El tercer brazo (36 page)

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Authors: Jerry Pournelle Larry Niven

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: El tercer brazo
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Los juramentos poco femeninos de Glenda Ruth se cortaron de repente.

No había visto entrar al pajeño.

Su mano que aprieta encontró un asidero. El rifle de aspecto tosco sostenido por las manos derechas apuntaba a Glenda Ruth. Ella gritó y se cubrió el rostro; luego, con precipitación, cogió un asidero y abrió por completo las manos.

—¿Estás herida? —preguntó Freddy.

—Me rompió la espinilla. Manteneos sujetos, amigos. El pajeño me podría haber disparado sólo por moverme. Aguardad quietos hasta que pase.

—Es un Guerrero —dijo Jennifer.

—Eso creo. Tiene pies, pero… sí.

En ese momento el Guerrero cogía asideros con los pies, a través de guantes digitales. Había aparecido una segunda arma, una porra con púas. La cabeza y los hombros del Guerrero giraron a toda velocidad. El rifle apuntó a todas partes. Atravesó la cabina de un salto, chocó contra la pared y escudriñó desde allí. Cuando quedó satisfecho, silbó.

Entró otro pajeño. Era regordete comparado con el aspecto de lebrel del Guerrero. El traje presurizado ocultaba el patrón de la piel, pero su comportamiento lo identificó: era un Marrón, un Ingeniero. Le siguió otro Ingeniero que detrás de el tiró de un globo transparente a través del agujero. En el interior se movían formas.

Los Ingenieros convergieron sobre los mandos, deslizándose más allá de la tripulación del
Hécate
o rodeándola, sin prestarle atención. Uno empezó a jugar con los controles. Freddy parecía preparado para el desastre, aunque no pasaba gran cosa.

Entró otra pajeña. El traje presurizado ocultaba su piel; era un poco más grande que los Ingenieros. ¿Una Mediadora? Los Ingenieros se apiñaron junto a la recién llegada, luego se impulsaron con los pies a popa. Uno abrió el globo y liberó a cuatro formas pajeñas, cada una menos de medio metro de alto. Se pusieron a trabajar en la sección de popa de la cabina del
Hécate
.

—Marrones —dijo Jennifer.

Glenda Ruth los escudriñó con atención. Los pequeños eran de un marrón chocolate, más oscuros que un Ingeniero; y cada uno poseía cuatro brazos. Relojeros, «marrones», la Clase que había destruido la
MacArthur
. Todos menos uno. El cuarto se arrastraba con cautela a lo largo de la pared en dirección al puente. Era de un color distinto, crema y castaño, y tenía tres brazos.

Se impulsó, lanzándose desde la pared, impactó contra Jennifer y se sujetó. Le gorjeó algo y aguardó una respuesta.

Glenda Ruth se dirigió al pajeño grande:

—¿Hola? ¿Puede hablar? —El pajeño la observó—. Venimos en son de paz en nombre de toda la humanidad y también por el bien de ustedes —prosiguió ella—. ¿Me entiende? Traemos artículos de negociación. Poseemos el derecho de establecer tratados vinculantes. —El último pajeño en entrar desapareció por el agujero. Ignorándola—. No estoy segura, pero esa cosa no se mueve como si tuviera algo que decir. Me parece que no es una Mediadora —comentó—. Freddy, no toques ningún mando.

—Preparaos —indicó Terry.

—¿Por qué? —preguntó Glenda Ruth antes de darse cuenta de que el Guerrero se había sujetado con tres de las cinco extremidades. Un momento después, la cabina se sacudió y osciló.

—Eso la ha arrancado —afirmó Freddy—. Glenda Ruth, tú…

Se notó una propulsión. Aumentó con suavidad durante seis o siete segundos a una décima de gravedad y se detuvo.

—Las lecturas que recibo no están conectadas con el resto de la nave —indicó Freddy—. Han desconectado la cabina.

Jennifer empezó a reírse.

—Quizá traigan el resto por separado —dijo—, y te lo devuelvan.

