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Authors: Kyung-Sook Shin

Por favor, cuida de mamá

BOOK: Por favor, cuida de mamá
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Park So-nyo se ha perdido en la bulliciosa estación central de Seúl cuando iba a visitar a sus hijos a la ciudad. Un instante de distracción de su marido y la gran aglomeración allí reunida fueron suficientes para que la pareja se separara y fuera incapaz de volver a encontrarse.

A partir de este momento, la búsqueda desesperada por parte de sus hijos se convierte también en una indagación en los recuerdos familiares. A través de las diferentes voces de su marido y sus hijos, que desvelan culpas y temores, se dibuja el retrato de una mujer humilde, campesina abnegada, cuyos sacrificios han quedado siempre en segundo término y que ahora, en su ausencia, revelan su gran dimensión humana.

Como un pájaro o una sombra, la presencia de Park So-nyo sobrevuela cada una de las páginas de
Por favor, cuida de mamá
para convertir esta narración, llena de emoción, en una historia universal acerca del amor en la familia.

Kyung-sook Shin debuta en nuestro mercado con una novela coral inolvidable y de prosa sutil, en la que se ensalza el poder del amor maternal, las diferencias generacionales, el peso de lo no dicho al final del camino y la posibilidad de redención.

Park So-nyo, una humilde campesina, ha sido durante toda la vida una abnegada madre de familia, una mujer que siempre se ha sacrificado para dar una educación a sus hijos. Ahora, tras haberse perdido en la estación central de Seúl cuando iba a visitar a sus hijos a la ciudad, su búsqueda desesperada se convierte en un encendido elogio de los lazos familiares lleno de emoción.

Kyung-Sook Shin

Por favor, cuida de mamá

ePUB v1.0

Carlos.
09.04.12

Por favor, cuida de mamá

Kyung-Sook Shin

ISBN: 9788425346255

Traducción de Aurora Echevarría

Grijalbo narrativa

¡Oh, ama, ama mientras puedas!

FRANZ LISZT

1

Nadie lo sabe

HACE UNA SEMANA QUE desapareció mamá.

La familia está reunida en casa de tu hermano mayor, Hyong-chol, intercambiando ideas. Decidís hacer volantes y repartirlos donde vieron a mamá por última vez. Lo primero que hay que hacer, todos estáis de acuerdo, es un borrador del volante. Es una respuesta anticuada a una situación como ésta, por supuesto. Pero poco puede hacer la familia de un desaparecido, y el desaparecido es nada menos que tu mamá. Lo único que podéis hacer es denunciar la desaparición, inspeccionar la zona y preguntar a la gente si ha visto a alguien que responda a esa descripción. Tu hermano menor, que tiene una tienda
online
de ropa, dice que ya ha puesto un aviso en internet explicando dónde desapareció; ha colgado su foto y ha pedido a quien la vea que se ponga en contacto con la familia. Quieres salir a buscarla a donde crees que podría estar, pero sabes cómo es ella: en esta ciudad es incapaz de ir sola a ninguna parte. Puesto que te ganas la vida escribiendo, Hyong-chol te encarga la redacción del volante. Te sonrojas, como si te hubiera pillado en falta. No estás segura de que tus palabras puedan ayudar a encontrar a mamá.

Cuando escribes «24 de julio de 1938» como la fecha de nacimiento de mamá, tu padre te corrige: dice que nació en 1936. En el registro oficial consta el año 1938, pero por lo visto nació en 1936. Es la primera vez que lo oyes. Tu padre dice que en aquella época todo el mundo lo hacía. Como muchos niños no superaban los tres primeros meses de vida, los padres esperaban unos años antes de registrarlos. Cuando estás a punto de cambiar 38 por 36, Hyong-chol dice que hay que poner 1938 porque esa es la fecha oficial. Tú no crees que sea necesaria tanta exactitud, solo es un volante casero, no estás en una oficina gubernamental. Pero, obediente, dejas el 38 y te preguntas si el cumpleaños de mamá es realmente el 24 de julio.

