Authors: Mandelrot
Cuando todo pasó se encontró sujeto como podía a los salientes que asomaban entre la nieve y la tierra que asomaba a trozos por debajo; no se atrevió a moverse hasta comprobar que sus apoyos eran seguros. Tras unos instantes alargó la mano para tratar de subir: no pudo, de repente algo le aferró un pie con gran fuerza y sintió un tirón hacia abajo.
—¡Kyro! ¡Jorg! No os mováis, ya vamos!
El viajero se agarró al terreno, mientras varias cuerdas caían junto a él.
—¡Que comience el festival de invierno!
Los vítores dejaron paso a la música mientras todos iban a sentarse y participar del banquete.
Baggel hizo un gesto a Pilka para que le acompañara, y ambos se acercaron hasta donde Kyro y Lund estaban sentados.
—¿Cómo va ese pie, Kyro? —preguntó Pilka.
—Bien, ya casi no me duele; yo me recupero muy rápido. Pero Jorg pesa mucho —sonrió.
—No sé qué le ha sentado peor —comentó Baggel—, si la reprimenda por su estupidez o que le encontráramos agarrado a ti para no caer.
—Suficiente castigo es tener que haber admitido que le salvaste la vida —rió Pilka, y los demás le siguieron.
—Me estaba preguntando —dijo el viajero— por qué dejamos la mitad de la carne de Bokka allí.
Baggel fue quien contestó.
—Es nuestra ofrenda a Crokk, para que coman el resto de sus hijos. Él ha sido generoso con nosotros, tomamos solo lo que necesitamos para pasar el invierno y no dejamos que nada se malgaste.
—Además —dijo Lund—, ¡yo ya estaba harto de trabajar! Primero cortar troncos, luego cortar carne... ¡Esta ha sido la cacería más dura de mi vida!
Todos rieron de nuevo; después habló Pilka.
—Tu plan ha salvado vidas, Kyro. Probablemente de no ser por ti algunos de nosotros no estaríamos aquí celebrando que llega el invierno. Y creo en el futuro esta estrategia seguirá siéndonos útil.
—Queremos que sepas —añadió Baggel— que para todos nosotros aquí ya eres Kyro, miembro de los clanes. Lo hemos hablado con los demás y todos están de acuerdo.
Lund rió palmeando la espalda del chico tan fuerte que le hizo temblar todo el cuerpo. Este sonrió.
—Os lo agradezco mucho, amigos. Me siento muy honrado.
En ese momento sonó un cuerno y Baggel puso cara de sobresalto.
—¡Me toca!
Salió corriendo, y Pilka sonrió a Kyro.
—Participa en el concurso de cuerda —aclaró—. El año pasado estuvo en el equipo ganador. Por cierto, Lund, he oído que Ragon quiere hacer una demostración de lucha contigo.
—Sí, —respondió Lund, hablando despacio— el chico aprendió un truco y quiere enseñárselo a todos. Y claro, yo también he sido joven; me lo ha pedido con mucha amabilidad, y ¿cómo le voy a negar mi colaboración? —Sonrió, enseñando todos los dientes.
—Entiendo —dijo Pilka con algo de extrañeza.
—Kyro también participa —añadió Lund, pasándole una mano por el hombro al chico—. Nos demostrará lo que sabe hacer. ¿Verdad, hijo?
—Sí —repuso este, no muy convencido—. Me ha inscrito en la lucha de las tres pruebas representando a vuestro clan. He intentado evitarlo, pero todos dicen ahora que es un honor que no se puede rechazar.
—Y es cierto —contestó Pilka—. No te preocupes, Kyro, todo irá bien; recuerda que un hermano no daña a otro hermano—. Sonrió.
La expectación por ver aquella exhibición que Ragon tanto había anunciado era máxima. El joven ya había subido a la tarima y hablaba a la multitud.
—Ahora veréis cómo se puede poner de rodillas a cualquier enemigo usando solo la técnica. He estado perfeccionando este movimiento para poder enseñárselo a todo el que quiera; nuestro hermano Lund ha aceptado amablemente ayudarme a mostrároslo. Lund...