—Oh, muchas gracias. No obstante, me temo que los días de carreras del
Hécate
se han acabado. ¿Alguna idea sobre lo que está pasando?

Glenda Ruth vocalizó con cuidado:

—Ooyay ahknay apingtay us sythey areay.

—¿Qué? Ah. ¿Qué más?

—Henry Hudson y los Comerciantes de Medina creían tener el control aquí —dijo—. Resulta obvio que no es así.

—¿Quién lo tiene?

—No lo sé, pero lo cambia todo, ¿no? El Imperio no hará ningún trato importante con nadie que no represente a todos los pajeños.

—Oh. De acuerdo. Y ahora, ¿qué ha sucedido?

—Hemos sido capturados por un crucero de guerra. No entienden lo que tienen, pero pueden ver que es valioso, de modo que solicitarán órdenes. Al cabo enviarán a una Mediadora. Que tal vez sepa ánglico o quizá no, Freddy.

—Hay aire —comentó Freddy—. Mejor que abráis los trajes para ahorrar el de los tanques.

Con cierta inseguridad Jennifer abrió el visor.

—Huele bien… ¡Eh!

Terry Kakurni giró hacia ella.

—¿Qué?

—¡Es un cachorro de Mediadora! —exclamó Jennifer—. Tiene que serlo. Mirad, marrón y blanco, y poco más grande que un Relojero, eso es. Glenda Ruth…

—Era de esperar —comentó ella—. Tan pronto como supieron que iban a tratar con humanos, criaron a una Mediadora. Jennifer, creo que tienes a una amiga para toda la vida.

Jennifer y el cachorro de Mediadora se consideraron la una a la otra una maravilla. La acunó en los brazos y contestó cuando hablaba. Los sonidos que realizaba no tenían sentido; pero, poco a poco, comenzó a sonar como la misma Jennifer.

Cuando le pasó la criatura a Terry, gritó, se soltó a la fuerza y saltó desde la barbilla de él para alcanzar de nuevo a Jennifer. El cachorro no quería saber nada de otros humanos.

De modo que la espera fue dura para el resto de ellos, y el entretenimiento escaso. Glenda Ruth pensó en pasar una película de historia por los monitores. ¿Eran las otras clases, los Guerreros y los Ingenieros, de verdad tan especializados que no la mirarían?

—Obturaron todos los agujeros de la cabina —comentó Freddy—. Hasta donde soy capaz de distinguirlo, éste es el aire normal del
Hécate
.

—La temperatura también es correcta —indicó Jennifer. Le rascó las orejas al cachorro.

—Es obvio. Arrancaron la cabina, la sellaron y nos proporcionaron nuestro propio apoyo vital de nuevo. Estamos vivos pero indefensos. Dispondrán de tiempo para copiar nuestro equipo antes de que algo deje de funcionar —dijo Glenda Ruth—. El aire no me preocupa tanto como…

—¿Sí?

—Freddy, quizá haya más batallas. Por nuestra posesión.

—Buenas noticias de todos lados —dijo Jennifer Banda—. Siempre me pregunté qué sintió la corona cuando el león y el unicornio lucharon por ella.

Eudoxo parecía tranquila.

—Mi Amo ha sido informado. Le encargará a otras Mediadoras la tarea de recuperar a sus compañeros. Nuestras observaciones muestran que las partes habitadas del
Hécate
han sido separadas del resto del yate. Los sistemas de apoyo vital parecen estar intactos. Mientras tanto, hay un intenso tráfico de mensajes por toda esa región. Transmitiré más información a medida que se vaya desarrollando.

—Pero, por lo menos, puede decirme quién está involucrado, ¿verdad? —preguntó Renner.

