LOS CIRCUNCIDADOS:
(en una oscura salmodia gutural, lanzando sobre él frutos del Mar Muerto, sin flores) Shema Israel Adonai Elohenu Adonai Echad
.
VOCES:
(suspirando)
Así que se fue. Ah, sí. Sí, claro. ¿Bloom? Nunca he oído hablar de él. ¿No? Tío raro. Ahí está la viuda. ¿Conque sí? Ah, sí.
(De la pira india de la viuda se eleva la llama de resina de alcanfor. El palio de humo de incienso la recubre y se dispersa. Saliendo de su marco de roble, una ninfa con el pelo desatado, vestida ligeramente en colores artísticos pardo-té, desciende de su gruta y, pasando bajo tejos entrelazados, se sitúa sobre Bloom.)
LOS TEJOS:
(con sus hojas susurrando)
Hermana. Nuestra hermana. Chsst.
LA NINFA:
(suavemente)
¡Mortal!
(Benignamente.)
No, en verdad no debierais llorar.
BLOOM:
(avanza reptando gelatinosamente bajo las ramas, veteado por la luz del sol, con dignidad)
Esta postura. Me pareció que se esperaba de mí. La fuerza de la costumbre.
LA NINFA: ¡Mortal! Me has hallado en malas compañías, bailarinas de patas por alto, juerguistas domingueros, boxeadores, generales famosos, actores inmorales de pantomima en mallas ajustadas y las frívolas que bailan el
shimmy
, La Aurora y Karini, espectáculo musical, el éxito del siglo. Yo estaba escondida en barato papel rosado que olía a aceite mineral. Me rodeaba la obscenidad trasnochada de los hombres de los clubs, relatos para turbar a la tierna juventud, anuncios de transparencias, dados trucados, almohadillados para el busto, artículos especiales y por qué llevar braguero, con testimonio de un caballero herniado. Consejos útiles a los casados.
BLOOM:
(eleva una cabeza de tortuga hacia el regazo de ella)
Nos hemos conocido ya antes. En otra estrella.
LA NINFA:
(tristemente)
Artículos de goma. Irrompibles. La marca preferida de la aristocracia. Corsés para hombres. Curo las convulsiones o se reembolsa el dinero. Testimonios no solicitados a favor del maravilloso pectógeno del Profesor Waldmann. Mi busto se desarrolló cuatro pulgadas en tres semanas, informa la señora Gus Rublin con foto.
BLOOM: ¿Quieres decir
Photo Bits
?
LA NINFA: Eso es. Tú te me llevaste, enmarcada en roble y oropel, me pusiste sobre tu lecho matrimonial. Sin ser visto, un atardecer estival, me besaste en cuatro sitios. Y con lápiz amoroso sombreaste mis ojos, mi seno y mis vergüenzas.
BLOOM:
(besando humildemente su largo pelo)
Tus curvas clásicas, bella inmortal. Me alegraba mirarte, alabarte, oh cosa de belleza, casi rezarte.
LA NINFA: Durante largas noches te oí alabarme.
BLOOM:
(rápidamente)
Sí, sí. Quieres decir que yo… El sueño revela el lado peor de cada cual, quizá con excepción de los niños. Sé que me caí de la cama o más bien que me empujaron. Se dice que el vino ferruginoso cura el roncar. Por lo demás está ese invento inglés, del que recibí un folleto el otro día, con la dirección equivocada. Asegura procurar un escape inofensivo y sin ruido.
(Suspira.)
Siempre ha sido así. Fragilidad, tu nombre es matrimonio.
LA NINFA:
(con los dedos en los oídos)
Y palabras. No están en mi diccionario.
BLOOM: ¿Las comprendías?
LOS TEJOS: ¡Chsss!
LA NINFA:
(se tapa la cara con la mano)
¿Qué no he visto en ese cuarto? ¿Qué deben mis ojos seguir mirando?
BLOOM:
(excusándose)
Ya sé. Ropa interior manchada, puesta cuidadosamente del revés. Las arandelas están sueltas. De Gibraltar por larga mar, hace mucho.