Hace unos años, tu mamá dijo: «No hace falta que celebremos mi cumpleaños por separado». Padre cumple años un mes antes que mamá. Tus hermanos y tú siempre ibais a la casa de vuestros padres en Chongup para los cumpleaños y otras celebraciones. En total sois veintidós. A mamá le gustaba que todos sus hijos y sus nietos se reunieran en la casa y armaran jaleo. Unos días antes preparaba
kimchi
fresco, iba al mercado a comprar ternera y hacía acopio de dentífrico y cepillos de dientes. Prensaba aceite de sésamo y tostaba y molía semillas de sésamo y perilla para daros un tarro a cada uno cuando os fuerais. Mientras esperaba a la familia se la veía muy animada y, cuando hablaba con vecinos y conocidos, sus palabras y sus gestos revelaban su orgullo. En el cobertizo guardaba botellas de cristal de todos los tamaños llenas de jugo de ciruela o de fresas silvestres que hacía cuando llegaba la temporada. Mamá tenía tarros llenos hasta arriba de un pescado pequeño fermentado parecido a la corvina, de pasta de anchoas o de cangrejo fermentado que pensaba enviar a la familia que vivía en la ciudad. Cuando se enteró de que la cebolla era buena para la salud, preparó jugo de cebolla, y antes de que empezara el invierno hacía zumo de calabaza con licor. La casa de tu mamá era como una fábrica: hacía salsas, pasta de judías fermentadas y arroz descascarillado; preparaba cosas para la familia durante todo el año. En algún momento los viajes de los hijos a Chongup se hicieron menos frecuentes, y mamá y padre empezaron a ir más a menudo a Seúl. Y entonces empezasteis a celebrar sus cumpleaños fuera de casa. Así era más fácil. Luego mamá incluso llegó a proponer: «Celebremos mi cumpleaños con el de vuestro padre». Dijo que era un engorro celebrar los dos cumpleaños por separado, ya que caían en medio del caluroso verano, cuando ya hay dos ritos ancestrales que organizar con solo dos días de diferencia. Al principio la familia se negó, pese a la insistencia de mamá, y si ella se mostraba reacia a ir a la ciudad, ibais unos cuantos a su casa para celebrarlo con ella. Pero pronto empezasteis a darle vuestro regalo el día del cumpleaños de padre. Hasta que al final pasasteis discretamente por alto el cumpleaños de mamá. Mamá, a quien le gustaba comprar calcetines para toda la familia, tenía en su cómoda una colección creciente de calcetines que sus hijos nunca se llevaban.

NOMBRE: PARK SO-NYO.

FECHA DE NACIMIENTO: 24 DE JULIO DE 1938 (69 AÑOS).

ASPECTO: MENUDA, PELO ENTRECANO CON PERMANENTE, PÓMULOS MARCADOS; LA ÚLTIMA VEZ QUE SE LA VIO LLEVABA UNA CAMISA AZUL CELESTE, UNA CHAQUETA BLANCA Y UNA FALDA PLISADA DE COLOR BEIS.

LUGAR DONDE SE LA VIO POR ÚLTIMA VEZ: ESTACIÓN DE METRO DE SEÚL.

Os cuesta decidir qué foto de mamá utilizar. Todos estáis de acuerdo en que debería ser la más reciente, pero no tenéis una foto reciente de ella. Recuerdas que a partir de cierto momento empezó a odiar que le hicieran fotos. Evitaba incluso los retratos de familia. La foto más reciente de mamá es una de toda la familia que se tomó en la fiesta del setenta cumpleaños de padre. Está muy guapa vestida con un
hanbock
azul pálido, peinada de peluquería y con los labios pintados de rojo. Tu hermano menor cree que en esa foto se la ve muy distinta de cómo era justo antes de que desapareciera. Dice que, aunque la imagen esté ampliada y sea de ella sola, la gente no la reconocerá. Comenta que cuando colgó esa foto en internet, mucha gente le respondió: «Su madre es muy guapa, no parece el tipo de persona que puede perderse». Decidís que miraréis a ver si alguno tiene otra foto de mamá. Hyong-chol te dice que escribas algo más en el volante. Cuando te quedas mirándolo, te pide que pienses alguna frase que toque la fibra sensible de la gente. ¿Palabras que toquen la fibra sensible de la gente? Cuando escribes: «Por favor, ayúdanos a encontrar a nuestra madre», dice que es demasiado simple. Cuando escribes: «Nuestra madre ha desaparecido», dice que «madre» es demasiado formal e indica que escribas «mamá». Cuando escribes: «Mamá ha desaparecido», opina que suena demasiado infantil. Cuando escribes: «Por favor, si ves a esta persona, ponte en contacto con nosotros», te grita:

—¿Qué clase de escritora eres?

