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Authors: Kim Harrison

Tags: #Fantástico, Romántico

Por unos demonios más (11 page)

BOOK: Por unos demonios más
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—Ese perfume ya no funciona —dijo.

Yo escondí mi sonrisa, pensando que debería dejar de utilizarlo, pero obligarla a morderme otra vez no era buena idea.

—Es uno viejo —dije—. No tenía nada más en el baño.

Para mi sorpresa, ella sacudió la cabeza y se río entre dientes. Estaba de buen humor y me pregunté qué habrían estado haciendo ella y Skimmer allí dentro además de colocar de nuevo los muebles.
No es asunto mío
, pensé, y volví a concentrarme en mi salsa.

Ivy estaba en silencio mientras bebía otro trago y se apoyaba en la barra con los tobillos cruzados. Sentí sus ojos deambular por la cocina y posarse en la tetera que brillaba débilmente en el fogón de atrás.

—¿Va a venir Ceri? —preguntó.

Yo asentí y miré el jardín húmedo que estaba ensombrecido con un anochecer temprano debido a las nubes.

—Va a ayudarme con mi glifo de invocación. —La miré sin dejar de remover con la cuchara.
En el sentido de las agujas del reloj, en el sentido de las agujas del reloj… nunca al contrario
—. ¿Qué planes tienes para esta noche?

—Voy a salir y no volveré casi hasta el amanecer. Tengo una misión. —Con un movimiento poderoso y lleno de gracia, se apoyó en una mano para subirse y sentarse sobre la encimera.

—¿Vas a llevarte a Jenks? —pregunté. Quería que se quedase conmigo, pero mis temores de miedica no eran tan importantes como un trabajo de verdad.

—No. —Ivy se pasó los dedos por las puntas de su cabello más corto en un gesto de nerviosismo, lo cual quería decir que iba a hacer algo para Piscary, no para el beneficio de su cuenta bancaria. Era la sucesora de un señor de los vampiros y eso era más importante… cuando no me metía a mí por medio.

—¿Crees que aquella estatua tan fea es lo que buscaba aquel demonio?

—¿El foco? —Pasé un dedo por la cuchara, lo lamí y dejé la cuchara en el fregadero—. ¿Qué otra cosa podría ser? Ceri dice que si Newt hubiese sabido que lo tenía David, habría aparecido en su apartamento, no aquí, pero voy a traerlo de nuevo aquí de todas formas. Alguien en Cincy sabe que ha vuelto a aparecer. —Mi mirada se perdió en la lejanía mientras un horrible sentimiento de traición se asentaba en mi estómago. Además de Ivy, Jenks y Kisten, la única persona que sabía que todavía tenía el foco era Nick. No me podía creer que me hubiese traicionado de esa manera, pero ya le había vendido información sobre mí antes al gran Al. Y ahora estaba cabreado conmigo.

El agua estaba hirviendo y vertí en ella suficientes macarrones para tres personas.

Ivy se inclinó y cogió el paquete abierto de pasta.

—¿Qué quería Glenn? —preguntó mientras se comía un trozo de pasta seca.

Bajé el fuego mientras deshacía el montón de macarrones.

—Mi opinión sobre un asesinato de mujeres lobo. Era la secretaria del señor Ray. Quienquiera que lo hiciese intentó que pareciese un suicidio.

Con sus definidas cejas levantadas, la mirada de Ivy se dirigió al calendario que había colgado en la pared junto a su ordenador.

—¿A falta de una semana para la luna llena? No pudo ser un suicidio y la SI lo sabe.

Yo asentí.

—Creo que no se esperaban que la AFI se interesase por ello. Tenía marcas de presión provocadas por ataduras y marcas de agujas. Denon lo estaba encubriendo.

Ivy dudó si coger otro trozo de pasta.

—¿Crees que tiene algo que ver con el foco?

