Read Por unos demonios más Online

Authors: Kim Harrison

Tags: #Fantástico, Romántico

Por unos demonios más (3 page)

BOOK: Por unos demonios más
7.51Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

—¡
Corrumpro
! —gimió mientras lo golpeaba. A sus pies, Ceri tembló cuando el círculo exterior brilló con un negro intenso al ser poseído por Newt. Con una sonrisita, Newt tocó el círculo y este desapareció para dejar dos bandas finas y brillantes de irrealidad entre nosotros y la muerte, que iba vestida con una túnica de color rojo oscuro y blandía un báculo negro.

—Has mejorado mucho tus habilidades, Ceridwen Merriam Dulciate —dijo Newt—. Al es un magnífico profesor. Quizá tanto que puede que te merezcas mi cocina.

Ceri no levantó la mirada. La cortina que formaba su pelo claro ocultaba lo que estaba haciendo y sus puntas estaban manchadas de sangre. Yo respiraba rápido y seguí girando para poder ver a Newt! hasta que mi espalda estuvo de nuevo frente a la puerto abierta que daba a la iglesia.

—Me acuerdo de ti —dijo Newt, tocando con el extremo de su báculo el lugar donde el círculo se unía con el suelo. Cada toque enviaba un manto negro cada vez más intenso sobre la barrera—. Yo volví a unir tu alma cuando viajaste por las líneas. Me debes un favor. —Contuve un escalofrío cuando los ojos del demonio se posaron sobre Ceri a través de mis piernas desnudas y pálidas—. Dame a Ceri y lo anularé.

Me quedé de piedra. Arrodillada detrás de mí, Ceri reunió fuerzas para hablar.

—Yo tengo mi propia alma —afirmó con voz temblorosa—. No le pertenezco a nadie.

Newt se encogió de hombros y se puso a jugar con el collar que llevaba puesto. —La firma de Ceri está por todo el desequilibrio de tu alma —dijo el demonio mientras se acercaba al piano de Ivy y me daba la espalda—. Está lanzando maldiciones por ti, y tú estás aceptando. Si eso no la conviene en tu familiar, ¿entonces qué es?

—Lanzó una maldición por mí —admití mientras observaba como el demo­nio acariciaba con sus largos dedos la madera negra—. Pero el desequilibrio lo provoqué yo, no ella. Eso la conviene en mi amiga, no en mi familiar.

Pero al parecer Newt nos había olvidado. De pie junto al piano de Ivy, la figura con túnica pareció convocar el poder de la sala en su interior, conviniendo así todo lo que un día había sido sagrado y puro en algo para su propio beneficio.

—Aquí —murmuró—. He venido a buscar algo que me pertenece y que tú me robaste… pero esto… —Newt se metió el báculo bajo el brazo, inclinó la cabeza y la mantuvo en esa posición durante un rato—. Esto me molesta. No me gusta estar aquí, ¿Por qué me duele?

Mantener distraída a Newt mientras Ceri trabajaba estaba bien, pero ese demonio estaba como una cabra. La última vez que me había encontrado con Newt al menos razonaba, pero ese inimaginable poder estaba alimentado por la locura.

—¡Fue aquí! —gritó el demonio, y yo di un respingo y contuve un grito. Ceri aguantó la respiración cuando Newt se giró y nos miró con aquellos ojos negros llenos de malevolencia—. No me gusta esto —dijo Newt—. Duele. No debería doler.

—No deberías estar aquí —dije con una sensación de ligereza e irrealidad, como si me estuviese meciendo en el filo de un cuchillo—. Deberías irte a casa.

—No sé dónde está mi casa —dijo Newt. Su suave voz estaba tintada de una intensa cólera.

Ceri me agarró y dijo:

—Ya esta listo —susurró—. Llámalo.

Aparté la mirada de Newt mientras el demonio comenzaba a caminar de nuevo en círculos y me fijé en el horrible y elaborado pentáculo rodeado de dos círculos que Ceri había dibujado con su sangre.

