Authors: Mandelrot
La luz directa del amanecer en los ojos le despertó. Estaba acostado en el suelo junto a las columnas que delimitaban la gran sala circular, ante él tenía la bella vista del inmenso desierto.
Allí nunca había viento y la temperatura era agradable, y las ropas que habían traído para él eran más que suficiente para abrigarse; le habían ofrecido una habitación con todas las comodidades, pero el viajero había preferido quedarse. Junto a él tenía aún la bandeja con comida de la noche anterior, que no había tocado. Tampoco lo hizo ahora.
Se sentó con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, dejando que le bañara el sol; le gustaba la sensación. Había perdido la cuenta de los días que llevaba allí, meditando, sabiendo que un dios y su universo entero esperaban su decisión.
Era cierto, aquel robot debió estar muy por encima de los hombres. Lo veía en su abuelo, agotado por el trabajo sin descanso, mantenido con vida artificialmente gracias a aquellos tubos para soportar la sobreestimulación de una mente expandida mucho más de lo que un humano normal sería capaz de tolerar. Le había contado que todo lo que él podía hacer forzando al máximo sus límites el robot lo hacía sin el más mínimo esfuerzo; y aún llegaba mucho más lejos, hasta ser capaz de cosas imposibles siquiera de imaginar. A duras penas su abuelo era capaz de mantener el orden a costa de sobreexplotarse, mientras que para Varomm era solo una pequeña tarea más. Realmente era un ser excepcional, el único que merecía ser considerado un dios.
Los símbolos y la ciencia que justificaban los actos del ser más sabio y poderoso que había existido jamás eran aún incomprensibles para él, pero algo en su interior le decía que eran ciertos. Podía aprender, tratar de resistirse a los hechos, pero su intuición le decía que perdería esta batalla: Koldar era un k’var, el padre de su padre, y sencillamente sabía que decía la verdad. Kyro era el último de una estirpe que había vivido sacrificándose por su deber; ahora debería asumir el más grande al que nunca nadie hubiera tenido que enfrentarse.
Su abuelo le había dicho que él no tendría que sufrir: que habían avanzado mucho experimentando sobre él mismo, que no necesitaría someterse a aquellas salvajes operaciones y vivir postrado en su trono para siempre. Le contó que habían estudiado el proyecto Var O 33, que habían logrado comprenderlo, que ya eran capaces de reproducir todas sus funciones mentales si tenían a un sujeto vivo. Solo necesitaban a alguien que reuniera las condiciones necesarias, que estuviera preparado para soportar el conocimiento absoluto, y que pudiera existir eternamente.
Era demasiado tarde para Koldar, pero ahora tenían a Kyro; el primer viajero había causado un daño casi irreversible, pero el segundo podía repararlo. Podía convertirse de verdad en el nuevo dios que necesitaba el universo. Solo tenía que tomar su decisión y todo se arreglaría.
Pero había un problema.
Kyro no era un soldado experimentado, curtido, acostumbrado a tomar la iniciativa y a pensar por sí mismo; quizá una vez llegó a serlo, pero ahora era de nuevo un chico que siempre había ido de la mano de su padre y sus maestros, que jamás había tomado decisiones sin guía, y al que un día llevaron delante de una esfera y de repente despertó en un mundo extraño alejado de todo lo que había conocido. Esta decisión clave, la más importante que jamás nadie hubiera tenido que tomar, la que cambiaría el destino de todos para siempre, recaía sobre alguien que no estaba preparado para tomarla.
Y el problema era ese: su decisión no podía ser correcta porque él no era la persona correcta para decidir. Tenía que hacerlo, muchos dependían de ello; pero a la vez sabía que hiciera lo que hiciera todo aquello, el hecho mismo de que las cosas dependieran de él, era un gran error.
Había pensado en todo esto durante días y días, solo junto a las columnas de la gran sala circular mientras el sol le bañaba. Llevaba mucho tiempo allí, pero era la primera vez que disfrutaba de verdad de sus tibios rayos.
Aquella mañana, al ser despertado por la luz del amanecer y sentarse a respirar con los ojos cerrados, supo por fin lo que iba a hacer. Correcta o no, era su elección.
—Bienvenido, viajero.
Su abuelo sonrió débilmente al verle acercarse. Kyro le devolvió la sonrisa.
—Has tomado tu decisión.
No era una pregunta, lo sabía.
—Sí. Voy a liberarte de tu carga.
Varomm cerró los ojos, respirando lenta y profundamente; sus rasgos angulosos mostraron un alivio tan inmenso que nadie más que él hubiera podido comprenderlo.
—Gracias, hijo.
—He aprendido... Me has enseñado mucho desde que estoy aquí. Me has dado una nueva visión de las cosas, y siempre te estaré agradecido. Ahora me doy cuenta de que esta es la primera vez en toda mi vida que pienso por mí mismo. Creo que ni siquiera cuando estaba solo, en mi viaje, llegué nunca a ser realmente yo quien decidía mi destino.
Koldar le miraba escuchándole con atención. El chico continuó.
