Read El camino de Steve Jobs Online
Authors: Jay Elliot
Alguien me enseñó un dispositivo que jamás había visto: un USB que me permitía llevar mis datos conmigo. ¡Una idea fenomenal! Esto ocurrió cuando 256
megabytes,
la capacidad del disco, eran suficientes para que la mayor parte de la gente pudiera viajar con sus archivos. Podías viajar con todos tus documentos en un
flash drive,
en lugar de andar cargando con tu
laptop.
Steve me enseñó a preguntar siempre: «¿Qué se puede hacer con esta tecnología?» De regreso a casa, dos días después, sabía que tenía una visión para un nuevo producto. Cuando metieras el
drive
en tu ordenador, un programa, que aún no se desarrollaba, se encargaría del sistema operativo y cargaría el
flash drive,
no solamente con tus archivos, sino con tu
desktop
y tu
software
por completo. Al enchufar el
flash drive
en otro ordenador, todos tus programas y archivos estarían disponibles. Al quitar el
drive,
el
desktop
se restauraría a su estado original; ni un archivo del dueño del ordenador, ni sus operaciones se modificarían. La pasión increíble de Steve por sus productos fue mi modelo a seguir. Igual que Steve, busqué rodearme de gente con entusiasmo. Donna Dubinsky, quien desempeñó el cargo de CEO de Handspring, me recomendó al primer desarrollador, un joven
hacker
y programador brillante de la Universidad de Brown. Llegaba a horas raras del día en su motocicleta, trabajaba toda la noche y, de repente, no se le veía ni se sabía nada de él durante días. Sin embargo aprendí de Steve cómo manejar a los Piratas, y lo que vi fue a un hombre joven que entendía todos los elementos fundamentales para construir un producto exitoso. Lo bueno de los Piratas es que puedes decirles: «Realmente necesito ver un prototipo del producto que funcione», y trabajarán horas incontables para lograr entregarlo lo más pronto posible.
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Los USB drives de ese momento eran tan feos y estorbaban tanto que decidí construir uno propio. Le pedí a un amigo que esculpiera un modelo en madera de acuerdo con mis especificaciones. Después llevé el modelo a un fabricante.
Batallé con qué nombre bautizarlo. Un nombre como Apple o Sony es sencillo, único y maravilloso para un diseño gráfico. Quería un nombre así, que no fuera elegante, un nombre en la onda
tec
, pero que fuera pegadizo. Me decidí por Migo, que, de acuerdo a su pronunciación en inglés, significa yo (me) e ir (go). Parecía ser una combinación sencilla y con brío.
Como siempre había muchos problemas técnicos por resolver. Migo tenía que ser compatible con todos los sistemas operativos y todas las versiones de Word y Excel. Tenía que brindar seguridad, ser confiable al 100 por ciento y a prueba de tontos.
Hasta los Piratas necesitan un gran primer compañero. Así que fui a ver al genio de la publicidad Jay Chiat, el brillante cofundador creativo de Chiat /Day, la agencia que había creado la sensacional campaña publicitaria de Apple. Chiat estuvo de acuerdo en dirigir la creación de la marca Migo. Estaba directamente alineado con otra de las directrices que había aprendido de Steve: busca los mejores talentos y recursos que puedas encontrar, los mejores, y contrátalos si te es posible. No olvides a la gente que ha participado contigo anteriormente o a los que hayas escuchado que otros elogian.
El producto final fue precioso, totalmente intuitivo. Los indicadores de la pantalla te llevaban de la mano para explicar cómo se utilizaba. Existía un manual de usuario, pero no lo requerías. Una vez más, fue algo que aprendí de la experiencia Macintosh. El producto ganó premios de
PC World
,
Newsweek
y, en la Exposición para Consumistas de Dispositivos Electrónicos ganó por diseño, interconexión de usuarios y hasta la caja en que venía. Todo esto difundió increíblemente la marca y bajó a un costo mínimo las Relaciones Públicas.
Un gurú de la industria, Walter Mossberg del
Wall Street Journal
, escribió un artículo en el que llamó al Migo el gran pequeño producto de tu vida. Esa crítica provocó una alza en la bolsa del precio de Migo y en una tarde subió de $1.50 a $6.50. John Dvorak también escribió un gran artículo acerca de nosotros para
PC Magazine
, seguido por Steve Wildstrom de
Business Week
.
Lo que pasó a continuación fue aún mejor. Una cosa era que Mossberg escribiera acerca de Migo, pero otra que que lo adulara en el aire durante un programa de CNBC. Lo mostró y dijo: «Éste es un gran pequeño producto». Sentí que Steve y yo nos habíamos reencontrado nuevamente, y que tenía la misma energía que tuve en Apple.