—¿Crees que invocar a un demonio para que se ocupe de otro es una buena idea? —le susurré, y Newt aceleró el paso.

—Él es el único que puede razonar con ella —dijo Ceri, aterrorizada y desesperada—. Por favor, Rachel. Lo haría yo, pero no puedo. Es magia demoníaca.

Yo sacudí la cabeza.

—¿Un familiar suyo? ¿Habrías ayudado a Al?

Mientras Newt se reía de mi apodo para Algaliarept, su demonio captor, a Ceri le temblaba la barbilla.

—Newt está loca —susurró.

—¿Tú crees? —le espeté mientras pegaba un brinco cuando Newt le dio una patada lateral a la barrera y su túnica giró de manera espectacular. Genial, además sabia artes marciales. ¿Por qué no? Era evidente que llevaba en el mundo bastante tiempo.

—Por eso tiene a un demonio como familiar —dijo Ceri parpadeando con nerviosismo—. Tuvieron un enfrentamiento y el perdedor se convirtió en su familiar. Es más bien algo así como un cuidador y probablemente la estará buscando. No les gusta perderla de vista.

Se me empezaron a iluminar bombillas en la cabeza y me quedé con la boca abierta. Al ver que lo había comprendido, Ceri tiró de mí hacia abajo en dirección al pentáculo que había dibujado con su sangre. Me agarró la muñeca, le dio la vuelta a la mano y dirigió el cuchillo hacia mi dedo.

—¡Eh! —grité mientras retiraba la mano.

Ceri me miró y frunció los labios. Se estaba puniendo de muy mal humor.

Eso era bueno. Significaba que creía que podría, podríamos, sobrevivir a esto.

—¿Tienes un punzón para pruebas de glucosa? —me dijo con brusquedad.

—No.

—Entonces déjame que te haga un corte en el dedo.

—Tú ya estás sangrando —dije—. Utiliza tu sangre.

—La mía no funciona —dijo apretando los dientes—. Es magia demoníaca y…

—Sí, ya lo pillo —interrumpí. Su sangre no tenía las enzimas adecuadas y, gracias a algunos pequeños ajustes genéticos ilegales que había hecho para salvar mi vida, había sobrevivido a nacer aunque yo sí las poseía.

La presencia zumbante del círculo que se extendía sobre nosotras pareció titubear y Newt emitió un sonido de éxito. Ceri se estremeció al perder el control del círculo de en medio y Newt lo derribó. Solo quedaba un círculo fino y frágil. Extendí la mano, muerta de miedo. Ceri y yo nos miramos a los ojos y me di cuenta de que el estrés hacia más hermosas sus facciones angulosas. Yo solo estaba fea cuando me asustaba. Newt tenía la mano suspendida sobre el último círculo y sonreía con maldad mientras murmuraba en latín. Aquello se había convertido en una carrera.

Ceri hizo un pequeño corte en mi dedo y yo me sacudí al notar el pinchazo mientras veía brotar una perla roja.

—¿Qué hago? —le pregunté. Aquello no me gustaba nada.

Con sus ojos azules llenos de lágrimas, me giró la mano con la palma hacia abajo y la colocó en el círculo. La vieja madera de roble pareció vibrar, como si la fuerza de su vida almacenada estuviese fluyendo hacia mí, conectándome a la rotación de la tierra y al fuego del sol.

—Es una maldición pública —dijo, y sus palabras salieren a borbotones—. La frase de invocación es «
mater tintinnabulum
». Di eso y el nombre de Minias en tu mente y la maldición te conectará.

—No invoques a Minias —amenazó Newt, y entonces noté que el control de Ceri sobre el último circulo aumentaba mientras el demonio estaba distraído—. Te matará más rápido que yo.

—No lo vas a invocar, vas a pedirle que te preste atención —dijo Ceri desesperada—. El desequilibrio normalmente iría hacia ti, pero lo puedes negociar a cambio de decirle dónde está Newt y él lo aceptará. Si no lo hace, lo haré yo.

