—Entiendo. —Klimus hizo un gesto de asentimiento. Se echó atrás en la silla que crujió al hacerlo, y entrelazó los dedos tras la calva cabeza—. Estoy seguro de que conocen los rudimentos del procedimiento: se sacan óvulos de Molly y se mezclan con el esperma de Pierre en una cápsula de Petri. Cuando los embriones se han formado, se implantan, y se espera lo mejor.
—En realidad —dijo Pierre—, no pensamos utilizar mi esperma. —Se movió un poco en el asiento—. Yo... bueno, no estoy en disposición de ser el padre biológico.
—Eso es cuestión suya. —Klimus se encogió de hombros.
—Pero quisiéramos pedirle que nos recomendara una clínica. Conoció varias de ellas cuando escribía ese artículo. ¿Hay alguna que pueda recomendarnos?
—Hay varias muy buenas en el área de la Bahía —dijo Klimus.
—¿Cuál sería la más económica? —preguntó Pierre. Klimus le miró sin comprender—. Nosotros... bueno, sabemos que el sistema cuesta unos diez mil dólares.
—Porcada intento
—dijo Klimus—. Y la fertilización
in vitro
sólo tiene un porcentaje de éxito del treinta por ciento. En realidad, el coste medio de tener un bebé por ese procedimiento es de unos cuarenta mil dólares.
Pierre abrió desmesuradamente la boca.
¿Cuarenta mil?
Era una enorme cantidad de dinero, y la hipoteca ya les estaba casi matando.
Dudaba de poder afrontar ese coste.
Pero Molly siguió adelante.
—¿Es la clínica quien elige al donante de esperma?
—A veces —dijo Klimus—. A menudo es la mujer quien elige a partir de un catálogo que indica las características potenciales del padre, tanto físicas como mentales o étnicas. Y...
Se detuvo a mitad de la frase, totalmente ido, como si su mente estuviera a un millón de kilómetros de allí.
Finalmente Pierre se inclinó hacia adelante acercándose un poco más.
—¿Y...? —preguntó.
—¿Y si fuera yo? —preguntó Klimus.
—¿Perdón? —dijo Pierre.
—Yo. Como donante.
Molly abrió la boca en un gesto de sorpresa. Klimus lo vio y extendió la mano con la palma hacia arriba.
—Podemos hacerlo aquí, en el LBNL. Puedo encargarme yo mismo de la fertilización y Gwendolyn Bacon, una especialista en fertilización
in vitro
que me debe un favor..., estoy seguro de que puedo lograr que ella haga la extracción del óvulo y la implantación del embrión.
—No sé —dijo Pierre.
Klimus le miró.
—Les propongo un trato: dejen que yo sea el donante y me encargaré de pagar todos los gastos del procedimiento, sin que importe cuántos intentos hagan falta. He invertido bien el dinero del premio Nobel, y tengo algunos contratos de consultoría francamente lucrativos.
—Pero... —empezó Molly. Se cortó sin saber qué decir. En ese momento deseó que no hubiera ese amplio escritorio entre ambos para poder leer el pensamiento de Klimus.
—Soy viejo, lo sé —dijo éste, sin pizca de humor—. Pero eso importa poco en cuanto a mi esperma. Soy del todo capaz de servir como padre biológico... y dispongo de documentación completa para demostrar que no soy portador del HIV.
—Nos sería un poco violento eso de conocer al donante. —Pierre tragó saliva.
—Oh, será nuestro secreto —dijo Klimus, alzando de nuevo la mano—. Desean un buen ADN, ¿no es así? Me han dado el premio Nobel y tengo un QI de 163. Represento una seguridad en cuanto a longevidad, y tengo una vista excelente y buenos reflejos.
Además no tengo los genes del Alzheimer o de la diabetes o de cualquier otra enfermedad seria.
Mientras Klimus hablaba, Molly había empezado a sacudir la cabeza adelante y atrás, adelante y atrás, pero eso se terminó cuando él acabó de hablar.
