Read Una monarquía protegida por la censura Online
Authors: Iñaki Anasagasti
Si esto lo dice un chaval de 25 años que cree que Zapatero es la pomada contra el cáncer, pues no hay que extrañarse de que sus mayores sean tan bochornosamente cortesanos, ni de que, en la Comisión Mixta de control parlamentario, el PSOE y el PP aprobaron el mandato marco de la Corporación que regirá los principios generales para los próximos nueve años, negándose a que RTVE restringiera sin éxito las vacías informaciones sobre la familia real en este medio público.
ME QUEDO CON SALVADOR CARDÚS
Frente a este monarquismo estructural por parte del PSOE, hay gentes con la cabeza sobre los hombros que no pasan por todo. Uno de ellos es Salvador Cardús que considera que la Monarquía fue una imposición colada a la fuerza en un referéndum en el que se daba a elegir entre el todo o la nada. De otra manera hubieran ido las cosas si, con la memoria fresca del origen franquista de la actual Monarquía, la cual, por cierto, enterró al dictador con todos los honores, y antes de su bautismo democrático en el 23-F de 1981, en 1978 se hubiera planteado un referéndum específico acerca de su continuidad. Pero este tipo de reflexiones no sirven políticamente de mucho después de casi treinta años de permanente propaganda monárquica y después de conseguir crear una corriente de indiscutible afecto emocional hacia esas personas. La mayoría de republicanos catalanes, como de los republicanos españoles, aceptamos las reglas de juego actuales, respetamos a las personas que encarnan este símbolo de unidad nacional española, somos lo bastante inteligentes como para saber que según qué expresiones agresivas consiguen justo lo contrario de lo que buscan y esperamos con paciencia que un futuro más radicalmente democrático sirva para superar formas arcaicas, y en cualquier caso forzadas, de representación del Estado.
¿HUBIERAN SUPERADO LA «CRISIS DEL TÁMPAX»?
No sé si la Monarquía española hubiera resistido la crisis de la separación del príncipe Carlos con Diana Spencer y la célebre metáfora del támpax que el de Gales susurró a su Camila. Creo que no. De hecho, por espacio de mes y medio, en el 2007 de un cierto vapuleo, tuvo que salir el rey en la Universidad de Oviedo, el uno de octubre de ese año, diciendo que «la Monarquía había proporcionado el más largo periodo de estabilidad y prosperidad vividos por España». Es decir, el pueblo soberano no ha tenido nada que ver en esto de la democracia sino la Monarquía. Lo llamativo de aquella intervención fue que la hiciera el rey y hablara de la institución tras dos semanas de quema de imágenes suyas en algunas localidades catalanas, ya que, hasta entonces, casi nadie había salido a defender tan antidemocrática institución. Después, todo cambió y de ahí vino el derroche de la celebración del setenta cumpleaños por todo lo alto.
No le veo, pues, a la justicia española abriendo investigaciones parecidas a las británicas sobre la muerte de Diana de Gales y Dodi al Fayed con la esperanza de que se permita probar o descartar para siempre la teoría de que no se debió su muerte a un mero accidente en París, sino a un atentado inspirado por el duque de Edimburgo y ejecutado por los servicios secretos británicos el 31 de agosto de 1997.
Tampoco veo a la justicia española, que ha maltratado al hijo de Alfonso XIII, don Leandro, sentenciando que «el interés público importa más que la privacidad de la Familia Real británica». Y es que un tal Robert Brown acudió a los tribunales para demostrar que es sobrino de la reina Isabel II y, por tanto, el único hijo de la princesa Margarita.
Lo decía Dickie Arbiter, ex secretario privado de la reina y de los príncipes de Gales, en una entrevista que le hizo Eduardo Suárez en
El Mundo
, cuando le preguntaban sobre los cosas que se hacían en España con dinero público. «Si hay dinero público de por medio —contestaba—, esa persona tiene que responder por él. No sé cómo funciona esto en España, pero en Inglaterra todo el mundo puede ver como se gasta el dinero de la Familia Real. Lo único que tiene que hacer es abrir los libros».
A esto, el periodista le comentaba que eso no ocurría en el Estado español y el funcionario británico contestaba: «Entonces la Monarquía española no es transparente. Pero la nuestra lo es. Sabemos perfectamente cuántos viajes ha hecho el príncipe Andrés, cuántos coches ha usado este año, cuántos kilómetros ha hecho en ellos. Y yo creo que por eso la Monarquía es tan popular en Gran Bretaña, porque no se esconde nada a la gente».
Nada que ver con lo que hubiera contestado Alberto Aza el actual Jefe de la Casa Real, un funcionario que sigue actuando con la mentalidad de hace treinta años, cuando era uno de los fontaneros del presidente Suárez.