No se te ocurre una frase que satisfaga a Hyong-chol.

—Tocarás más la fibra sensible de la gente —dice tu segundo hermano mayor— si pones que habrá una recompensa.

Cuando escribes: «Te recompensaremos generosamente», tu cuñada dice que no puedes ponerlo así, la gente solo hará caso si escribes una cantidad.

—¿Cuánto ofrezco?

—¿Un millón de won?

—No es suficiente.

—¿Tres millones?

—Creo que sigue siendo poco.

—Entonces cinco.

Nadie se queja. Escribes: «Te recompensaremos con cinco millones de won» seguido de un punto. Tu segundo hermano mayor dice que deberías escribirlo así: «Recompensa: 5 millones de won». Tu hermano menor dice que pongas los 5 millones en un cuerpo de letra más grande. Todos se comprometen a enviarte por correo electrónico una foto de mamá más actual, si la encuentran. A ti te queda la responsabilidad de añadir algo más al volante y hacer copias, y tu hermano menor se ofrece para recoger los volantes y distribuirlos entre toda la familia.

—Podríamos contratar a alguien para que reparta los volantes —propones.

—Hemos de hacerlo nosotros —dice Hyong-chol—. Podemos repartirlos cada uno por nuestra cuenta si tenemos tiempo durante la semana y todos juntos el fin de semana.

—¿Y esperas encontrar a mamá a ese paso? —te quejas.

—No podemos quedarnos con los brazos cruzados; ya estamos haciendo todo lo que podemos —replica Hyong-chol.

—¿A qué te refieres con que estamos haciendo todo lo que podemos?

—Hemos puesto anuncios en el periódico.

—Es decir, que hacer todo lo que podemos es comprar espacio publicitario…

—¿Qué quieres que hagamos? ¿Mañana no vamos a trabajar y salimos a dar vueltas por la ciudad? Si así pudiéramos encontrar a mamá, lo haría.

Dejas de discutir con Hyong-chol porque te das cuenta de que estás presionándolo para que lo haga todo él, como siempre. Padre se queda en casa de Hyong-chol y cada uno se va a su casa. Si no te vas, seguiréis discutiendo. Lleváis así toda la semana. Quedáis para hablar sobre cómo buscar a mamá y de repente uno comenta las veces que alguno de vosotros había sido injusto con ella. Todo lo que habéis tapado o evitado cuidadosamente, de pronto os supera y acabáis gritando y fumando y os vais furiosos dando un portazo.

Cuando te enteraste de que mamá había desaparecido, preguntaste enfadada por qué no había ido nadie de vuestra gran familia a recogerlos, a ella y a padre, a la estación de Seúl.

—¿Y tú dónde estabas?

«¿Yo?». Cerraste el pico. No te enteraste de que mamá había desaparecido hasta cuatro días después. Os echáis mutuamente la culpa de la desaparición de mamá y todos os sentís heridos.

Al salir de la casa de Hyong-chol, coges el metro para ir a la tuya, pero te bajas en la estación de Seúl, donde desapareció mamá. Pasa mucha gente por tu lado rozándote los hombros mientras te abres paso hasta el lugar donde la vieron por última vez. Miras el reloj. Las tres. La hora a la que mamá se perdió. La gente te empuja cuando te detienes en medio del andén donde mamá se separó de padre. Nadie se disculpa. Así debía de pasar la gente, dando empujones, cuando tu mamá se quedó inmóvil, sin saber qué hacer.

¿Hasta dónde llegan los recuerdos de alguien? ¿Los recuerdos que tienes de mamá?

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