Hizo un gesto amistoso dirigiéndose al aludido, que subió a la tarima mientras todos le aplaudían.
—Bien, Lund —habló Ragon—. Pégame fuerte; pero hazlo bien, ¿eh? Atácame como si fueras un enemigo, no tengas piedad.
El gigante respiró con paciencia; se colocó en posición y al cabo de un momento lanzó el puño contra Ragon.
El joven se giró y sujetó el brazo de su oponente tratando de doblárselo, pero en ese instante sucedió algo inesperado: Lund adelantó un pie y empujó con él la pierna de apoyo de Ragon, que cayó de rodillas hacia adelante. Al mismo tiempo el hombre revolvió el brazo con rapidez y sujetó el del chico, tirando de él hasta llevárselo a la espalda. Ragon quedó exactamente en la posición en la que en la anterior ocasión había dejado a Lund, arrodillado y sin poder moverse.
—Y con esto termina la demostración —dijo Lund al público.
Miró a Kyro, guiñándole un ojo y sonriendo mientras la multitud reía y le aplaudía a rabiar. Kyro le devolvió la sonrisa.
Llegó el momento de las tres pruebas. Oddert, un hombre perteneciente al clan de la cueva que hacía de maestro de ceremonias, hablaba presentando a los contrincantes.
—Como sabéis Kyro el extranjero, el ahora llamado Kyro de los clanes, había sido inscrito para concursar por nuestro hermano Lund como representante de los suyos. Su rival sería Talut del clan de la montaña del este, pero nuestro hermano Jorg ha pedido el honor de ser él quien se enfrente a Kyro por haberle salvado la vida en la cacería; Kyro ha aceptado, así que la lucha de las tres pruebas puede empezar. Hermanos...
Kyro subió por un lado a la tarima y Jorg por el opuesto, y se colocaron uno junto del otro de cara al público. Contrastaban por el color blanco y negro de sus pieles, pero sobre todo por la diferencia de tamaño; el viajero le llegaba a la altura del pecho a su oponente, que podría pesar más de el doble que él. Oddert siguió hablando.
—¡La prueba de las varas! Cada uno tiene una, el vencedor es el que consiga que el otro caiga al suelo. Que sea una lucha limpia, hermanos.
—Sí, "hermano"; ahora somos "hermanos" —dijo Jorg a Kyro recalcando mucho la palabra, en voz baja pero con evidente agresividad—. Que gane el mejor, "hermano".
Cada uno se dirigió a un extremo de la tarima y recibió su vara; eran algo más largas de la altura del viajero y no muy gruesas.
Comenzó la prueba. El público vitoreaba animando cada uno a su favorito, mientras ambos se ponían en guardia estudiándose. Jorg miraba con expresión de odio a Kyro.
El gigante fue el primero en atacar; se lanzó hacia adelante blandiendo su vara como una maza y golpeando con ella de arriba a abajo, pero el viajero la esquivó fácilmente y lanzó el extremo de la suya contra uno de los pies de Jorg para desestabilizarle. Este casi perdió el equilibrio, pero fue finalmente capaz de mantenerse por poco.
—¡Jorg, un poco más y acabas como Bokka! —Gritó alguien desde el público; se oyó un estruendo de risas.
—Muy bien, "hermano" —se veía a Jorg a punto de explotar de cólera—. Espero que te estés divirtiendo.
Lanzó otro ataque, golpeando horizontalmente esta vez; Kyro lo bloqueó colocando su vara verticalmente, pero fue tan violento que con el choque tembló de arriba a abajo. Jorg repitió el golpe desde el otro lado; pero esta vez el chico le esquivó y le golpeó con su vara en la mano haciéndole soltar su arma, que voló hasta caer sobre el público arrancando de este gritos de sorpresa.