LA NINFA:
(inclina la cabeza)
¡Peor! ¡Peor!
BLOOM:
(reflexiona cautamente)
Esa cómoda anticuada. No era para su peso. Ella no pesaba entonces nada más que setenta kilos. Ganó nueve libras después del destete. Estaba agrietada y no tenía cola. ¿Eh? Y ese absurdo utensilio con greca naranja que tiene sólo un mango.
(Se oye el ruido de una catarata, en clara cascada.)
LA CATARATA:
Poulaphouca Poulaphouca Poulaphouca Poulaphouca. |
LOS TEJOS:
(mezclando sus ramas)
Escucha. Susurra. Tiene razón, nuestra hermana. Crecimos junto a la catarata de Poulaphouca. Dábamos sombra en lánguidos días de verano.
JOHN WYSE NOLAN:
(al fondo, en uniforme de Guardia Forestal Nacional de Irlanda, se levanta el sombrero emplumado)
¡Prosperad! ¡Dad sombra en días lánguidos, árboles de Irlanda!
LOS TEJOS:
(murmurando)
¿Quién vino a Poulaphouca con la excursión de escuela media? ¿Quién dejó a sus compañeros buscando nueces para buscar nuestra sombra?
BLOOM:
(pecho de pollo, hombros de botella, con hombreras rellenas, en borroso traje juvenil gris y negro a rayas, demasiado pequeño para él, zapatos blancos de tenis, calcetines ribeteados dados vuelta y una gorra roja de escuela, con emblema)
Yo era un muchachito, en pleno crecimiento. Poco bastaba entonces, el traqueteo de un coche, los olores mezclados del guardarropas y el lavabo de señoras, la multitud apretada en las escalinatas del viejo Royal (pues les gustan los apretones, los instintos del rebaño, y el oscuro teatro oliente a sexo desencadena el vicio). Incluso una lista de precios de medias de ellas. Y luego el calor. Ese verano había manchas solares. Fin de curso. Y el bizcocho borracho. Días alciónicos.
(Los Días Alciónicos, muchachos de escuela media con jerseys de fútbol azul y blanco y pantalones cortos, Señorito Donald Turnbull, Señorito Abraham Chatterton, Señorito Owen Goldberg, Señorito Jack Meredith, Señorito Percy Apjohn, se detienen en un claro de los árboles y gritan al Señorito Leopold Bloom.)
LOS DÍAS ALCIÓNICOS: ¡Merluzo! ¡A ver si resucitas! ¡Hurra!
(Aclaman.)
BLOOM:
(muchachote torpe, de guantes calientes y bufanda de mamá, atontado de bolas de nieve sin fuerza, se esfuerza por levantarse)
¡Otra vez! ¡Siento que tengo dieciséis años! ¡Qué juerga! Vamos a tocar todas las campanillas de la calle Montague.
(Aclama débilmente.)
¡Hurra por los de la Escuela!
EL ECO: ¡Tu abuela!
LOS TEJOS:
(rozando sus ramas)
Tiene razón nuestra hermana. Susurrad.
(Se oyen en el bosque besos susurrados. Caras de hamadríadas asoman de los troncos y entre las hojas y se abren bloomifloreciendo.)
¿Quién profanó nuestra sombra silenciosa?
LA NINFA:
(tímidamente a través de los dedos medio separados)
¡Ahí! ¿Al aire libre?
LOS TEJOS:
(inclinándose abajo)
Hermana, sí. Y en nuestro césped virgen.
LA CATARATA:
Poulaphouca Poulaphouca Phoucaphouca Phoucaphouca. |
LA NINFA:
(con los dedos abiertos)
¡Oh! ¡Infamia!
BLOOM: Yo era precoz. La juventud. Los faunos. Sacrifiqué al dios de la floresta. Las flores que florecen en la primavera. Era la época de aparearse. La atracción capilar es un fenómeno natural. Lotty Clarke, la de cabellos de lino, la vi en sus arreglos nocturnos a través de cortinas mal cerradas, con los gemelos del pobre papá. La muy loca comía hierba salvajemente. Se dejó rodar abajo en el puente de Rialto para tentarme con su efluvio de espíritus animales. Trepó a aquel árbol retorcido y yo… Un santo no lo podría resistir. El demonio me poseyó. Además, ¿quién lo vio?
