LA POLILLA:
Soy una cosa hechicera que vuela en la primavera y baila en ronda ligera. Una reina yo antes era y hoy ando de esta manera: Volar y volar quisiera: ¡Fuera! |
(Se precipita contra la pantalla malva aleteando ruidosamente.)
Bonitas bonitas bonitas bonitas bonitas bonitas enagüitas.
(Por la entrada al fondo a la izquierda, con dos pasos deslizantes, avanza Henry Flower, hacia la izquierda del primer término. Viste un manto oscuro y un ancho sombrero inclinado con penacho de plumas. Lleva un dulcémer de cuerdas de plata, con incrustaciones, y una larga pipa de Jacob, de tubo de bambú, con la cazoleta de barro en forma de cabeza de mujer. Va en calzón corto de terciopelo oscuro y escarpines de hebilla de plata. Tiene la cara romántica del Salvador, con rizos fluyentes, fina barba y mostacho. Sus flacas zancas y pies de gorrión son los del tenor Mario, príncipe de Candía. Se acomoda los puños de encaje plisado y se humedece los labios pasando su amorosa lengua.)
HENRY:
(en voz baja de dulzaina, tocando las cuerdas de su guitarra)
Hay una flor que florece.
(Virag, truculento, la mandíbula apretada, mira fijo a la lámpara. El grave Bloom observa el cuello de Zoe. Henry el galante vuelve su sotabarba colgante hacia el piano.)
STEPHEN:
(para sí)
Tocar con los ojos cerrados. Imitar a papá. Llenándome la barriga con cortezas de cerdo. Demasiado de esto. Me levantaré e iré a. Es de esperar que esto sea. Steve, estás en camino perloso. Tengo que visitar al viejo Deasy o telegrafiarle. Nuestra entrevista de esta mañana ha dejado en mí una profunda impresión. Aunque nuestras edades. Le escribiré mañana del todo. Estoy en parte borracho, a propósito.
(Vuelve a tocar las teclas.)
El acorde en menor viene ahora. Sí. No mucho sin embargo.
(Almidano Artifoni sostiene una batuta de rollo de música con vigoroso movimiento de bigotes.)
ARTIFONI:
Ci rifletta. Lei rovina tutto.
FLORRY: Cántanos algo. La dulce y vieja canción de amor.
STEPHEN: No tengo voz. Soy un artista completamente acabado. Lynch, ¿te enseñé la carta sobre el laúd?
FLORRY:
(con sonrisa tonta)
El pájaro que sabe cantar y no quiere.
(Los hermanos siameses, Philip Borracho y Philip Lúcido, dos profesores de Oxford, aparecen en el hueco de la ventana con segadoras de césped. Los dos están enmascarados con la cara de Matthew Arnold.)
PHILIP LÚCIDO: Acepta la opinión de un tonto. No todo está bien. Desarróllalo con una colilla de lápiz, como un buen joven idiota. Tres libras con doce es lo que tienes, dos billetes, un soberano, dos coronas, si la juventud supiera. Mooney-en-ville, Mooney-sur-mer, el Moira, en Larchet, en el hospital de la calle Holles, en Burke. ¿Eh? Te vigilo.
PHILIP BORRACHO:
(impaciente)
Ah, bobadas, hombre. ¡Vete al infierno! He pagado siempre. Si por lo menos lograse averiguar lo de las octavas. Reduplicación de personalidad. ¿Quién fue quien me dijo su nombre?
(Su segadora empieza a ronronear.)
Ah, sí.
Zoe mou sas agapó
. Tengo la impresión de que ya he estado antes aquí. ¿Cuándo fue?, no Atkinson, su tarjeta la tengo por algún sitio. Mac no sé qué. Unmack, ya lo tengo. Me habló de, espera, Swinburne, era eso, ¿no?
FLORRY: ¿Y la canción?
STEPHEN: El espíritu está pronto pero la carne es débil.
FLORRY: ¿Usted no es de Maynooth? Se parece a alguien que conocía.
STEPHEN: Ahora he salido de eso.