—¿Por qué no? —dije exasperada. Maldita sea. Solo había tenido aquella horrible estatua durante dos meses y ya se había corrido la voz de que no se había perdido al caer por el puente Mackinac. Me aparté un mechón de pelo de la cara y revolví la pasta mientras intentaba recordar si había ido a ver o había llamado a David en todo ese tiempo. Aparte de la noche en que se lo di, creía que no. Él era mi alfa, pero no era como si estuviésemos casados ni nada por el estilo. Mierda, aquello no era seguro. Necesitaba recuperarlo, hoy mismo.

—Puedo preguntar por ahí si quieres —dijo Ivy mientras subía los pies a la encimera con un balanceo para sentarse cruzada de piernas con la caja de pasta.

Mis pensamientos volvieron de repente a ella.

—Por supuesto que no —dije—. Cuanto menos indague, más segura estaré. Además, nunca nos pagarán si averiguas algo.

Ella se río y yo me relajé. Ivy no se reía a menudo y me encantaba el sonido de su risa.

—¿Por eso estás pensando en Nick? —me preguntó, cosa que me dejó perpleja—. Nunca haces pasta con salsa Alfredo a menos que estés pensando en él.

Yo abrí la boca para protestar, pero luego la cerré.
Mierda, tiene razón
.

—Mmm —dije molesta mientras revolvía la pasta—. Glenn me ha dado hoy su expediente. Tiene diez centímetros de grosor.

—¿De verdad? —dijo, arrastrando las palabras, y yo fruncí el ceño. Nunca le había gustado Nick.

—Sí, de verdad. —Dudé mientras veía surgir el vapor—. Lleva un tiempo con esto.

—Lo siento.

Me obligué a adoptar una expresión blanda. Odiaba a Nick, pero sentía de verdad que me hubiese destrozado el corazón.

—Ya lo he superado. —Y asiera. Excepto la parte de sentirme utilizada. Había estado vendiendo información sobre mí a Al a cambio de favores antes de que rompiéramos.
Gilipollas
.

Estaba sonando
Only
, de NIN, y de repente alguien bajó el volumen. No me sorprendió ver entrar a Skimmer en la cocina, probablemente querría saber qué estábamos haciendo. Más que verla, sentí como la actitud de Ivy se cerraba un poco más cuando el cuerpo de bailarina enfundado en vaqueros de Skimmer entró en la cocina.

Ivy era abierta conmigo y era igual con Skimmer, pero no se sentía cómoda demostrándolo ante Skimmer. Skimmer amaba a Ivy sin reservas y se había mudado aquí con la promesa de que, si conseguía sacar de la cárcel a Piscary, sería aceptada en su camarilla y podría quedarse. Yo era la que lo había metido entre rejas y el día que saliese mi vida probablemente no valdría más que un pedo de trol. Ivy era en gran parte la razón por la que yo seguía viva, lo cual la ponía contra una pared cuya presión crecía lentamente con cada éxito en los tribunales.

Skimmer haría lo que fuese por quedarse con Ivy. Yo haría lo que fuese para que mi cuerpo y mi alma siguiesen unidos. E Ivy se iba a volver loca en silencio, ya que quería que ambas consiguiésemos lo que queríamos. Habría ayudado algo que Skimmer no fuese tan fastidiosamente agradable.

La perceptiva vampiresa se dio cuenta de que había interrumpido algo y, tras colocarse su largo, rubio y lisísimo pelo detrás de una oreja, se sentó a la mesa en la silla de Ivy. Por el rabillo del ojo vi como arrugaba la cara por un momento, cuando ella e Ivy intercambiaron una mirada, pero sus facciones se suavizaron y su naricita y su barbilla adoptaron una expresión agradable. Al lado de las delicadas facciones de Skimmer, mis fuertes pómulos y mi mandíbula parecían las de un neandertal. Aunque era más lista que un zorro y estaba en plena forma, aquella mujer parecía muy inocente, con aquellos ojos azules y su bronceado de la Costa Oeste, un rasgo que probablemente le sería de gran utilidad en su profesión cuando la competencia la infravaloraba.