(
Staggering Bob
, un ternero recién nacido, de testuz blanca, asoma su cabeza rumiante, con narices húmedas, a través del follaje.)
STAGGERING BOB
: Yo. Yo ver.
BLOOM: Simplemente satisfaciendo una necesidad.
(Con patetismo.)
Ninguna chica quería cuando yo iba buscando chicas. Demasiado feo. No querían seguir el juego…
(Allá arriba en Ben Howth, a través de rododendros, pasa una cabrita, de ubres hinchadas, rabo mocho, dejando caer sus pasas.)
LA CABRITA: (Bala) ¡Beeg-eg-ageeegg! ¡Caaaabr!
BLOOM:
(sin sombrero, sofocado, cubierto de arrancamoños de cardos y brezos)
Comprometidos seriamente. Las circunstancias alteran los casos.
(Mira hacia abajo, atentamente, al agua.)
Treinta y dos vueltas de campana por segundo. Pesadilla periodística. Elías con vértigo. Caída de una escollera. Triste final de empleado de la Imprenta del Gobierno.
(A través del aire veraniego silencioso en plata, el maniquí de Bloom, envuelto como una momia, baja rodando desde la escollera de Lion’s Head a las violáceas aguas en espera.)
EL MOMIMANIQUÍ: ¡Bbbbblllllbbblblodschbg!
(Allá lejos, al largo de la bahía, entre los faros de Bailey y Kish, navega el
Erin’s King
, lanzando un ensanchado penacho de humo de carbón por la chimenea, hacia tierra.)
EL CONCEJAL NANNETTI:
(solo en la cubierta, de alpaca oscura, cara amarilla de milano, la mano en la abertura del chaleco, declama)
Cuando mi país ocupe su lugar entre las naciones de la tierra, entonces, y sólo entonces, sea escrito mi epitafio. He…
BLOOM: Terminado. ¡Prff!
LA NINFA:
(altanera)
Nosotras las inmortales, como has visto hoy, no tenemos tal sitio, ni tampoco pelo ahí. Somos frías como la piedra y puras. Comemos luz eléctrica.
(Enarca el cuerpo en crispación lasciva, metiéndose el índice en la boca.)
Me habló. Lo oí por atrás. ¿Cómo pudiste entonces…?
BLOOM:
(dando zancadas por la llanura, abyecto)
Ah, he sido un perfecto cerdo. También lavativas he administrado. Un tercio de pinta de cuasia, añadiendo una cucharadita de sal gema. Por la base arriba. Con la jeringa Hamilton Long, la amiga de las señoras.
LA NINFA: En mi presencia. La borla de los polvos.
(Se ruboriza y hace una reverencia.)
¡Y lo demás!
BLOOM:
(abatido)
Sí.
Peccavi!
He rendido homenaje en ese altar vivo donde la espalda cambia de nombre.
(Con súbito fervor.)
Pues ¿por qué debería esa mano enjoyada, delicadamente perfumada, la mano que rige…?
(Pasan unas figuras serpenteando en lento diseño boscoso en torno a los troncos de los árboles, arrullando.)
LA VOZ DE KITTY:
(en la espesura)
Enséñanos uno de esos cojines.
LA VIZ DE FLORRY: Aquí está.
(Un gallo de bosque aletea torpemente a través del monte bajo.)
LA VOZ DE LYNCH:
(en la espesura)
¡Uf! ¡Caliente que abrasa!
LA VOZ DE ZOE:
(desde la espesura)
Salió de un sitio caliente.
LA VOZ DE VIRAG:
(jefe piel roja, con vetas azules y plumas en su atuendo de guerra, con su azagaya, atraviesa a zancadas un crujiente cañaveral pisando hayucos y bellotas)
¡Caliente! ¡Caliente! ¡Cuidado con Toro Sentado!