El final de la historia no es tan feliz. Para ahorrar dinero había recurrido a un proveedor de bajo costo para los estuches y los tableros de instalación... la mitad de las unidades que produjeron no servían. Pero todavía existía un problema mayor: cuando empecé el proyecto, un
flash drive
de 256
megabytes
costaba 150 dólares; cuando Migo salió a la venta, el precio del
flash drive
había bajado a 4 dólares por un
gigabyte
completo, cuatro veces más capacidad. El costo adicional por un
flash drive
con
software
Migo no era tan significativo. Sin embargo una vez que los
flash drive
se convirtieron en un producto básico y tuvieron una gran variedad disponible en los estantes, convencer al consumidor de que se detuviera a comprarlo y entendiera por qué Migo costaba más, se convirtió en una batalla cuesta arriba.
Hubo otro error como el que Steve había cometido en Apple. Como lo mencioné anteriormente, Lehman Brothers me convenció de integrar a un equipo con experiencia en administración de empresas públicas. Pues bien el problema era que no tenían ninguna pasión por el producto. Me sentía como si estuviera de vuelta en IBM. La gente era brillante, pero estaban tan alejados del producto que perdieron de vista lo que realmente era importante. Lo único que les importaba era el precio de las acciones de la empresa. Ésta fue mi última lección: si te encuentras atorado con un consejo o con inversionistas que no entienden tu idea, probablemente es tiempo de retirarte. Me fui de Migo para innovar mi próximo producto e iniciar una nueva empresa.
Otro recordatorio de mi experiencia con Steve es que todo el tiempo manifestaba con su actitud que, cuando se trata de un producto tecnológico, siempre se puede lograr. Esto lo comprobé en la situación con Migo y le ocurrió a Steve con el iPhone: cuando sus ingenieros le dijeron que no podían armar un teléfono sin tantos botones para todas las diferentes funciones, su insistencia fue tan excesiva y firme que lo lograron.
Migo surgió de una gran pasión por un gran producto. Steve Jobs logró generar eso en mí. Otros principios de él, que también me sirvieron en Migo, fueron los siguientes:
Ten pasión por cada proyecto en el que trabajas.
Encuentra motivación en la oportunidad y crea un producto para ella.
Siempre mantente abierto al talento que te pueda ayudar.
Haz lo mejor para que tu producto sea intuitivo y un manual de usuario que no sea necesario.
Sé honesto contigo mismo acerca de tus productos.
Asegúrate de que los productos te representen a ti y a tus características.
Trabaja a través de tu gente y celebra, como una unidad, cada éxito.
Continúa innovando para estar más cerca de tu ideal y tu visión de perfección; va más allá de la realidad del momento.
No escuches a las personas que te dicen que no se puede hacer.
En lo que escribo esto, le acabo de aumentar el capital de riesgo a Nuvel, otra empresa que empieza. Está basada en un producto que aumenta de forma drástica la velocidad y la función del Internet, pues mejora la conectividad de «última milla» y la experiencia del usuario para todo dispositivo de cómputo fijo y móvil. El producto Nuvel acelera todo tráfico basado en redes IP hasta en doscientas veces más.
Dicho en lenguaje comprensible, el producto comprime los datos de inmediato y obliga a que pasen por un túnel seguro, creado por Nuvel, a alta velocidad, mientras que mejora significativamente su función, confiabilidad y seguridad de redes.
Como adición posterior, llevé a cabo la creación de una
Nuvel App Store
, para tener nuestros productos disponibles en los dispositivos manuales, como los iPhone y los iPad. Otra lección de Steve es que siempre debes continuar actualizando tu visión, sin dejar de ponerte retos, y preguntarte siempre: «¿Qué es lo que enloquece a los consumidores?».
Claro, una vez más, estoy utilizando los principios que vienen de Steve. Lo más importante es que todos en la organización y todos con los que tratemos sepan que nosotros somos el zar del producto: «Toda decisión final acerca del producto, la interconexión de usuarios y cualquier otro aspecto pasan por mí».
Puedes apostar a que todos los del equipo saben que la interconexión de usuarios es un punto crítico del producto. Puede ser que se me acuse de tratar de sonar como Steve Jobs y, si así es, no me molesta. Pero la interconexión de usuarios más simple es necesaria; todo el equipo sabe de dónde viene ese punto de vista acerca de la vida y sienten el compromiso de realizarlo.
Otra cosa que aprendí de Steve fue el poder de las relaciones públicas de primer nivel, sobre todo cuando no tienes demasiados fondos. Las relaciones públicas son la mejor forma de entrar a un mercado.
Los técnicos de
software
son los mismos que han trabajado conmigo desde mi época en Migo. No sólo son Piratas y artistas maravillosos, sino que van aún más allá, entienden mis exigencias hacia el producto y cómo se deben poner en práctica productos de
software
de alta calidad. Además se comprometen: si necesito un cambio en el producto para el lunes por la mañana, trabajarán todo el fin de semana, si es necesario.