—¿Es la comida? —dijo alegremente. Su agradable voz mostraba un calculado tono de aflicción.

—Es solo pasta —dije mientras iba a escurrir los macarrones—. Tengo suficiente para tres personas, si queréis. —Me giré del fregadero y vi que sus intensos ojos azules tenían un iris azul menguante, cosa que los hacía todavía más llamativos. Sus pestañas gruesas y largas acentuaban sus delicadas facciones. Me preguntaba qué habrían estado haciendo en el santuario. Había muchos sitios en los que morder a alguien… y la mayoría de ellos estaban cubiertos por ropa.

—Me apunto —dijo, mientras miraba el reloj, que tenía diamantes incrustados en los números—. Tengo una hora antes de volver a la oficina y, si no llego, que se fastidien y que esperen.

Aquello era genial, porque ella era la jefa, pero mi presión sanguínea empezó a aumentar cuando se dirigió a la nevera y cogió de encima de ella una de las galletas de azufre de Ivy. Dios, odiaba aquellas cosas y vivía con el miedo de que un día la SI tuviese una excusa para registrar mi cocina y me llevasen a rastras.

—¿Por qué no la convertimos en una comida de verdad? —dijo la vampiresa, claramente consciente de que yo estaba molesta, pero dispuesta a escalar posiciones—. Ivy tiene una misión esta noche y yo tengo que volver a trabajar. No tardaremos mucho en convertirla en una comida completa ahora mismo.

Si mi pasta no es suficiente para ti, ¿entonces por qué dices que la quieres
?, pensé con maldad, pero contuve mi primera reacción, ya que sabía que había hecho aquella oferta en un intento genuino de camaradería. Miré el reloj mientras decidía que todavía faltaba mucho para que viniese Ceri y, cuando Ivy se encogió de hombros, yo asentí.

—Claro —dije—. ¿Por qué no?

Skimmer sonrió. Era evidente que no estaba acostumbrada a no caerle bien a alguien y, tampoco es que yo la odiase, pero cada vez que venía hacía algo que me fastidiaba, aunque no fuese culpa suya.

—Haré pan de ajo —dijo alegremente ondeando su melena mientras abría la puerta de la alacena para buscar las especias.

—Rachel es alérgica al ajo —dijo rápidamente Ivy, y la vampiresa viva dudó. Me miró a los ojos y casi la pude oír soltarse una reprimenda a sí misma.

—Ah, entonces tostadas de hierbas. —Y con una alegría forzada se fue a lavar las manos.

No era realmente alérgica, sino sensible al ajo gracias a aquella misma aberración genética que me habría matado de no haber intervenido el padre de Trent. Ivy se bajó de la encimera deslizándose y, después de cerrar el paquete de pasta, empezó a reunir los ingredientes para hacer una ensalada. Estaba justo al lado de Skimmer y, cuando sus cabezas casi se tocaron, me pareció escuchar una palabra de ánimo en voz baja.

Mientras estaba allí de pie junto a la cocina con mi pasta, me di cuenta de que estaba empezando a sentirme mal por la pobre mujer. Estaba intentándolo, reconocía que yo era importante para Ivy y estaba haciendo un esfuerzo por ser amable. Skimmer sabía que Ivy había puesto sus ojos una vez en mí, que había dejado de jugar por raí sangre una vez la consiguió, ya que el encuentro había terminado tan mal que la asustó tanto como para no querer repetirlo. Y no era ningún secreto que no me importaba una mierda que ambas compartiesen sangre y cama. Creo que eso tenía mucho que ver con la actitud de Skimmer. Yo era una de las pocas amigas de Ivy, y Skimmer sabía que una de las formas más rápidas de enfadar a Ivy era portarse mal conmigo.

Vampiros
, pensé mientras echaba la pasta en la salsa blanca. Nunca los había comprendido.