—Tu universo es como yo. Tiene a alguien que le lleva siempre de la mano guiándole hacia lo que es correcto, pero no sabe lo que es ser libre para elegir su propio camino. Si esa elección le lleva al dolor y a la destrucción habrá que aceptarlo: la muerte es parte de la vida. No debes tener miedo de morir, nadie vive eternamente.
Sonrió de nuevo, y esta vez fue el dios quien le devolvió la sonrisa a él.
—Yo quiero para mí esa libertad, incluso para equivocarme; no puedo querer otra cosa para todos los demás. No ocuparé tu lugar cuando te hayas ido, serás el último Varomm.
Su abuelo bajó la mirada unos instantes, para fijar entonces los ojos en él de nuevo.
—Lo comprendo —dijo, e hizo una pausa antes de continuar—. Eres tú el que hoy me ha enseñado algo a mí, y para serte sincero me apena pensar que seré el responsable de quitarte lo único que te queda. Una vez acabes el trabajo que te ha traído hasta aquí lo habrás perdido absolutamente todo en tu vida: tus recuerdos del pasado, el sentido de un futuro. Lo siento.
El viajero negó con la cabeza.
—No, no lo sientas. Soy libre porque decido cuál es mi camino y acepto las consecuencias; y tú no eres responsable de mí, ni de nadie más que de ti mismo. Bastante has sufrido ya por otros; mereces morir en paz.
El momento se acercaba; Kyro escuchaba atentamente las últimas instrucciones de su abuelo.
—Cuando mi cuerpo físico deje de funcionar la unidad de control central de este complejo detectará que ha habido un ataque e informará a los robots; en ese momento todos ellos interrumpirán sus funciones y su principal prioridad será destruirte.
—¿No puedes ordenarles que no lo hagan?
—Después de la muerte del primer Varomm fui yo mismo quien fijó nuevas directrices de seguridad para protegerme —el dios suspiró con aspecto cansado—, y lo hice de manera que no fuera posible modificarlas. Sin embargo hay otra opción.
—¿Cuál es?
—Antes de morir transferiré parcialmente mi consciencia a la propia unidad de control: una parte de mí vivirá en el propio edificio y te ayudará a salir de aquí. Aislaré las secciones de energía y provocaré una sobrecarga con un impulso electromagnético que desactivará a los robots y te dará algo de tiempo mientras reinician sus sistemas; después de eso aumentaré los niveles hasta provocar el colapso del sistema de contención y la destrucción del complejo. No te preocupes, hijo: yo te protegeré.
Kyro asintió.
—Esta parte de la misión debemos completarla juntos.
Los dos viajeros sonrieron, mirándose a los ojos.
Kyro respiró hondo; vio un profundo agradecimiento en la mirada de su abuelo. Se inclinó para besarle en la frente y sintió una oleada de cariño hacia aquel hombre que lo había dado todo por los demás, y entonces se colocó a un lado para sujetar los tubos que le salían de la cabeza. El dios cerró los ojos y las lágrimas cayeron por su castigado rostro, y Kyro sintió que sus ojos se humedecían también: sin poder contenerse lloró de dolor, de pérdida de la única persona que le quedaba y que podía comprenderle, de emoción por enfrentarse a su destino. Lloró como jamás había llorado, liberando sentimientos que hasta ese momento habían estado contenidos.
Finalmente contrajo sus músculos, todo su cuerpo se tensó, y tiró con fuerza de los tubos que mantenían con vida al ser al que había buscado desde siempre. La muerte de Varomm comenzó, y con ella el fin de su misión.
Primero fue un ligero temblor, pero el viajero rápidamente notó que toda la construcción se sacudía por unos instantes antes de volver a quedar todo en calma. Momentos después comenzó a escucharse una voz neutra que parecía venir de todas partes:
—ALERTA DE SEGURIDAD. TRANSMISIÓN DE PARÁMETROS.
A cierta distancia de donde estaba Kyro vio aparecer desde el suelo lo que parecía ser la habitación en la que había subido hasta aquel lugar; era como si la estructura se hubiera armado de la nada. Se dirigió a su interior y vio cómo se cerraba, iniciando el camino de regreso.
—ACCESO NO AUTORIZADO A LA UNIDAD DE CONTROL. AISLAMIENTO ILEGAL DE LAS SECCIONES DE ENERGÍA.
El viajero notaba que descendía, hasta que finalmente la habitación se detuvo. En ese momento hubo una sacudida, y las luces parpadearon por un momento.
—ALERTA: SOBRECARGA DE ENERGÍA. NIVELES DE RADIACIÓN ELECTROMAGNÉTICA FUERA DE RANGO.
Un trozo de suelo bajo sus pies se separó del resto y comenzó a bajar; estaba flotando de nuevo en una plataforma como la que le había llevado acompañado por el robot que le había servido de guía. Ahora estaba solo, y lo que vio al encontrarse de nuevo en el inmenso espacio lleno de agentes de Varomm le impresionó profundamente.
El lugar parecía haberse congelado en el tiempo. Donde antes había luz por todas partes ahora solo las enormes islas cilíndricas flotantes iluminaban tenuemente a los sacerdotes, que estaban junto a ellas inmóviles como si se hubieran petrificado mientras realizaban sus tareas. El conjunto era como un gran enjambre de luciérnagas en una noche oscura, solo que aquí nada se movía y todo estaba en absoluto silencio.