(Para sí.)
Listo.
PHILIP BORRACHO Y PHILIP LÚCIDO:
(con las segadoras ronroneando en un rigodón de briznas de hierba)
Listo, visto. Salido de eso. Salido de eso. A propósito, ¿tienes el libro, la cosa, el bastón? Sí, ahí está, sí. Listo, visto, salido de eso ya. Consérvate en forma. Haz como nosotros.
ZOE: Estuvo aquí un cura hace dos noches haciendo sus cositas con la chaqueta abotonada hasta arriba. No es necesario que intente esconderlo, le digo yo. Sé que lleva alzacuello.
VIRAG: Perfectamente lógico desde su punto de vista. La caída del hombre.
(Ásperamente, con las pupilas dilatadas.)
¡Al demonio con el Papa! No hay nada nuevo bajo el sol. Yo soy el Virag que descubrió los secretos sexuales de monjes y doncellas. Por qué dejé la Iglesia de Roma. Lean El Cura, la Mujer y el Confesionario. Penrose, Flipperty Jippert.
(Se retuerce.)
La Mujer, desciñéndose con dulce pudor su cinturón de juncos, ofrece su yoni de suprema humedad a la lingam del Hombre. Poco después, el Hombre obsequia a la Mujer con trozos de carne de jungla. La Mujer muestra alegría y se cubre con mantos de plumas. El Hombre le ama su yoni salvajemente con gran lingam, la tiesa.
(Grita.)
Coactus volui
. Después la frívola Mujer se quiere ir por ahí. El fuerte Hombre agarra a la Mujer por la muñeca. La Mujer chilla, muerde, echa espumarajos. El Hombre, ahora salvajemente furioso, golpea el grueso yadgana de la Mujer.
(Se persigue la cola.)
¡Pif-paf! ¡Pompom!
(Se detiene, estornuda.)
¡Atchís!
(Se manosea la punta.)
¡Prrrrt!
LYNCH: Espero que le pondrías una penitencia al buen padre. Nueve glorias por disparar contra un obispo.
ZOE:
(lanza humo de marsopa por las narices)
No pudo conseguir comunicación. Sólo la sensación, ya comprendes. A palo seco.
BLOOM: ¡Pobre hombre!
ZOE:
(con descuido)
Sólo por lo que le ocurrió.
BLOOM: ¿Cómo?
VIRAG:
(un rictus diabólico de luminosidad le contrae el rostro mientras tiende adelante el cuello descarnado. Levanta un hocico de becerro monstruoso y aúlla) Verfluchte Goim!
Tenía un padre, cuarenta padres. Nunca existió. ¡Cochino Dios! Tenía dos pies izquierdos. Era Judas Yaquías, un eunuco libio, el bastardo del Papa.
(Se inclina hacia delante sobre atormentadas patas anteriores, los codos inclinados con rigidez, los ojos agonizantes en su liso cuello y cráneo, ladrando sobre el mundo mudo.)
El hijo de una prostituta. Apocalipsis.
KITTY: Y Mary Shortall que estaba en el hospital con la sífilis que había pillado de Jimmy Pidgeon el de la gorra azul tuvo un hijo de él que no podía tragar y quedó ahogado con las convulsiones en el colchón y todos nos subscribimos para el entierro.
PHILIP BORRACHO:
(gravemente) Qui vous a mis dans cette fichue position, Philippe?
PHILIP LÚCIDO:
(alegremente) C’était le sacré pigeon, Philippe.
(Kitty se quita el alfiler del sombrero y lo deja a un lado con calma, dándose golpecitos en su pelo de alheña. Y jamás se vio una cabellera más linda y más delicada, de rizos seductores, sobre los hombros de una puta. Lynch se pone el sombrero de Kitty. Ella se lo arranca de un tirón.)
LYNCH:
(se ríe)
Y para tales placeres ha inoculado Metchnikoff monos antropoides.
FLORRY:
(asintiendo)
Ataxia locomotriz.
ZOE:
(alegremente)
A ver, mi diccionario.
LYNCH: Tres vírgenes prudentes.