Fue demasiado: tras el instante de conmoción, la furia de Jorg estalló y se lanzó como un poseso con todo su cuerpo contra su enemigo. Kyro, completamente concentrado, reaccionó avanzando también y usó su vara a modo de pértiga para saltar sobre el gigante, que iba totalmente echado hacia adelante. Le pasó por encima hasta apoyar sus pies sobre su espalda, se impulsó saltando de nuevo, y ese empujón hacia abajo hizo que Jorg cayera de bruces al suelo.
Por un largo momento se hizo el silencio. Entonces los gritos y vítores se redoblaron, dando la victoria al viajero.
—Ganador de la primera prueba: ¡Kyro de los clanes! —anunció Oddert.
Kyro se acercó a donde estaban Lund, Baggel, Ollmon, Pilka y el resto de miembros del clan que mejor conocía. Le saludaron con enorme alegría.
—¡Sabía que era una buena idea! —gritó Lund—. Yo lo inscribí, ¿sabéis?
Los demás asintieron, muy contentos.
—Ahora vienen las mazas —dijo Baggel.
—Sí —respondió Kyro—, esta va a ser más dura.
—Tranquilo —dijo Lund—. Tú aguanta y resérvate para la tercera prueba.
—No te preocupes, Kyro —añadió Pilka—; Jorg sabe que le basta con empujarte un poco para ganar. Recuerda, un hermano no daña a otro hermano.
Se sonrieron. Kyro recibió su maza y su escudo de madera maciza, ambos demasiado grandes para él; tras esto volvió a su lugar en la tarima, donde ya estaban Jorg y Oddert.
Al llegar junto al gigante este volvió a hablarle.
—Enhorabuena, "hermano".
Le miró con una sonrisa feroz; Kyro se mantuvo serio y miró al frente. Oddert hablaba de nuevo.
—¡La prueba de las mazas! Cada contrincante tiene su maza, con la que se golpearán por turnos, y su escudo con el que podrán protegerse. Ganará el que consiga que su adversario se rinda o caiga al suelo. Que gane el más fuerte, hermanos.
—Como eres mi nuevo "hermano", te cedo el primer golpe —dijo Jorg.
No le era fácil a Kyro sujetar la enorme maza con solo una mano, pero se colocó en posición y tensó su cuerpo para atacar. Lo hizo con todas sus fuerzas, y el impacto hizo retumbar el escudo de Jorg.
—Hum, buen golpe, "hermano". Ahora me toca a mí.
Sin dar tiempo a Kyro a prepararse soltó el escudo, dejándolo caer al suelo, mientras giraba todo su cuerpo hacia atrás sujetando el extremo de su maza con las dos manos. El viajero se dio cuenta demasiado tarde de lo que ocurría: Jorg no se limitaría a ganar la prueba. Quería matarle.
Kyro soltó su maza y aferró el escudo lo más fuerte que pudo, justo a tiempo para recibir el golpe: fue tan brutal, tan extremadamente violento, que partió en pedazos la madera que le protegía y le lanzó volando por encima del público.
Voló hasta aterrizar rompiendo unas mesas con comida, y la inercia le hizo rodar hasta chocar contra uno de los pequeños montones de piedras con un fuego sobre ellas. Las llamas pasaron a sus ropas inmediatamente, mientras los que estaban más cerca reaccionaban.
—¡Se quema! —dijo alguien mientras ya prácticamente saltaban sobre él para ayudarle.
Mientras un grupo le apagaba el fuego Jorg gritó desde la tarima.
—¡Ahí tenéis a vuestro hermano! ¡Llevaos su cuerpo para que podáis coméroslo este invierno como a Bokka!
Se levantó un murmullo de disgusto entre la multitud.
—¿Estás loco, Jorg? —gritó Lund—. ¿Qué te había hecho el chico?
—Tu "hermano" os ha convertido en basura: sois indignos hijos de Crokk. Su dios con toda su magia no ha venido a protegerle, y los nuestros jamás le aceptarán.
Siguió hablando a la multitud, que se había silenciado. Algunos bajaban la mirada, con disgusto.
