STEPHEN: En el principio era la palabra, en el final el mundo sin fin. Benditas sean las ocho bienaventuranzas.
(Las Bienaventuranzas, Dixon, Madden, Crotthers, Costello, Lenehan, Bannon, Mulligan y Lynch, con batas blancas de estudiantes de cirugía, de cuatro en fondo, marcando el paso de la oca, pasan a rápidas zancadas en ruidoso marchar.)
LAS BIENAVENTURANZAS: (Incoherentemente) Bebida buey barco bulldog bufetum barnum bujarronum beatorum.
LYSTER:
(en calzones grises de cuáquero y sombrero de ala ancha dice discretamente)
Es nuestro amigo. No hace falta que diga nombres. Busca tú la luz.
(Pasa bailando courante. Entra Best con bata de peluquero, refulgentemente lavada, los rizos en papillotes. Hace entrar a John Eglinton que lleva un kimono de mandarín de amarillo Nankín, con letras lagartiformes, y un alto gorro en pagoda.)
BEST:
(sonriendo, se levanta el sombrero y exhibe una cholla afeitada en cuya coronilla se eriza un tupé de coleta atado con un gran nudo naranja)
Precisamente le estaba yo hermoseando, ya ven. Una cosa de belleza, ya ven. Yeats lo dice, o mejor dicho, Keats lo dice.
JOHN EGLINTON:
(saca una linterna sorda con tapa verde y lanza con ella un destello hacia un rincón: con acento capcioso)
La estética y la cosmética son para el
boudoir
. Yo voy en busca de la verdad. Sencilla verdad para un hombre sencillo. Tanderagee quiere los hechos y va en serio a conseguirlos.
(En el cono del reflector, detrás del cubo de carbón, el sabio de Irlanda, con ojos huecos, Mananaan MacLir, barbuda figura, medita con la barbilla en las rodillas. Se levanta lentamente. Un frío viento marino sopla desde su manto druida. En torno a su cabeza se retuercen anguilas y congrios. En la mano derecha sostiene una bomba de bicicleta. En la mano izquierda agarra una gran langosta por las dos pinzas.)
MANANAÚN MACLIR:
(con voz de olas)
¡Aum! ¡Hek! ¡Wal! ¡Ak! ¡Lub! ¡Mor! ¡Ma! Blancos yoghi de los Dioses. Oculto pimandro de Hermes Trismegistos.
(Con voz de viento marino silbante.)
¡Punaijanam patsypunjaub! No quiero que me tomen el pelo. Lo ha dicho alguien: cuidado a la izquierda, el culto de Shakti.
(Con un grito de pájaros de tormenta.)
¡Shakti, Shiva! ¡Oscuro Padre escondido!
(Golpea con la bomba de bicicleta la langosta que tiene en la mano izquierda. En su cuadrante servicial, refulgen los doce signos del zodíaco. Gime con la vehemencia del océano.)
¡Aum! ¡Baum! ¡Pyjaum! Yo soy la luz del hogar, yo soy la manteca cremosa sueñosa.
(Una esquelética mano de Judas estrangula la luz. La luz verde se esfuma en malva. El chorro de gas gime silbando.)
EL CHORRO DE GAS: ¡Puuah! ¡Pfuiiiii!
(Zoe corre a la lámpara y, doblando la pierna, le ajusta el manguito.)
ZOE: ¿Quién tiene un pitillo, ya que estoy por aquí?
LYNCH:
(lanzando un cigarrillo a la mesa)
Ahí va.
ZOE:
(con la cabeza echada a un lado en fingido orgullo)
¿Es ésa la manera de darle el asunto a una señora?
(Se estira hacia arriba para encender el cigarrillo en la llama, dándole vuelta despacio, enseñando los oscuros matojos de los sobacos. Lynch con el atizador le levanta descaradamente un lado de la combinación. Desnuda desde las ligas, su carne bajo el zafiro aparece de un verde de ondina. Ella da chupadas tranquilamente a su cigarrillo.)
¿Ves el lunar que tengo en el trasero?
LYNCH: No miro.