Ahora Molly miraba a Pierre, como si quisiera calibrar su reacción.
También Klimus volvió la mirada hacia Pierre.
—Adelante, jovencito —dijo Klimus, y entonces su rostro se iluminó con una sonrisa juguetona—. Mejor loco conocido...
—Pero ¿por qué? —preguntó Pierre—. ¿Por qué estaría usted interesado en hacerlo?
—Tengo ochenta y cuatro años —dijo Klimus—, y no tengo hijos. Simplemente me gustaría que los genes Klimus no desaparecieran de la reserva genética. —Les miró a los dos, uno tras otro—. Son una pareja joven, que acaba justo de empezar. Sé cómo se siente Tardivel, y puedo adivinar cómo se siente usted, Molly. Decenas de millares de dólares es mucho dinero para ustedes.
Pierre miró a Molly y se encogió de hombros.
—Su...
supongo
que está bien —dijo muy lentamente como si no estuviera seguro de sí mismo.
Klimus juntó las manos en un golpe que sonó como un disparo de pistola.
—¡Maravilloso! —dijo—. Molly, vamos a montar una cita con la doctora Bacon, le prescribirá un tratamiento con hormonas para lograr que desarrolle varios óvulos. —Klimus se levantó, eliminando toda discusión posible—. Felicidades, madre —le dijo a Molly y entonces, en una inesperada muestra de afabilidad, se acercó y puso un huesudo brazo alrededor de los hombros de Pierre—. Y felicidades a usted, también, padre.
—Ya que vamos a tener un bebé —dijo Molly, sentada en el sofá de la sala de estar—, hay algo que quiero que hagas.
—¿Sí?— Pierre dejó el mando a distancia.
—Nunca he dejado que nadie estudie mi..., mi don. Pero ya que vamos a tener un niño, creo que deberíamos saber más sobre ello. No sé si quiero que el niño sea telépata o no. Por una parte deseo que así sea, pero por otra desearía que no lo fuera. Pero si ocurre que comparte mi habilidad, quiero poder avisarle, a él o ella, antes de que la habilidad se desarrolle. Fue un infierno cuando me empezó a ocurrir a mí a los trece años... Creía que me estaba volviendo loca.
Pierre asintió con un gesto de la cabeza.
—Tengo curiosidad por los aspectos científicos de eso que puedes hacer, pero nunca me he atrevido a entrometerme.
—Y te lo agradezco. Pero
debemos
saberlo. Ha de haber algo distinto en mi ADN. ¿Podrías encontrar de qué se trata?
Pierre frunció el ceño.
—Es casi imposible encontrar la causa genética de cualquier cosa con sólo un caso. Como eres la única telépata que conocemos en todo el mundo, no creo que se pueda hacer nada en cuanto a la determinación del gen.
—Bueno —dijo Molly—, si no podemos saberlo a partir del ADN, ¿qué tal si probáramos la ingeniería inversa? Supongo que debe de haber algo distinto en la química de mi cerebro... un neurotransmisor, no sé, algo químico que me permite utilizar mi red de neuronas como un receptor. Si pudiéramos aislarlo y establecer su secuencia de aminoácidos, ¿podrías buscar en mi ADN el código que especifica dichos aminoácidos?
Pierre alzó los hombros.
—Supongo que debería ser posible, si se trata de un neurotransmisor basado en una proteína. Pero ninguno de los dos es lo bastante experto para hacer tal tipo de trabajo. Deberíamos involucrar a alguien más en esto, para tomar muestras de fluidos y separar los neurotransmisores.
»E incluso así, sólo sospechamos que eso pueda ser la explicación de tu telepatía. A pesar de todo —dijo con la voz un tanto extraviada—, si podemos identificar un neurotransmisor, tal vez algún día se pueda sintetizar. Tal vez lo único que haga falta para poder leer el pensamiento sea unos determinados compuestos químicos en el cerebro.
El rostro de Molly se había puesto completamente pálido.