—Qué vais a hacer ahora, ¿desterrarme, como a Danott? ¡Claro que no! Sabéis que tengo razón.
Ese de ahí que llamabais "hermano" no es más que un extraño que viene del norte, ¡nunca sería de verdad uno de los nuestros!
En ese momento se detuvo, al ver que el grupo que rodeaba a Kyro se separaba. Este estaba en pie y le miraba fijamente.
—Ah, ¿estás vivo? Mira a tus "hermanos"; ni siquiera ellos te defienden. Podrás llegar a ser su amigo mientras seas útil, ¡pero siempre sabrán en sus corazones que para ellos eres Kyro el extranjero!
La mirada del viajero era diferente. Todo en él había cambiado súbitamente: su piel de taggor, antes blanca, estaba ahora quemada y tiznada por el fuego y había adquirido un color manchado y oscuro; su expresión reflejaba una dureza que antes no había tenido, sus músculos en tensión le hacían parecer más agresivo, y sobre todo eran otros sus ojos. Daban miedo.
Comenzó a andar directamente hacia la tarima, bajando la mirada. Caminaba despacio, cojeando muy ligeramente. Todos se apartaron a su paso. Al llegar subió y se quedó mirando fijamente a Jorg.
—Listo para la tercera prueba —dijo.
Todos, incluso su oponente, se quedaron un momento sorprendidos. Al cabo de unos instantes más de silencio, por fin Oddert se acercó.
—¿Estás seguro?
Kyro no dijo nada más, ni desvió la vista de Jorg.
Oddert carraspeó y, ante la multitud que guardaba silencio, dijo:
—¡La prueba del combate desnudo! Sin armas, sin ayudas. Ganará el que consiga que su rival se rinda o caiga al suelo.
Se volvió hacia Kyro con preocupación.
—Que sea un combate entre hermanos —concluyó. Tras esto se alejó, dejando la tarima a los oponentes.
Jorg parecía haberse repuesto de la impresión de unos momentos atrás.
—Crees que aún puedes vencerme, ¿eh, hombrecillo? Y quizá así llegues a creerte que realmente eres de los nuestros.
Kyro no se movía; tenía todo su cuerpo en tensión y no dejaba de mirarle fijamente.
Jorg no esperó más: se echó hacia el frente y trató de rodear al chico con sus brazos. Pero este reaccionó a una velocidad increíble: se agachó haciendo que Jorg abrazara a la nada, y al elevarse tomó impulso para saltar sujetando la cabeza del gigante con sus manos y dándole un rodillazo lateral en la cara con todas sus fuerzas.
Jorg, con un lado del rostro instantáneamente desfigurado y comenzando a sangrar abundantemente, trastabilló hacia atrás unos pasos mientras Kyro se acercaba tomando de nuevo impulso para otro salto; repitió exactamente el mismo movimiento golpeando salvajemente con la otra rodilla, lo que acabó de destrozar completamente el la cara de su enemigo. Todo había sido tan rápido que nadie había tenido tiempo de reaccionar.
Pero no había terminado: Jorg se llevó las manos a la cara mientras Kyro ya estaba en posición de ataque de nuevo. Mirando al frente, justo al centro del pecho de su desprotegido oponente, se lanzó entonces hacia adelante con toda su alma para golpearle lanzando un grito salido de lo más hondo de sus entrañas. Su puño impactó, escuchándose de nuevo el sonido de huesos rotos, y la fuerza del golpe con la inercia del cuerpo del viajero levantó del suelo al gigante hasta hacerle caer fuera de la tarima. Allí quedó Jorg, inerte, con la cara destrozada y lleno de sangre sobre la nieve rodeado de una multitud paralizada y en absoluto silencio.
Era cierto.
Kyro miró a los que le rodeaban, aún respirando agitadamente; nadie entre los gigantes se movía. Los ojos del viajero se detuvieron en el grupo de Lund y los demás. Le miraban con sorpresa, temor, rechazo.