—¿Os apetece un poco de vino? —preguntó Skimmer de pie junto a la nevera con una barra de mantequilla en la mano—. Con la pasta va bien el tinto. He traído un poco hoy.

Yo no podía beber vino tinto sin arriesgarme a tener migrañas e Ivy no bebía mucho… nada antes de una misión. Yo abrí la boca para decir simplemente que no por mi parte, pero Ivy le espetó:

—Rachel no tolera el vino tinto. Es muy sensible al azufre.

—Oh, Dios. —La hermosa cara de Skimmer estaba arrugada cuando salió de detrás de la puerta—. Lo siento. No lo sabía. ¿Hay algo más que no toleres?

Solo a ti
.

—¿Sabes qué? —dije mientras dejaba la tapa sobre la pasta ya terminada y apagaba el fuego—. Voy a comprar un poco de helado. ¿Alguien más quiere helado?

Sin esperar una respuesta, cogí el bolso y una de las bolsas de tela de Ivy y salí de la cocina.

—Volveré antes de que acabe de hacerse el pan —dije por encima del hombro.

El eco de mis sandalias era diferente en el santuario, y aminoré el paso para ver la acogedora zona que Ivy y Skimmer habían arreglado en una esquina frontal como sala de estar temporal. La televisión no funcionaría, ya que aquí no teníamos cable, pero lo único que yo necesitaba era el aparato de música. Skimmer debía haber traído las plantas que había en el suelo, ya que no las había visto antes. La maldita vampiresa se estaba mudando con nosotros.

¿
Y tengo algún problema con eso
? Irritada ahora conmigo misma, abrí de un empujón una de las pesadas puertas, salí al amplio pórtico y la cerré con fuerza. La luz que caía sobre la señal hacía brillar la acera mojada. El aire suave de la lluvia me acarició el hombro desnudo, pero no me calmó.

¿Estaba molesta porque había empezado a pensar que la iglesia era mía, o era porque Skimmer estaba llevándose una parte de la atención de Ivy?

¿
De verdad quiero responder eso
?

Me puse de peor humor cuando pasé junto a mi coche en el aparcamiento. No podía conducir mi estúpido coche hasta la estúpida esquina por culpa de la estúpida SI.

Inspeccioné la calle en busca de mi manada. Afortunadamente no encontré a Brett. Quizá lo había espantado la lluvia. El hombre a veces también tenía que trabajar.

El estruendo de la puerta principal de la iglesia cortó el aire húmedo y me giré con una mirada de disculpa. Pero no era Ivy.

—Voy contigo —dijo Skimmer mientras se ponía su ligera chaqueta color crema y saltaba los escalones de dos en dos.

Genial
. Me giré y me puse a andar.

Skimmer caminaba en silencio y llevaba el bolso apretado contra el torso mientras intentaba cogerme el paso, y acabó poniéndose demasiado cerca, ya que la acera no era tan ancha. Nuestros pies pisaron un charco y yo miré sus botas blancas. Aunque no eran apropiadas para el trabajo de una cazarrecompensas, a ella le quedaban genial y hacían destacar sus pies pequeños. ¿
Qué demonios quiere
?

Skimmer respiró hondo, lentamente, y dijo:

—Ivy y yo nos conocimos el día que se mudó a mi residencia de estudiantes.

Vaya. Esto no es lo que me esperaba
.

—Skimmer…

La cadencia de sus pasos no aminoraba.

—Déjame terminar —dijo, mientras sus mejillas se ponían rojas con la luz de la calle—. Expulsaron a mi antigua compañera de cuarto e Ivy se mudó. Piscary le estaba comiendo la cabeza soberanamente y sus padres consiguieron alejarla de él durante unos años para que pudiese encontrar una identidad que no dependiese de él. Creo que aquello le salvó la vida. La hizo mucho más fuerte. Necesitaba a alguien y yo estaba allí.

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