BLOOM: Puede más que yo. La cálida huella de su cálida forma. Incluso sentarme donde se ha sentado una mujer, especialmente con muslos abiertos, como para conceder el favor supremo, muy especialmente con los faldones de raso de la chaqueta previamente bien levantados. Tan femeninamente llena. Me llena plenamente.
LA CATARATA:
Philallena Poulaphouca Poulaphouca Poulaphouca. |
LOS TEJOS: ¡Chsst! ¡Hermana, habla!
LA NINFA:
(sin ojos, en hábito blanco de monja, cofia y toca de anchas alas, suavemente, con remota mirada)
Convento Tranquilla. Sor Ágata. Monte Carmelo, las apariciones de Knock y Lourdes. Ya no más deseos.
(Reclina la cabeza, suspirando.)
Sólo lo etéreo. Donde la sueñosa cremosa gaviota sobre el agua turbia flota.
(Bloom se levanta a medias. El botón del bolsillo de atrás le salta.)
EL BOTÓN: ¡Bip!
(Dos fulanas del Coombe pasan bailando bajo la lluvia, con chales, aullando sordamente.)
LAS FULANAS:
Oh Leopold perdió el alfiler de las bragas no sabía qué hacer para sostenerla en alto para sostenerla en alto. |
BLOOM:
(fríamente)
Habéis roto el hechizo. La gota de agua que rebosa. Si no hubiera más que lo etéreo, ¿dónde estaríais todas, postulantes y novicias? Tímida pero deseosa, como un burro que orina.
LOS TEJOS:
(precipitando el papel de plata de sus hojas, con los flacos brazos envejeciendo y vacilando)
¡Caedizamente!
LA NINFA:
(con sus rasgos endureciéndose, busca a tientas en los pliegues de su hábito)
¡Qué sacrilegio! ¡Atentar contra mi virtud!
(Aparece en su túnica una gran mancha mojada.)
¡Manchar mi inocencia! No eres digno de tocar la vestidura de una mujer pura.
(Se aprieta la túnica.)
Espera, Satán. No cantarás más canciones de amor. Amén. Amén. Amén. Amén.
(Saca un puñal y, revestida de la cota de malla de un caballero elegido entre nueve, le hiere en los lomos.) Nekum!
BLOOM:
(poniéndose en pie de un salto, le agarra la mano)
¡Eh! ¡Nebrakada! ¡Gata de siete vidas! Juego limpio, señora. Nada de cuchillo de podar. La zorra y las uvas, ¿no? ¿Qué tenemos de malo, para vuestro alambre de espino? ¿No es bastante grueso el crucifijo?
(Le agarra el velo.)
¿Un santo abad es lo que necesitas, o Brophy, el jardinero cojo, o la estatua sin pitorro del aguador, o la buena Madre Alphonsus, eh lagarta?
LA NINFA:
(con un grito, se escapa de él sin velo, su envoltura de escayola agrietándosele, con una nube de hedor escapando por las grietas)
¡Poli…!
BLOOM:
(le grita siguiéndola)
Como si vosotras no lo recibierais por partida doble, vosotras mismas. Sin sacudidas ni mucosidades múltiples por todas partes. Yo lo probé. Vuestra fuerza es nuestra debilidad. ¿Cuál es nuestro honorario de garañones? ¿Qué nos vais a pagar a tocateja? He leído que alquiláis bailarines en la Riviera.
(La ninfa fugitiva da altos gritos.)
¡Eh! Yo tengo detrás de mí dieciséis años de trabajo de negros. ¿Y me daría un jurado mañana cinco chelines por alimentos, eh? Engaña a otro, no a mí.
(Olfatea.)
Pero. Cebollas. Rancio. Azufre. Grasa.
(La figura de Bella Cohen se yergue ante él.)
BELLA: La próxima vez te acordarás de mí.
BLOOM:
(compuesto, la observa) Passée
. Carnero disfrazado de lechal. Dientes largos y vello superfluo. Una cebolla cruda para terminar por la noche le sentaría bien a su tez. Y algunos ejercicios para rebajar papada. Tus ojos están tan vaporosos como los ojos de cristal de tu zorro disecado. Tienen las dimensiones de tus otras facciones, eso es todo. Yo no soy un torpedo de tres hélices.