Hablar en nombre de Steve
Los que han trabajado con Steve más de cerca son los únicos que se encuentran con la posibilidad de transmitir, como yo lo he intentado en estas páginas, la filosofía y las ideas que lo han hecho tan exitoso. La única otra persona que, desde mi punto de vista, ha logrado captar la esencia de Steve ha sido el director de operaciones de Apple, Tim Cook. Él me dio una declaración que me brinda una expresión diferente, pero poderosa, de la actitud que Steve acoge —la actitud que ha hecho a Apple tan grandiosa— y que yo creo puede ser adoptada y utilizada por todos:
Nuestro enfoque es la innovación constante. Creemos en lo sencillo, no lo complejo. Creemos en la necesidad de ser dueño y controlar la tecnología primaria detrás de los productos que hacemos y participar solamente en el mercado en el cual podamos hacer una contribución significativa.
Creemos en decir no a miles de proyectos para realmente centrarnos en los que en verdad son importantes y que significan algo para nosotros. Creemos en la colaboración profunda y en la polinización cruzada de nuestros grupos, lo cual nos permite innovar de tal manera que otros no pueden.
Francamente no nos conformamos con algo menor, algo que no sea la excelencia en cada grupo de la empresa, somos lo suficientemente honestos para aceptar cuando algo salió mal, y tenemos la valentía necesaria para cambiar.
Así que mi pregunta final es: ¿Y tú, qué? ¿Cómo te representan tu producto, tu servicio y tu trabajo? ¿Cómo te encauzas con ellos?
Cuanto más afinidad encuentres entre lo que haces, creas y produces con la persona que eres en el fondo, más te importará y harás un esfuerzo inmenso para exigir la perfección que cada producto merece. Y harás también un esfuerzo descomunal para que tus clientes lo recuerden y lo adoren.
La primera señal que indica pasión por un producto es que tú mismo seas un ávido usuario. Tienes que ser sincero contigo mismo. Si no te importa tu producto, ¿cómo vas a ser un defensor convincente?, ¿cómo vas a convencer a los demás de que el producto es algo que les sirve, les satisface y que lo van a gozar?
Yo creo que los negocios son un reflejo de su líder, su campeón. Son como niños que presienten cuando alguien no es sincero, no puedes fingir ante ellos. Necesitas ser apasionado de los productos que estás creando, promocionando, lanzando al mercado o vendiendo. Esto implica que debes estar dentro de una empresa e industria que realmente te importe.
Steve Jobs no pudo haber alcanzado sus logros sin pasión, un compromiso con la excelencia, una marca espectacular y la apertura para aprender de sus errores.
Difícilmente podríamos encontrar un mejor camino sin tener como meta seguir sus pasos.
Estimado Steve:
En estas páginas he intentado capturar al verdadero Steve Jobs, —no la versión incompleta de todos esos libros escritos por reporteros o gente Mac que nunca te conoció realmente—. Recuerdo el final de un viaje a Japón, cuando teníamos la agenda llena con otra «cena de estado», con Sony o Canon o quien sea, y te dije que ya no aguantaba otra noche de sushi. Así que te fuiste y los del hotel me mandaron a un restaurante fabuloso de comida témpura. Ya llevaba como media hora, cuando de repente entraste y te sentaste conmigo mientras decías que tampoco aguantarías ir a otra cena formal. Nunca se me olvidará esa noche y nuestra conversación, pues charlamos desde política hasta del futuro del mundo y su gente, trabajo y amor. Estabas relajado, calmado y eras simplemente tú. Momentos como ése eran en los que veía al verdadero Steve.
Siempre me he preguntado qué hubiera sido de Apple si no te hubieran echado en 1985. No es
cool
decir «te lo dije», pero yo ya había visto el futuro. Como te expliqué en una de nuestras conversaciones, tú eres el juego —tú colocas a los demás jugadores en la línea de banda—. Llevaste a Apple a la gloria con la segunda más grande capitalización de mercado de cualquier otra empresa en el mundo. Aun así no es el capital de mercado lo que consigue hacer a una compañía, la gente y los productos lo logran.
Claramente aprendiste de tu experiencia y pudiste crear un nuevo estándar de organizaciones corporativas. Creo firmemente que la empresa de la nueva era tiene que centrarse en el producto y operar todos los días como si estuviera en la etapa de arranque. Así que ahora la nueva Apple es el nuevo estándar de operaciones organizacionales. Todos los principios de liderazgo están expuestos en Apple y han estado desde tu regreso. Incluso has mantenido a la nueva Apple en el mismo camino como en su arranque —una tarea muy difícil.