—No —dijo—. No, eso sería terrible. ¿No lo ves? Ese asunto puede hacer que te vuelvas loca. Puede hacer que te sientas ofendida cuando nadie pretendía ofenderte. —Miró hacia otro lado—. No quiero parecer sexista, pero creo que la única razón por la cual he sobrevivido tanto tiempo a eso es porque soy una mujer. Siento escalofríos al pensar lo que un macho loco de testosterona podría hacer con esta habilidad... probablemente matar a todos los que tuviera alrededor. —Volvió a mirar a Pierre—. No. Tal vez algún día, algún día en un futuro lejano, la humanidad sea capaz de manejar algo así. Pero no ahora; no es el momento adecuado. No estamos preparados para ello.
Pierre preparaba un gel de electrofóresis cuando sonó el teléfono. Era la tercera vez esa mañana. Suspiró e hizo rodar la silla a través de la habitación hasta poder alcanzar el auricular.
—Tardivel —dijo con brusquedad al micrófono.
—Hola, Pierre. Soy Jasmine Lucarelli, de endocrinología.
De inmediato el tono de Pierre se hizo más cálido.
—Oh, hola, Jasmine. Gracias por llamar.
—Oye, dime... ¿de dónde sacaste esa muestra de fluidos que nos enviaste?
—Ah, es de una mujer. —Pierre dudaba un poco.
—Nunca había visto nada como eso. El espécimen contenía los neurotransmisores habituales: serotonina, acetilcolina, GABA, dopamina y todo lo demás. Pero también había una proteína que nunca antes había visto. Muy compleja, además. Imagino que es un neurotransmisor por su estructura básica... la colina es uno de los principales componentes.
—¿Has completado el examen? —Sí.
—¿Puedes enviarme una copia del resultado?
—Claro que sí. Pero me gustaría saber de dónde proviene esa muestra.
Pierre suspiró.
—Se trata de... de una broma estudiantil, creo. Un estudiante de bioquímica lo preparó todo. Creo que intentaba poner a alguien en ridículo con esa muestra.
—Mierda —dijo Jasmine—. Todavía son niños, ¿no?
—Sí, y tanto. De cualquier forma gracias por el examen. Te estaré muy agradecido si me envías tus notas sobre esa estructura química... En realidad quiero dejar una copia en el expediente del estudiante, por si intenta jugar otra vez la misma broma.
—Claro que sí.
—Muchas gracias, Jasmine.
—De nada.
Pierre colgó el teléfono. El corazón le latía con fuerza.
Los últimos catorce días Pierre había estado estudiando ese inusual neurotransmisor del cerebro de Molly. No sabía si era la causa de la telepatía o un subproducto de la misma. Pero la sustancia, a pesar de su complejidad, era una proteína más y, como todas las proteínas, estaba formada por aminoácidos. Pierre estudió diversas secuencias de ADN que pudieran ser el código de formación de la cadena de aminoácidos más característica de lamolécula.
Por culpa de los sinónimos de los codones, había varias combinaciones posibles, pero las obtuvo todas. Después construyó segmentos de ARN que pudieran completar las diversas secuencias de ADN que iba buscando.
Pierre tomó un tubo de ensayo lleno con la sangre de Molly y utilizó hidrógeno líquido para congelarlo a menos setenta grados Celsius. Eso rompería las membranas celulares de los glóbulos rojos, pero dejaría intactos a los glóbulos blancos que eran más resistentes. Después descongeló la muestra y los glóbulos rojos rotos se disolvieron en ligeros fragmentos.
Después, puso el tubo de ensayo en la centrifugadora a 1.600 rpm. Los millones de glóbulos blancos, los únicos objetos lo bastante grandes que quedaban en la muestra de sangre, se amontonaron al final del tubo de ensayo formando una bolita blanca y sólida. Extrajo la bolita y la dejó durante un par de horas en una disolución que contenía proteinasa K, que digirió las membranas celulares de los glóbulos blancos y otras proteínas. Mas tarde añadió fenol y cloroformo que, en veinte minutos, limpiaron los restos de proteínas. Después añadió etanol que, al cabo de dos horas, hizo precipitar las delicadas fibras del ADN purificado de Molly.