ZOE:
(poniendo ojos tiernos)
¿No? Claro que no harías tal cosa. ¿No te dice nada esto?
(Bizqueando de fingida vergüenza, lanza una ojeada significativa de medio lado hacia Bloom, luego se tuerce hacia él, dando un tirón para librar la combinación del atizador. El fluido azul vuelve a correr sobre su piel. Bloom se pone de pie, sonriendo deseoso, haciendo girar los pulgares. Kitty Ricketts se moja de saliva el dedo medio y, mirando al espejo, se alisa las cejas. Lipoti Virag, basilicográmata, cae resbalando por dentro de la campana de la chimenea y se contonea dando dos pasos a la izquierda sobre torpes zancas rosa. Va embutido en varios gabanes y lleva un macintosh pardo bajo el cual sostiene un rollo de pergamino. En el ojo izquierdo le reluce el monóculo de Cashel Boyle O’Connor Fitzmaurice Tisdall Farrell. En su cabeza está posado un pshent egipcio. Dos plumas de ganso le salen por detrás de las orejas.)
VIRAG:
(talones unidos, hace una reverencia)
Me llamo Virag Lipoti, de Szombathely.
(Tose pensativamente, con sequedad.)
La desnudez promiscua resulta muy evidente por estas inmediaciones, ¿no? Inadvertidamente su visión posterior reveló el hecho de que ella no lleva esas prendas más bien íntimas de que tú eres particularmente devoto. Espero que te dieras cuenta de la señal de la inyección en el muslo, ¿no? Muy bien.
BLOOM: Granpapachi, pero…
VIRAG: El número dos del otro lado, la del colorete cereza y la peinadora blanca, cuyo pelo debe no poco a nuestro elixir tribal de ciprés, está en traje de paseo y ajustadamente encorsetada a juzgar por cómo se sienta, diría yo. Corrígeme si me equivoco, pero siempre he pensado que el acto así realizado por alocadas personas con atisbos de ropa interior te atrajera en virtud de su exhibicionisticicismo. En una palabra: Hipogrifo. ¿Tengo razón?
BLOOM: Está más bien flaca.
VIRAG:
(no sin amabilidad)
¡Ya lo creo! Bien observado: y esos bolsillos en cesto de la falda y ese efecto ligeramente acampanado tienen la finalidad de sugerir rotundidad de caderas. Una nueva adquisición en algún saldo monstruo, por la cual algún panoli ha pagado el pato. Meretricia elegancia para engañar a los ojos. Observa el cuidado de los detalles hasta lo más menudo. Nunca te pongas mañana lo que puedas vestir hoy. ¡Paralaje!
(Con una sacudida nerviosa de la cabeza.)
¿Has oído ese chasquido de mi cerebro? ¡Polisilabaje!
BLOOM:
(con un codo apoyado en una mano, un índice en la mejilla)
Ella parece triste.
VIRAG:
(cínicamente, con sus dientes de comadreja descubiertos en amarillo, se baja el ojo izquierdo con el dedo y ladra roncamente)
¡Impostura! Cuidado con las niñitas con trenzas y las falsas enlutadas. Lirio de la calle. Todas poseen el capullo del soltero descubierto por Rualdus Columbus. Revuélcala. Colúmbiala. Camaleón.
(De mejor humor.)
Bueno, entonces, permíteme llamar tu atención hacia la número tres. Hay mucho de ella visible a simple vista. Observa la masa de materia vegetal oxigenada sobre su cráneo. ¡Ahí va, se arrima! El patito feo del grupo, mal equilibrado y pesado de quilla.
BLOOM:
(lamentándolo)
Cuando uno sale sin escopeta.
VIRAG: Tenemos todas las marcas, suave, media y fuerte. Paguen su dinero, elijan lo que se van a llevar. Qué feliz podrías ser con cualquiera de las dos…
BLOOM: ¿Con…?