Era una gran concesión por parte de la elfa cubierta de mácula. Aquello cada vez tenía mejor pinta, pero el sol todavía no había salido y Newt parecía preparada para destrozarnos. No creía que Ceri pudiese mantener la concentra­ción durante mucho más tiempo contra un señor de los demonios. Y tuve que creerme aquello de que los demonios tenían una manera de controlar a ese miembro de su especie, pues de lo contrario ya estarían muertos. Si se llamaba Minias y se hacía pasar por su familiar, entonces era así como había que hacerlo.

—Date prisa —susurró Ceri, con la cara empapada en sudor—. Probablemen­te aparecerás como un usuario no registrado pero, a menos que ella lo haya maldecido de nuevo, probablemente la estará buscando y responderá.

¿
Usuario no registrado
?, me pregunté. Me humedecí los labios y cerré los ojos. Ya estaba conectada a la línea, así que lo único que quedaba era invocar la maldición y pensar en su nombre.
Mater tintinnabulum, Minias
, pensé, sin esperar que ocurriese nada.

Mi respiración era entrecortada y sentí la mano de Ceri agarrándome la muñeca, obligándome a permanecer en el círculo, Sentí una sacudida de siempre jamás que brotó de mí y que tenía el color de mi aura. Sentí que me abandonaba como un pájaro aleteando y luché por mantener la calma mientras veía a aquello huir de mi imaginación, llevándose consigo una parte de mí.

—¡No permitiré que me lo robe! —gritó Newt—. ¡Es mio! ¡Quiero recupe­rarlo!

—Concéntrate —susurró Ceri, y eso hice. Sentí que aquel trozo que se había liberado de mí resonaba como una campana por todo siempre jamás. Y como una campana que suena, recibió contestación.

Estoy un poco ocupado
, dijo una voz irritada.
Deje un mensaje en el maldito teléfono y me pondré en contacto con usted
.

Sentí un escalofrío al sentir vagar por mi mente unos pensamientos que no eran míos, pero Ceri me mantuvo la mano inmóvil. Dentro de Minias había una acumulación de preocupación, culpa y contrariedad. Pero me había ignorado como a una teleoperadora y estaba dispuesto a cortar la conexión.

Newt
pensé yo.
Llévate el desequilibrio por haberte convocado y te diré dónde está. Y promete que no nos harás daño
, añadí,
Ni dejarás que ella nos lo haga
. ¡
Y sácala de una maldita vez de mi iglesia
!

—¡Date prisa! —gritó Ceri, y estuve a punto de perder la concentración.

Trato hecho
, pensó la voz con decisión. La preocupación de Minias, se acentuó en gran medida y se unió a la mía. ¿
Dónde estáis
?

Mi breve euforia desapareció.
Esto
…, pensé mientras me preguntaba como dar indicaciones a un demonio, pero el propio Minias también sintió confundido.

¿
Qué rayos esto haciendo al otro lado de las líneas
?
Está a punto de salir el sol
.

¡
Está intentando matarme
!, pensé yo. ¡
Trae tu culo aquí y ven a recogerla
!

No estás registrada
. ¿
Cómo se supone que voy a saber quién eres
?
Tendré que

Me puse tensa y separé la mano del círculo y de la mano de Ceri cuando la presencia de la voz estrujó más mis pensamientos. Respirando con dificultad, me caí de culo y mi cuerpo reflejó mi intento por desprenderme de la presencia de Minias.

—Penetrar en tus pensamientos —dijo una voz oscura pero dulce.

—Dios, tú que estás en los cielos, sálvanos —dijo Ceri jadeando.

Mi cabeza se giró y pude ver que Ceri se caía de espaldas. Golpeé el círculo y el pánico me invadió al ver que se rompía y emitía un destello negro.

Oh, Dios, estamos muertos
.

Nuestras miradas Se encontraron mientras ella se sentaba en el suelo. Sus ojos decían que pensaba que nos había matado. Newt gritó y yo me giré donde estaba sentada y me quedé paralizada por la conmoción.