VIRAG:
(sacudido de tercianas, abundante baba amarilla espumeando en sus huesudos labios epilépticos)
Ella vendía filtros de amor, cera blanca, flor de azahar. Pantera, el centurión romano, la polucionó con sus genitorios.
(Saca una lengua de escorpión, vibrante y fosforescente, con la mano en la ingle.)
¡Mesías! Le rompió el tímpano a ella.
(Con gritos balbucientes de babuino sacude las caderas en el cínico espasmo.)
¡Hic! ¡Hec! ¡Hac! ¡Hoc! ¡Huc! ¡Coc! ¡Cuc!
(Ben Jumbo Dollard, rubicundo, musculoso, con pelos saliéndole por las narices, gran barba, orejas de repollo, pecho velloso, melena hirsuta, tetillas gordas, se adelanta, con los lomos y los genitales apretados en un pantaloncito de baño.)
BEN DOLLARD:
(tocando castañuelas de hueso en sus grandes zarpas almohadilladas, canta en jovial yódel con voz de bajo barríltono)
Cuando el amor absorbe mi alma ardiente.
(Las vírgenes, Hermana Callan y Hermana Quigley, se abren paso precipitadamente por entre las cuerdas y los segundos del ring y le abruman cayendo sobre él con los brazos abiertos.)
LAS VÍRGENES:
(desbordadas)
¡Big Ben! ¡Ben mi Chree!
UNA VOZ: ¡Sujetad a ese de los calzones!
BEN DOLLARD:
(se da un golpe en el muslo con abundante risa)
¡A ver, agarradle ya!
HENRY:
(acariciando sobre su pecho una cabeza cortada de mujer, murmura)
Corazón tuyo, amor mío.
(Pulsa las cuerdas del laúd.)
La primera vez que vi…
VIRAG:
(cambiando de piel y pelechando su multitudinario plumaje)
¡Canallas!
(Bosteza, enseñando una garganta negra como carbón y se cierra las mandíbulas dando un empujón hacia arriba con su rollo de pergamino.)
Dicho lo cual, emprendí mi retirada. Hasta más ver. Adiós para siempre.
Dreck!
(Henry Flower se peina rápidamente bigote y barba con un peine de bolsillo y se da en el pelo una alisada con saliva. Siguiendo el rumbo de su estoque, se desliza hacia la puerta, su arpa bárbara en bandolera. Virag alcanza la puerta en dos torpes saltos de zancuda, la cola erguida, y prende diestramente en la pared, ladeado, un volante amarillo–pus, pegándolo de un cabezazo.)
EL VOLANTE: K 11. córteselo. Estrictamente confidencial. Dr. Hy Franks.
HENRY: Todo está perdido ya.
(Virag se desatornilla la cabeza en un periquete y la sujeta bajo el brazo.)
LA CABEZA DE VIRAG: ¡Curandero! ¡Cuac!
(Hacen mutis por separado.)
STEPHEN:
(por encima del hombro, a Zoe)
Habrías preferido el batallador párroco que fundó el error protestante. Pero cuidado con Antístenes, el sabio perruno, y el modo como acabó Arrio el Heresiarca. La agonía en el retrete.
LYNCH: Para ella todo es uno y el mismo Dios.
STEPHEN:
(devotamente)
Y Señor soberano de todas las cosas.
FLORRY:
(a Stephen)
Estoy segura de que eres un cura que ha colgado la sotana. O un fraile.
LYNCH: Lo es. Es hijo de un cardenal.
STEPHEN: Pecado cardinal. Frailes del sacacorchos.