VIRAG:
(retorciendo la lengua)
¡Ñam! Mira. Está bien construida. Está revestida de una capa de grasa bastante considerable. Obviamente mamífera en cantidad de pecho, observas que tiene delante bien avanzadas dos protuberancias de dimensiones muy respetables, inclinadas a caer en el plato de sopa del mediodía, mientras que en la parte posterior a nivel inferior hay otras dos protuberancias que sugieren un potente recto y son tumescentes a la palpación sin dejar nada que desear salvo en lo compacto. Tales partes carnosas son producto de una cuidadosa nutrición. Cuando se ceban en corral sus hígados alcanzan un tamaño elefantino. Bolitas de pan fresco con hinojo y benjuí hechas bajar con pociones de té verde, las dotan durante su breve existencia de unos acericos naturales de colosal grasa cetácea. ¿Eso te va a modo, eh? Las ollas de carne de Egipto, para hacerte la boca agua. Revuélcate en ello.
(Se le contrae la garganta.)
¡Patapán! Ahí va ése otra vez.
BLOOM: No me gusta el orzuelo.
VIRAG:
(enarca las cejas)
Tocarlo con un anillo de oro, dicen.
Argumentum ad feminam
, como decíamos en la vieja Roma y en la antigua Grecia durante el consulado de Diplodocus y de Ictiosauros. Para lo demás el remedio soberano de Eva. No está en venta. Se alquila sólo. Hugonote.
(Se contrae.)
Es un ruido curioso.
(Tose estimulantemente.)
Pero es posible que sea sólo una verruga. Supongo que te habrás acordado de lo que te había enseñado sobre ese asunto: harina de trigo con miel y nuez moscada.
BLOOM:
(reflexionando)
Harina de trigo con licopodio y silabaje. Este interrogatorio agotador. Ha sido un día desacostumbradamente fatigoso, una serie de accidentes. Espera. Quiero decir, sangre de verrugas extiende las verrugas, decías…
VIRAG:
(severamente, con la nariz muy en caballete, el ojo guiñando a un lado)
Deja de dar vueltas a los pulgares y piensa y cavila un poco. Ya ves, te has olvidado. Ejercita tu mnemotecnia.
La causa è santa
. Tara. Tara.
(Aparte.)
Seguro que se acuerda.
BLOOM: Del romero también te he oído hablar o de la fuerza de voluntad sobre los tejidos paralíticos. Y además, no, no, tengo un barrunto. El toque de una mano de muerto, cura. ¿Mnemo?
VIRAG:
(excitado)
Eso es. Eso es. Exactamente. Técnica.
(Golpea enérgicamente su rollo de pergamino.)
Este libro te dice cómo actuar, con todos los detalles descriptivos. Consúltese el índice, para la fobia delirante del acónito, la fobia melancólica del ácido muriático, la fiebre priápica de la pulsatilla. Virag va a hablarles de amputación. Nuestro viejo amigo el cáustico. Hay que matarlas de hambre. Hacerlas saltar con una crin de caballo en el cuello fistuloso. Pero, para cambiar el debate hacia los búlgaros y los vascos, ¿has decidido si te gustan o no te gustan las mujeres en vestimenta masculina?
(Con una seca risita.)
Pensabas dedicar un año entero al estudio del problema religioso y los meses de verano de 1822 a cuadrar el círculo y a ganar ese millón. ¡Naranjas! De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso. ¿En pijama, digamos? ¿O en culots de ganchillo a media pierna, cerrados? ¿O, supongamos, en esas complicadas combinaciones, camiculots?
(Canta como un gallo, con desprecio.)
¡Quiquiriquí!
(Bloom observa con incertidumbre a las tres putas, luego mira a la luz malva velada, oyendo la polilla que vuela sin cesar.)
BLOOM: Entonces quería haber concluido ahora. Camisón de dormir nunca fue. Después esto. Pero mañana será otro día. El pasado era es, hoy. Lo que es ahora será entonces mañana como ahora era ser antea.
VIRAG:
(le apunta al oído en cuchicheo)
Los insectos de un día pasan su breve existencia en reiterado coito, seducidos por el olor de la hembra inferiormente pulcritudinosa por su posesión de una extensificada vitalidad pudendal en la región dorsal. ¡Lorito real!
(Su pico de loro amarillo charlotea nasalmente.)