Entre nosotros y Newt no había nada, solo un hombre cuya túnica púrpura era idéntica a la de ella excepto en el color. Iba descalzo y justo en ese instante recordé el brillo de aquella túnica al ponerse entre Ceri y yo cuando él empujó a la elfo contra la burbuja para hacer que se rompiese y así poder llegar a Newt.

—Suéltame, Minias —gritó Newt, y yo abrí los ojos de par en par al ver aquella mano de nudillos gigantes agarrándola por el antebrazo—. Tiene algo que me pertenece y quiero que me lo devuelva.

—¿Qué tiene tuyo? —le preguntó él con tranquilidad, de espaldas a mí.

Minias le sacaba una cabeza a Newt y la hacía parecer vulnerable a pesar de la mordaz vehemencia de su voz. La voz de Minias tenía, un tono fingido demasiado despreocupado. De repente vi que le tenía agarrado el báculo a Newt justo por encima de la mano. Pero Newt no se calmó, ni siquiera cuando la dulce voz de Minias invadió e1 santuario profanado como un bálsamo. Era una voz tranquilizadora, pero también tensa.

Newt no dijo nada. Podía ver el dobladillo de su túnica temblar al otro lado de Minias. Me puse de pie con dificultad y Ceri, que estaba a mi lado, hizo lo mismo. No se molestó en restituir el círculo. ¿Qué objetivo tenía todo eso? Minias se movió para bloquear la vista de Newt. Estaba centrado en ella, pero yo estaba segura de que era consciente de nuestra presencia y parecía saber lo que estaba haciendo. Todavía no le había visto 1a cara, pero tenía el pelo corto y castaño y llevaba los rizos aplastados por el mismo sombrero que llevaba Newt.

—Respira —dijo Minias, como si estuviese intentando provocar algo—. Dime qué es lo que quieres.

—Quiero recordar —susurró ella. Era como si nosotras ya no estuviésemos en aquella estancia. Estaban totalmente concentrados el uno en el otro y entonces Minias dejó de apretarle el brazo.

—Entonces, ¿por qué…?

—Porque duele —dijo ella, moviendo sus pies descalzos.

Inclinándose hacia ella, como si estuviese preocupado, le preguntó con suavidad:

—¿Por qué has venido aquí?

Ella permanecía en silencio y por fin, dijo:

—No me acuerdo —lo dijo agitada, con una voz suave y amenazante, y la única razón por la que la creí fue porque era evidente que lo había olvidado ya antes de que apareciese Minias.

Minias dejó a un lado su cólera. Me sentí como si estuviese presenciando un acontecimiento común pero que raras veces se ve y esperaba que no nos llevasen con ellos cuando estuviesen listos para marcharse.

—Entonces vámonos —dijo él con una voz tranquilizadora, y yo me pregunté cuánto de cuidador había allí y cuánto de simple preocupación. ¿Podían los demonios preocuparse los unos por los otros?

—Quizá te acuerdes cuando regresemos —dijo mientras giraba a Newt como si fuese a llevársela—. Si te olvidas de algo tienes que ir al primer lugar en que pensaste en ello, y allí le estará esperando.

Newt se negó a caminar con él y nuestros ojos se encontraron cuando Minias se apartó.

—No está en casa —dijo ella frunciendo la frente para mostrar un profundo dolor interior y, debajo de eso, un poder desbordante contenido por el demonio cuya mano había pasado del báculo a su propia mano—. Está aquí, no allí. Sea lo que sea, está aquí. O lo estaba. Yo… lo sé. —La cólera se reflejó en su frente, nacida de la frustración—. Tú no quieres que recuerde —le dijo en tono acusador.

BOOK: Por unos demonios más
7.51Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

A Lover's Dream by Altonya Washington
Letters to Penthouse XII by Penthouse International
Faces of the Game by Mandi Mac
The New Persian Kitchen by Louisa Shafia
Harbor Nights by Marcia Evanick
Moonflower by Leigh Archer
Crime & Counterpoint by Daniel, M.S.
The Blood Ballad by Rett MacPherson