—Puedo contarle lo que sabemos de los Tártaros de Crimea. Se encontraban entre los poderes del sistema lunar de Paja Beta hasta que fueron expulsados en una complicada contienda con el mayor clan de Paja Beta, que nosotros llamamos Persia. El grupo tártaro entonces subsistió gracias al comercio y al servicio a otros poderes hasta que fue absorbido por el Kanato. Ahora son mucho más pequeños, desde luego, y como no se había oído hablar nada de ellos, creíamos que debían haber sido integrados con éxito en las familias del Kanato. A la luz de la captura de su nave, hemos de llegar a la conclusión que retuvieron cierta identidad independiente.

Renner consideró el porcentaje de muertes implícito en la frase ahora son mucho más pequeños entre un pueblo que perece si no puede quedar embarazado.

—De acuerdo. ¿La India?

—Por favor, vuelva a confirmarme que Su Excelencia está escuchando.

Horace Bury suspiró.

—Conéctame.

Kevin apagó su micro.

—¿Estás seguro?

—Aprenderemos el uno del otro. Si no consigo cogerla en una mentira, quizá… —con un gesto de la cabeza indicó a Chris Blaine— otro pueda.

Kevin asintió y giró la cámara.

—Saludos, Eudoxo —dijo Bury. La pajeña hizo una reverencia; la oreja se plegó hasta quedar plana; luego, se extendió—. Usted habló del año que permanecimos en el sistema de la Paja como Período Uno. El Período Dos lo Pasaron enviando naves para romper el bloqueo del Imperio en el Ojo de Murcheson. ¿Es correcto?

—Sí, Excelencia. El Período Uno comenzó cuando la
MacArthur
interceptó a un minero que pertenecía al Comercio de Medina. A partir de entonces un grupo de Paja Uno encabezado por un poderoso Amo planetario que se llamó a sí mismo Rey Pedro se apoderó del control de las comunicaciones con la expedición humana.

—¿Hubo una batalla? —inquirió Renner.

—Ninguna que quisiéramos que ustedes notaran.

—Yo no vi ninguna —aseveró Renner.

—Su Excelencia se percató del cambio —dijo Eudoxo—. Lo sé porque…

—Sí, por supuesto —interrumpió Bury—. Lo que yo vi fue que el grupo de Paja Uno no mostró ningún interés en la criatura que llevábamos a bordo… y aunque ese Ingeniero había enviado un mensaje a su hogar, de ello no se produjo ninguna reacción.

—Condenado infierno —musitó Renner—. Al capitán jamás se le ocurrió, y tampoco a mí.

—También eso quedó claro —repuso Eudoxo—. Sólo Su Excelencia comprendió la verdadera situación. —Miró con expectativa a Bury—. Bien. El Período Uno terminó con la destrucción de la
MacArthur
y con su crucero de guerra
Lenin
abandonando el sistema de la Paja. La nave y las observaciones grabadas que fueron enviadas de vuelta por el Ingeniero nuestro que ustedes llevaron a bordo, le proporcionó a Medina el conocimiento de cómo construir un campo de energía… ¿Campo Langston? ¿El nombre del inventor humano?

—Correcto —confirmó Renner.

La pajeña se mostró divertida. ¡Nombrar un instrumento en honor de un Ingeniero!

—Nuestros viajes comenzaron poco después. Nuestro Amo comprendió que se producirían grandes cambios, y que los Comerciantes de Medina no serían lo bastante poderosos para mantener la posición que ostentábamos. Por ello negociamos lo que teníamos con Persia: ellos tomarían nuestro territorio y nos darían naves. Luego, durante nuestra retirada de los Troyanos Secundarios de Paja Uno, nuestros Ingenieros desarrollaron un Campo Langston operativo y lo negociamos con Persia a cambio de más ayuda para retirarnos hacia los cometas.

»Fue una mala sincronización de tiempo. Si hubiéramos sido más grandes y poderosos, en absoluto habríamos necesitado abandonar nuestra base. Con lo que les dimos y con lo que ellos tenían, Persia llegó a gobernar las lunas de Paja Beta. No sólo armaron naves con su Campo. También examinaron los restos del Anillo de Paja Beta. Después de un millón de años sometido a la minería, el planeta retenía únicamente un estrecho anillo de polvo, pero eso representaba megatones de polvo. Una pasada y Persia lo tuvo todo. Podría haber sido nuestro…, pero nos hallábamos demasiado lejos y no podríamos haberlo retenido, y, en cualquier caso, habíamos puesto nuestro objetivo más lejos.

