre hemos tenido miedo en el pecho. No siempre hemos andado a los tumbos, como el escarabajo de los caminos. Es larga nuestra historia. Nuestra historia ha nacido el día que fuimos arrancados de la boca, de los ojos, de las axilas y de la vagina de la tierra.

El hermano de Inkarrí, Españarrí, le ha cortado la cabeza. Él ha sido. La cabeza de Inkarrí se ha convertido en dinero. Oro y plata han brotado de las tripas llenas de mierda de su vientre.

Las más altas montañas saben. La cabeza de Inkarrí está queriendo crecer hacia los pies. Sus pedazos se han de juntar algún día. Ese día, amanecerá al anochecer. Ese día, él andará por la tierra perseguido por los pájaros.

[15][162]

1574 - Ciudad de México

El primer auto de fe en México

Desde que los pregoneros difundieron el edicto de las delaciones, han llovido las denuncias contra herejes y bígamos y brujas y blasfemos.

Se celebra el auto de fe el primer domingo de Cuaresma. Desde que sale el sol hasta que asoma la noche, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición dicta las sentencias contra los esperpentos arrancados de las celdas y las cámaras de tortura. Los verdugos trabajan en lo alto del suntuoso tablado, rodeados de lanzas y ovaciones del gentío. No hay memoria de tanta multitud que haya acudido a ningún regocijo público ni a otra cosa de muy gran solemnidad que en la tierra se haya ofrecido, dice el virrey de la Nueva España, que asiste al espectáculo sobre sillón de terciopelo y con cojín a los pies.

Se aplica castigo de vela, soga, mordaza, abjuración de levi y entre cien y doscientos azotes a un platero, un cuchillero, un dorador, un escribiente y un zapatero por haber dicho que la simple fornicación no era pecado mortal. Penas semejantes sufren varios bígamos, y entre ellos el fraile agustino Juan Sarmiento, que con la espalda en carne viva se marcha a remar a galeras cinco años.

Cien azotes reciben el negro Domingo, nacido aquí, porque tiene la costumbre de renegar de Dios, y Miguel Franco, mestizo, porque hacía que su mujer se confesase con él. Otros cien el boticario sevillano Gaspar de los Reyes, por haber dicho que era mejor estar amancebado que casado y que a los pobres y afligidos les era lícito perjurar por dinero.

A remar a galeras, dura cárcel de traviesos, van varios luteranos y judíos que en la leche han mamado su herejía, unos cuantos ingleses de la armada del pirata John Hawkins y un francés que llamaba poltronazos al Papa y al Rey.

En la hoguera acaban sus herejes días un inglés de las minas de Guanajuato y un barbero francés de Yucatán.

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1576 - Guanajuato

Dicen los frailes:

Llegó a México hace veinte años. Dos palomas la guiaron hasta Guanajuato. Sin un rasguño llegó, aunque cruzó la mar y atravesó el desierto y se extraviaron los que la traían. El rey nos la envió en gratitud por las riquezas que a chorros brotan, sin nunca cesar, de las entrañas de estos montes.

Durante más de ocho siglos, ella había vivido en España. A escondidas sobrevivió, oculta de los moros, en una cueva de Granada. Cuando los cristianos la descubrieron y la rescataron, no encontraron en su cuerpo de madera herida alguna. Intacta llegó a Guanajuato. Intacta continúa, haciendo milagros. A pobres y a ricos consuela de la pobreza Nuestra Señora de Guanajuato; y del frío salva a quienes duermen a la intemperie o en abrigado palacio. En su infinita indulgencia, no distingue siervos de señores. No hay quien la invoque y no reciba el favor divino.

Por su gracia se están salvando, ahora, muchos indios de Guanajuato que a ella acuden con arrepentimiento y fe. Ella ha detenido la espada del Señor, que con justa furia castiga en estos días idolatrías y pecados de los indios de México. No han sido tocados por la peste los congojosos que a ella han elevado sus súplicas y le han pagado la debida limosna.

En las demás comarcas, muere por el hambre o la pena el indio, al que no mata el tifus. Hay cadáveres en los campos y en las plazas y están llenas de muertos las casas donde, muriendo todos, no ha quedado quien corriera a dar aviso. Por todo México viene alzando la peste un tal olor de podredumbres y humaredas, que hemos de andar los españoles con las narices tapadas.

[79][131]

1576 - Xochimilco

El apóstol Santiago contra la peste

Aquí han pagado tributo, en dinero y en maíz, hasta los niños de pecho. Si la peste continúa, ¿quién pagará? Brazos de aquí han levantado la catedral de México. Si no cesa la peste, ¿quién sembrará estos campos? ¿Quién hilará y tejerá en los obrajes? ¿Quién alzará iglesias y empedrará calles?

Los franciscanos discuten la situación en el convento. De los treinta mil indios que había en Xochimilco cuando los españoles llegaron, quedan cuatro mil, y exagerando. Muchos murieron peleando junto a Hernán Cortés, conquistando hombres y tierras para él, y más murieron trabajando para él y para Pedro de Alvarado, y muchos más está matando la epidemia.

A fray Jerónimo de Mendieta, guardián del convento, se le ocurre la idea salvadora.

Preparan el sorteo. Un monaguillo, vendados los ojos, revuelve los papelitos en la fuente de plata. En cada papelito está escrito el nombre de un santo de probado predicamento en la corte celestial. El monaguillo elige uno y el padre Mendieta lo desdobla y lee:

—¡Es el apóstol Santiago!

Desde el balcón, lo anuncia a los indios de Xochimilco en la lengua de ellos. El apocalíptico fraile habla de rodillas, alzando los brazos.

—¡Santiago derrotará a la peste! Le promete un altar.

[79][161]

San Sebastián contra la peste

Durante los duros años de la conquista, se escuchaban ruidos de armas en la tumba de Santiago, en vísperas de cada batalla; y peleaba el apóstol junto a las huestes invasoras, lanza en mano, en su caballo blanco. Está visto que el apóstol Santiago tiene costumbre de matar indios, pero no de salvarlos. La peste, que apenas roza a los españoles, continúa masacrando indios en Xochimilco y en las demás comarcas de México.

Desde su celda, cuando cae la noche, el padre Mendieta escucha alaridos y lamentos más fuertes que los coros de los ángeles.

Alguien ha de interceder ante el Señor, ya que el apóstol Santiago no se interesa, o de aquí a poco Xochimilco quedará sin indios. Discuten los franciscanos y se celebra un nuevo sorteo. El azar elige al bienaventurado Sebastián por santo abogado.

Le prometen un altar.

[79][161]

1579 - Quito

El hijo de Atahualpa

A Beto, sacerdote indio de la región de Archidona, se le apareció el Diablo en forma de vaca y le dijo que Dios estaba muy enojado con los cristianos y que no iba a defenderlos. Guami, sacerdote indio de Tambisa, ha vivido cinco días en otro mundo. Allá vio maravillas y escuchó a Dios y ahora tiene el poder de la lluvia y el poder de la resurrección. Anuncian Beto y Guami que los indios que no se sumen a la rebelión, cosecharán sapos y serpientes en tierras por siempre estériles.

Se hacen los profetas jefes de muchas lanzas. Al sudeste de Quito, se alzan los indios quijos. Asaltan los indios varios poblados y esperan, en vano, el levantamiento de la sierra. El hijo del Inca, Francisco Atahualpa, capitán de las tropas españolas, apresa a los conjurados de la sierra y evita la insurrección. Los indios quijos quedan solos.

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