Tienen un refrán en los Cárpatos en o alrededor del año cinco mil quinientos cincuenta de nuestra era: Una cucharadita de miel atrae el oso pardo más que media docena de barriles de vinagre de vino de primera clase. El zumbido del oso espanta a las abejas. Pero de eso, aparte. En otro momento podemos reanudarlo. Estábamos muy complacidos, por nuestra parte.
(Tose y, inclinando la frente, se restriega la nariz, pensativo, con mano en cuchara.)
Encontrarás que estos insectos nocturnos siguen la luz. Una ilusión, porque acuérdate de sus ojos complejos no adaptables. Para todos estos puntos espinosos, mira el libro diecisiete de mis
Fundamentos de Sexología
o
La Pasión del Amor
, que el doctor L. B. dice que es el libro más sensacional del año. Algunos, por ejemplo, hay también cuyos movimientos son automáticos. Observa. Éste es su sol apropiado. Ave nocturna sol nocturno barrio nocturno. ¡Persígueme, Charley!
(Sopla en el oído de Bloom.)
¡Zumba!
BLOOM: Abeja o abejorro también el otro día batiendo contra la sombra en la pared se aturdió entonces yo erré aturdido camisa abajo suerte que yo…
VIRAG:
(con la cara impasible, ríe con rica tonalidad femenina)
¡Espléndido! Una cantárida en la bragueta o una cataplasma de mostaza en el instrumento.
(Balbucea glotonamente con barbas y moco de pavo.)
¡Blublubú, blublubú! ¿Dónde estamos? ¡Ábrete, sésamo! ¡Resucita!
(Desarrolla rápidamente el pergamino y lee, con su nariz de luciérnaga corriendo hacia atrás por las letras que marca con su garra.)
Espera, buen amigo. Te ofrezco tu respuesta. Las ostras del Red Bank estarán en seguida con nosotros. Soy el supercocinero. Esos suculentos bivalvos pueden venirnos bien, y las trufas del Périgord, tubérculos desalojados mediante el señor puerco omnívoro, no tenían rival en casos de debilidad nerviosa o viraguitis. Aunque hieden sin embargo punzan.
(Agita la cabeza con cacareante sorna.)
Bromista. Con mi monóculo en mi ocular.
(Estornuda.)
¡Amén!
BLOOM:
(ausente)
A simple vista el caso bivalvo de la mujer es peor. Siempre sésamo abierto. El sexo hendido. Por eso tienen miedo de bichos, de cosas que se arrastran. Sin embargo Eva y la serpiente lo contradicen. No es un hecho histórico. Evidente analogía con mi idea. Las serpientes también son golosas de la leche de mujer. Se abren camino retorciéndose por millas de bosque omnívoro para suculentisuccionarles el pecho hasta dejárselo seco. Como esas ubrebromistas matronas romanas de que uno lee en la Elephantuliasis.
VIRAG:
(con la boca proyectada en arrugas duras, los ojos pétreamente abandonados y cerrados, salmodia en exótica cantilena)
Que las vacas con esas ubres distendidas que tienen que se ha sabido que ellas…
BLOOM: Voy a chillar. Con perdón. ¿Ah? Eso.
(Repite.)
Espontáneamente a buscar la madriguera del saurio para confiar sus tetas a su ávida succión. La hormiga ordeña al pulgón.
(Profundamente.)
El instinto rige el mundo. En la vida. En la muerte.
VIRAG:
(la cabeza de medio lado, enarca la espalda y agobiando sus hombros-alas, observa la polilla con legañosos ojos abultados, señala con una garra córnea y grita)
¿Quién es Ger Ger? ¿Quién es el querido Gerald? Oh, mucho temo yo que se queme de mala manera. Pog favog ¿quiegue alguna pegsona ahoga impedig catástgofe
mit
agitación de segvilleta de pguimega clase?
(Maúlla.)
¡Mis mis mis mis mis!
(Suspira, se echa atrás y mira fijamente abajo, de medio lado, con la mandíbula caída.)
Bueno, bueno. Él descansa agora.
(Da una súbita dentellada al aire.)