Solo Kyro volaba sobre su plataforma flotante, que sorteaba automáticamente los obstáculos como había ocurrido la primera vez; sin embargo el movimiento ya no era tan fluido como entonces, como si la mente que estuviera controlando todo aquello no funcionara del todo bien.
Aquella voz neutra volvió a escucharse, justo cuando el viajero empezó a distinguir entre las sombras el paso elevado que recorrió al principio y que sería el final de su vuelo.
—RESTABLECIMIENTO DEL NIVEL DE FUNCIONAMIENTO PRIMARIO. TRANSMISIÓN DE NUEVOS PARÁMETROS DE SEGURIDAD COMPLETOS.
La luz general volvió de repente, y con ella comenzaron a moverse de nuevo los robots. Kyro se dio cuenta, con gran alarma, que todos se giraban para mirarle. Aún le quedaba un poco antes de llegar al final de su trayecto con la plataforma flotante, cuando les vio separarse de sus puestos sobre sus plataformas individuales y salir directos hacia él.
—INTRUSO DETECTADO. CONFIRMACIÓN DE PARÁMETROS DE SEGURIDAD. PRIORIDAD: DESTRUCCIÓN.
Unos momentos más y llegaría a tierra firme, pero cuando creía que casi estaba a salvo ocurrió algo que le cortó la respiración: la pared al final del paso elevado se abrió, y tras ella apareció otro robot que inmediatamente le localizó y avanzó para saltar sobre él. La plataforma seguía su camino sin que pudiera controlarla, no tenía tiempo para pensar...
Solo había una posibilidad: miró abajo, vio a uno de sus perseguidores que subía, y saltó sobre él. La inercia de su peso desequilibró a su enemigo y ambos cayeron: Kyro logró colocar al robot debajo de su cuerpo para protegerle del impacto contra el suelo, lo que le salvó de sufrir lesiones graves al tiempo que el golpe dejaba a su oponente inutilizado.
—AUMENTO DE NIVELES DE ENERGÍA EN NÚCLEO PRINCIPAL. IMPOSIBLE CONTENCIÓN. EL COMPLEJO DEBE SER EVACUADO INMEDIATAMENTE.
Lo primero que vio el viajero fue que una de las paredes junto a él se abría, y sin pensárselo dos veces salió disparado hacia ella. Casi estaba allí cuando escuchó dos fuertes golpes, y justo al pasar por la puerta recién aparecida vio por el rabillo del ojo la figura de un robot que se ponía en pie y se lanzaba a por él. Estuvo a punto de atraparle, pero la pared se cerró instantáneamente a su espalda dejándole por un momento a salvo.
Estaba en lo que parecía una habitación llena de artefactos y objetos extraños, pero no pudo pararse a examinarlos: a su derecha apareció un robot, que instantáneamente le localizó. Kyro oyó un siseo a su izquierda: otra puerta abierta en la pared del fondo. Se dirigió hacia allí a toda velocidad.
—NÚCLEO PRINCIPAL PRÓXIMO A LA FUSIÓN. EL COMPLEJO DEBE SER EVACUADO INMEDIATAMENTE.
El viajero atravesaba pasillos, saltaba entre plataformas y cruzaba habitaciones como un rayo, siguiendo el camino de puertas que se abrían para guiarle y esquivando con gran agilidad a los robots que le salían al paso tratando de atraparle. Aunque su abuelo estuviera ayudándole no podía perder ni un instante o moriría en aquel lugar. La persecución era frenética, Kyro dependía ahora de sus reflejos para tomar las decisiones correctas sin siquiera pensar.
Por fin llegó a una estancia enorme que parecía un almacén, y vio cómo de nuevo se abría una de las paredes: al otro lado estaba el exterior. Inmediatamente fue hacia allí, cuando un movimiento frente a él y algo más arriba le hizo frenar en seco. Era un robot, que saltó desde un pasillo abierto y cayó ante el viajero para cortarle el paso.
—FUSIÓN INMINENTE. EVACUACIÓN INMEDIATA.
Era el único camino y no había margen para dudas: con un grito desde lo más profundo de su alma, Kyro se lanzó con todas sus fuerzas hacia adelante en el momento en que su enemigo terminaba de ponerse en pie.
Le cayó encima como una maza imparable y los dos rodaron por el suelo; sus sentidos, alerta al máximo, le dijeron que no lejos de donde estaban se había abierto otra puerta y empezaban a entrar más perseguidores a por él. El viajero se puso en pie y se dirigió de nuevo hacia la puerta, mientras los otros estaban ya solo a unos pasos de distancia.
Dio un salto hacia el exterior, cayendo justo al otro lado de la abertura; justo entonces notó cómo le sujetaban un tobillo con tremenda fuerza. Giró desesperado la cabeza, para ver cómo la puerta se cerraba dejando atrapado el brazo de un robot que era el que le agarraba desde el otro lado. Sujetó la mano y comenzó a hacer fuerza para separar los dedos...