Blaine captó la mirada de Bury. Intercambiaron gestos de asentimiento. La voz de Blaine le llegó a Renner por el circuito privado del intercom. «Medina hace planes a largo plazo y actúa deprisa. Y tienen algunos de los mejores Ingenieros del sistema.»

—Durante el Período Dos pusimos a prueba su bloqueo en el Ojo —continuó Eudoxo—. Para llevarlo a cabo necesitamos la ayuda del grupo in Bizancio. Se trata de una coalición grande y poderosa situada en las lunas de Paja Gamma, lejos de Persia, lejos de nuestro hogar original en los Troyanos Secundarios en Paja Beta. Puedo proporcionarle detalles lo negociaciones que mantuvimos con ellos…

—De momento, prosiga con la historia.

—Bien, entonces diversos bandidos ya habían notado nuestra actividad.

La Compañía de la India fue uno. Es el grupo del que hablé, con base en los asteroides, muchas naves, aliados nominales de Medina hasta hace poco, y que volverán a serlo si las cosas van según lo planeado.

»¿Siguen aún conmigo? El período durante el cual se podía esperar que el Coágulo en el Saco de Carbón se colapsara conforma el Período Tres. El Rey Pedro de Paja Uno les dio datos que nosotros sabíamos que eran incorrectos, datos que indicaban que el Coágulo tardaría cierto tiempo en convertirse en una estrella. A propósito, los datos del Rey Pedro también eran incorrectos. No esperaban que la estrella ardiera hasta otros cincuenta años de los suyos. Nosotros conocíamos bien la situación, y teníamos la ventaja de saber lo que se le había contado al Imperio. Por supuesto, no sabíamos con precisión cuándo iba a formarse la estrella, y en verdad la fecha que esperábamos se produjo con demasiados años de antelación.

—Vaya —comentó Joyce. Su voz apenas fue audible.

Renner esbozó una leve sonrisa y miró para cerciorarse de que ella seguía grabando. Bien. Eso les proporcionaba una copia adicional de garantía, Requeriría estudio cerciorarse de que él comprendía todo lo que Eudoxo decía.

—El Período Tres se abre hace unas cien mil horas —continuó Eudoxo—. Nos preparamos para explotar la nueva abertura. Los Comerciantes de Medina comenzaron a enviar sondas con el único propósito de determinar si el punto de Eddie el Loco había saltado. Desde el punto de vista de ustedes, esas naves aún habrían aparecido esporádicamente, y todavía las construíamos para sacudir la serenidad del Imperio. Ustedes no debían notar ninguna diferencia. No podíamos permitirnos el lujo de nada tan llamativo como la flota de bola de hielo… ¿Tuvo algún éxito?

Fuera del campo de la cámara, Chris Blaine movió rápidamente las cejas.

—Sólo en provocar nuestra admiración.

—Nuestras sondas posteriores fueron más baratas, aunque nuestros recursos aún no se expandían para emparejarse con nuestras tareas. Así como nuestros cálculos eran mejores que los del Rey Pedro, nos preparamos demasiado pronto, y era caro permanecer en un estado de alerta. El comportamiento de Medina empezaba a ser notorio, nuestra seguridad comenzaba a recibir menos atención que…

—Se estaban expandiendo demasiado deprisa —intervino Bury.

Eudoxo —Bury 3A— asintió con renuencia.

—La riqueza que debió ir a la seguridad fue destinada a alimentar a nuestros crecientes miembros. Ochenta mil horas atrás, la Compañía de la India emergió de los Troyanos Primarios de Paja Gamma y tomó posesión del punto de Eddie el Loco. Abastecieron con creces el coste de esa gran batalla desmantelando dos de nuestras sondas que ya iban de camino al Ojo.

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