Más tarde Pierre trabajó añadiendo los segmentos especiales de ARN que había construido, y miró si se fijaban en alguna parte. Tuvo que hacer más de
un
centenar de intentos antes de tener suerte. Pero al fin resultó que la secuencia que codificaba la producción del neurotransmisor relacionado con la telepatía estaba en el brazo corto del cromosoma 13.
Por medio del terminal, Pierre se conectó al GSDB (
Genoma Sequence Database
, la base de datos de las secuencias del genoma) que contenía todas las secuencias genéticas que habían sido descubiertas y transcritas por centenares de laboratorios en las universidades de todo el mundo que trabajaban para descodificar el genoma humano. Quería ver cómo era esa parte del cromosoma 13 en las personas normales. Afortunadamente, el gen correspondiente había sido ya secuenciado con detalle por un equipo de Leeds. La secuencia habitual era CAT CAG GGT GTC CAT, pero el espécimen de Molly tenía TCA TCA GGG TGT CCA, algo completamente distinto, lo que...
No.
No, no era completamente diferente. Sólo estaba desplazado un lugar a la derecha. Un nucleótido, una T en este caso, se había añadido accidentalmente al duplicar el ADN de Molly.
Una mutación por
desplazamiento.
Si se añade o quita un nucleótido, cada palabra del código genético queda alterada a partir de ese punto. El TCA TCA GGG TGT CCA de Molly codificaba los aminoácidos serina, serina, glicina, cisteína y prolina, mientras que la secuencia estándar CAT CAG GGT GTC CAT codificaba la histidina, glutamina, glicina, valina y arginina. Ambascadenas tenían glicina en el centro ya que GGG y GGT eran sinónimos.
Habitualmente esos desplazamientos lo emborronaban todo convirtiendo el código genético en un verdadero galimatías. Muchos embriones humanos abortaban espontáneamente muy pronto, antes de que las madres ni siquiera se enteraran de haber estado embarazadas. Esos desplazamientos era la razón más probable de esos abortos. Pero en este caso...
Una mutación por desplazamiento que podía generar telepatía.
Pierre se echó atrás en la silla, aturdido.
El Centro del Genoma Humano estaba encajado en el tercer piso del edificio 74, que formaba parte de la División de Ciencias de la Vida. En ese edificio también se llevaba a cabo investigación médica, lo que significaba que ni siquiera tenían que salir del edificio para encontrar un pequeño quirófano adecuado para llevar a cabo la fertilización
in vitro.
Fue la noche del viernes del largo fin de semana del Día del Trabajo
[2]
, la última fiesta del verano. Casi todos habían salido de la ciudad o estaban en sus casas disfrutando del tiempo libre. Molly y Pierre se encontraron con Burian Klimus en su despacho. También estaban la doctora Gwendolyn Bacon y dos de sus ayudantes, y los seis se dirigieron después al piso inferior.
Pierre y Klimus se hicieron mutua compañía mientras Molly yacía en una mesa en el quirófano. La doctora Bacon, una mujer delgada y bronceada de unos cincuenta años, con el cabello blanco como la nieve, siguió de pie mientras uno de sus ayudantes administraba un sedante intravenoso a Molly. Después, la misma Bacon insertó una larga y hueca aguja en la vagina de Molly. Mientras controlaba lo que hacía con el equipo de ultrasonidos, Bacon succionó para extraer una muestra de material. Las hormonas con las que había tratado a Molly deberían haber logrado que ésta hubiera hecho madurar múltiples ovocitos en este ciclo, en lugar de uno solo como era habitual. Con rapidez transfirió el material extraído a una cápsula de Petri que contenía un caldo de cultivo y el otro de los ayudantes de Bacon comprobó con el microscopio que incluyeraóvulos.