EL REPORTAJE HAGIOGRÁFICO DE LOS PRINCIPES DE ASTURIAS
Ustedes recordarán la censura total y absoluta que hubo en España en relación con la boda de los Príncipes de Asturias. Mientras la prensa de todo el mundo destacaba que el heredero español iba a casarse con una divorciada, nieta de un taxista, en España todos estábamos sumergidos en hectolitros de almíbar mientras se ocultaba e ignoraba uno de los perfiles de la noticia que tenía el componente de que quien les iba a casar, el cardenal de Madrid. Rouco y Varela, el mismo que se manifestó contra el divorcio, nunca ha oficiado ningún matrimonio en el que uno de los novios llegase divorciado al altar.
Por eso, ingenuo de mí, y ante tanta manipulación, formule la siguiente pregunta parlamentaria:
El pasado martes 18 de mayo, TVE dedicó un amplio reportaje a las biografías de don Felipe de Borbón y de doña Letizia Ortiz. En ningún momento se dio posibilidad alguna a una nota discordante ante aquella catarata de loas, propio de un país sin democracia. Nadie que pusiera en cuestión el dispendio del erario público ante un acto privado de esta envergadura, ni nadie que, con sentido republicano, ofreciera un contrapunto ante un pensamiento «políticamente correcto», tuvo entrada en un informe hecho por una televisión pública.
Paradójicamente, el nuevo director de los Servicios Informativos de TVE dijo el pasado 14 de mayo en su primera reunión con los medios de comunicación lo siguiente: «Este es el momento para conseguir hacer unos informativos absolutamente independientes. Me lo creo, lo voy a intentar y no voy a desfallecer». Fran Llorente, director de los Servicios Informativos de TVE, desveló algunos de los cambios y novedades que, poco a poco, va a ir introduciendo en el área de informativos. «Queremos construir una televisión pública de calidad en la que se escuchen todas las voces. Ser un referente informativo, y para ello vamos a buscar un equilibrio en la información que refleje una sociedad compleja y un mundo más amplio.» Por todo ello, este Senador pregunta al Gobierno lo siguiente:
¿Qué tiene que ver lo dicho por el señor Fran Llorente, director de los Servicios Informativos de TVE, con el citado reportaje y la exhaustiva, extenuante y acrítica información habida sobre la citada ceremonia?
Palacio del Senado, 19 de mayo de 2004
Iñaki Mirena Anasagasti Olabeaga
Respuesta del Gobierno:
La anterior Dirección de los Servicios Informativos de TVE decidió elaborar dos espacios que ofrecieran a la audiencia un perfil personal de S. A. R. el Príncipe de Asturias y de su prometida doña Letizia Ortiz. La Dirección General de RTVE, tras su toma de posesión, y la nueva Dirección de los Servicios Informativos asumió estos documentos televisivos y decidió publicarlos el pasado martes día 18 de mayo, en la Primera Cadena en la franja horaria de las 22,00 horas, con el título «Especial Informativo». Fue una apuesta informativa de 238 minutos, que tuvo una cuota de pantalla o
share
de 19,2 puntos y una audiencia de 2.160.000 espectadores, situándose entre los espacios más vistos del día.
La referencia a las biografías de don Felipe y de doña Letizia respondió al tratamiento que dos directores distintos de informativos consideraron correctas, y que en su tratamiento informativo contaron con opiniones de expertos, historiadores, catedráticos, políticos, y hasta con opiniones de personas con ideología republicana que expresaron libremente sus puntos de vista, a veces diferentes, como no podría ser de otra manera, y todo ello hilvanando con un texto aséptico, objetivo e imparcial.
No es cierto, tampoco, que dejaran de escucharse otras voces discrepantes como contrapunto de un hecho que —hay que tenerlo muy presente— ha sido un acontecimiento de Estado que tuvo su momento culminante en la «Boda Real» del Heredero de la Corona; acto al que, por cierto, asistió el
lehendakari
, miembro a su vez del partido al que pertenece su señoría.
Una prueba de que hubo otras opiniones contrarias a la boda, emitidas por los Servicios Informativos de TVE, han sido las manifestaciones y pasacalles de colectivos antiglobalización que pudieron verse y escucharse —incluidas banderas republicanas y eslóganes de protesta— en todos los telediarios de los días 21 y 22 de mayo.
Además de estas manifestaciones, también se publicó en los telediarios —y se cita textualmente— que «distintas organizaciones sociales y partidos políticos han decidido no participar en los actos de la Boda Real, como ERC, Izquierda Unida y los partidos que forman el Grupo Mixto». En otro momento se habló, igualmente, de la protesta y manifestación del llamado Movimiento Popular contra la Boda Real y de sus concentraciones en diferentes puntos de Madrid.