(Aparece en la puerta Su Eminencia Simon Stephen Cardenal Dedalus, Primado de toda Irlanda, vestido con sotana, sandalias y calcetines rojos. Le llevan la cola siete acólitos enanos y simiescos, también de rojo, los pecados cardinales, atisbando por debajo. Él lleva una chistera abollada en la cabeza, ladeada. Tiene los pulgares metidos por los sobacos con las palmas extendidas. En torno al cuello le cuelga un rosario de corchos que termina sobre el pecho en un sacacorchos en cruz. Dejando libres los pulgares, invoca la gracia de lo alto con grandes gestos ondeantes y proclama con hinchada pompa:)
EL CARDENAL:
Conservio yace en prisión. Está en la más profunda mazmorra con grillos y cadenas en pies y manos que pesan más de tres toneladas. |
(Mira a todos por un momento, con el ojo derecho cerrado fuerte, la mejilla izquierda hinchada. Luego, incapaz de contener su regocijo, se balancea de un lado a otro, con los brazos en jarras, y canta con desbordante humor contagioso.)
Ah, el pobrecillo las pa las pa las pa las patas de amarillo era grueso, carnoso, vivo como una anguila, y bien gordito, pero algún jodido bribón para comérsele el blanco riñón le asesinó a Nell Flaherty su querido patito. |
(Una multitud de mosquitos le hormiguea por el manto. Se rasca las costillas con los brazos cruzados, haciendo muecas, y exclama:)
Sufro la angustia de los condenados. Por el santo violín, gracias sean dadas a Jesús de que estos graciosos pequeñitos no son unánimes. Si lo fueran, me barrerían de la faz del jodido mundo.
(Con la cabeza ladeada, bendice sumariamente con los dedos índice y medio, impartiendo el beso pascual, y se retira cómicamente en pasodoble, balanceando el sombrero de un lado a otro y encogiéndose rápidamente hasta el tamaño de los que le llevan la cola. Los acólitos enanos, risoteando, atisbando, dándose codazos, lanzándose ojeadas, dándose el beso de Pascua, zigzaguean detrás de él. Se oye su voz suavemente desde lejos, misericordiosa, masculina, melodiosa.)
Te llevará mi corazón te llevará mi corazón y el aliento de la noche perfumada ¡te llevará mi corazón! |
(El pestillo de la puerta gira como por un truco.)
EL PESTILLO: Teeee.
ZOE: El diablo está en esa puerta.
(Una figura masculina desciende por la crujiente escalera y se le oye tomar del perchero el impermeable y el sombrero. Bloom se adelanta involuntariamente en sobresalto y, medio cerrando la puerta al pasar, saca del bolsillo el chocolate y se lo ofrece nerviosamente a Zoe.)
ZOE:
(le restriega el pelo vivamente)
¡Humm! Gracias a tu madre por los conejos. Me encantan de veras las cosas que me gustan.
BLOOM:
(oyendo una voz masculina que habla con las putas en el umbral, aguza las orejas)
¿Y si fuera él? ¿Después? ¿O porque no? ¿O por partida doble?
ZOE:
(desgarra el papel de estaño)
Los dedos se hicieron antes que los tenedores.
(Parte y roe un pedazo, da otro a Kitty Ricketts y luego se vuelve como una gatita a Lynch.)
¿No te parece mal una tableta de laxante?
(Él asiente. Ella le toma el pelo.)
¿La tomas ahora o esperas a cogerla?
(Él abre la boca, la cabeza echada atrás. Ella da vueltas al premio a la izquierda. Él lo sigue con la cabeza. Ella le da vueltas a la derecha. Él la observa.)
¡Coge!
(Ella le lanza un trozo. Con hábil agarre, él lo caza el vuelo y lo parte de un mordisco con un crujido.)
KITTY:
(masticando)
El ingeniero con que estaba yo en la tómbola los tiene deliciosos. Llenos de los mejores licores. Y el Virrey estaba allí con su señora. Qué bien lo pasamos en los caballitos de Toft. Todavía estoy mareada.
BLOOM:
(con abrigo de pieles a lo Svengali, los brazos cruzados y rizo en la frente a lo Napoleón, frunce el ceño en exorcismo ventriloquial con penetrante mirada de águila hacia la puerta. Luego, rígido, con el pie izquierdo adelantado, en rápido gesto, con dedos imperativos, hace la señal del Gran Maestre y deja caer el brazo derecho del hombro izquierdo)
¡Ve, ve, ve, te conjuro, quienquiera que seas!