Respecto al cuestionamiento de la apuesta de don Francisco Llorente por unos informativos independientes y de calidad, es preciso señalar que los telediarios han dejado de informar de noticias de contenido sensacionalista o de mal gusto, impropias de una televisión pública. A cambio se publican informaciones de carácter social, cultural y divulgativo, que están teniendo una gran aceptación entre la audiencia y la crítica. En cuanto a la independencia, es evidente que el cambio en los Servicios Informativos ha sido radical en orden a la imparcialidad, pluralismo, objetividad y equilibrio informativos.
En todo caso, la atención prestada al acontecimiento por los Servicios Informativos se corresponde con el interés mostrado por la opinión pública por el acontecimiento que nos ocupa: más de 25 millones de personas siguieron en algún momento este hecho informativo. Una mayoría que merece el mismo respeto que las minorías para las cuales La 2, también en TVE, fue una alternativa real y también de calidad.
La Directora General de RTVE
Carmen Caffarel Serra
Curiosa respuesta. De cien impactos meten dos semicontrarios y diluidos; es decir, nadie que pueda argumentar en serio y de forma articulada, y, al parecer eso les justifica; lo mismo que el hecho de que el lehendakari, como presidente de una comunidad autónoma vaya a un acto social en función de su representación. Pero lo que blinda cualquier información contraria radica en que el Sr. Fran Llorente haya decidido «dejar de informar de noticias de contenido sensacionalista o de mal gusto impropias de una televisión pública». Con esta cláusula usted jamás se enterará de nada para poder formarse una idea cabal de lo que hacen ésta familia con nuestros impuestos. Es algo de mal gusto.
PREGUNTA SOBRE LO QUE HACEN LOS PRINCIPES
Algo más debió molestar al Gobierno mi pregunta sobre por qué se informa como se haría en Tailandia sobre unos príncipes cuyo trabajo no está contemplado en ningún sitio:
Tras hacerse público el embarazo de doña Letizia Ortiz, los Príncipes de Asturias emprendieron viaje, denominado oficial, a la Comunidad Autónoma de Baleares. Llama la atención que, mientras la Constitución española no encarga papel alguno al Príncipe de Asturias, al parecer, para el Gobierno, todo lo que hace don Felipe de Borbón es oficial, cuando técnicamente esto no es así, de no ser que tenga un encargo especial, por delegación expresa, bien del Gobierno, bien de las Cortes Generales, cosa que no se daba en este caso.
Pero llama más la atención que en la radio y televisión pública española se destine una corresponsal especial, doña Sagrario Ruiz de Apodaca, esposa de Lorenzo Milá, con objeto de hacer un seguimiento diario de la agenda de los príncipes, quien destacó en todas sus informaciones comentarios que eran pequeños partes médicos sobre la situación de doña Letizia como consecuencia de su embarazo; leyendo incluso una nota de la Casa Real que decía que una de las ausencias a un acto estuvo motivada, no por cansancio, sino por las circunstancias por las que atraviesa la esposa de D. Felipe de Borbón.
Mientras el presidente del Gobierno describe a don Juan Carlos como un rey republicano, la televisión oficial española ofrece un perfil informativo tan chusco en estos casos que para sí hubieran querido el Príncipe de Gales y su esposa Camila Parker Bowles, en un país democrático que sí sabe lo que es una Monarquía y, que a ésta hay que respetarla pero no adularla las veinticuatro horas del día como si se tratara de la ex Casa Real nepalí.
Consultado este carísimo cubrimiento informativo, se nos ha dicho que no hay en toda Europa una situación semejante hacia ninguna de las parejas herederas de las monarquías europeas. Sólo es posible encontrar algo similar en la anterior situación de dictadura que vivía España, donde una información oficial de este estilo era llevada a cabo por el NO-DO sin que hubiera la menor crítica, como no podía ser de otra manera, a nada que pudiera hacer el llamado Generalísimo.
Por todo esto, este senador desea conocer si el Gobierno ha dado alguna Instrucción a RTVE para que en lugar de información objetiva en el caso de los Príncipes de Asturias, se dediquen a la hagiografía, o al reportaje rosa y si esto es así, ¿no cree el Gobierno que sería mejor que tratamientos ensalzadores de este tipo deberían estar en los espacios propios, de lo que se llama «prensa del corazón» y no en el lugar de la información seria, ya que tratamientos especiales y desmesurados como éstos quitan espacio a noticias de mayor enjundia?
Palacio del Senado, 13 de mayo de 2005
Iñaki Mirena Anasagasti Olabeaga
Y aquí la respuesta que obtuve del Gobierno:
El Gobierno, como norma, no da instrucciones a RTVE sobre el contenido de su programación y sus informativos. Como ha manifestado en reiteradas ocasiones, este Gobierno respeta escrupulosamente el trabajo de los profesionales del ente público y no interfiere en sus consideraciones y criterios periodísticos.
El Gobierno, en este sentido, respeta la plena autonomía del ente y en relación con la noticia a la que alude Su Señoría, sólo se pueden destacar las consideraciones de interés público que han podido tener en cuenta los profesionales del ente, dada la relevancia política del personaje.