Read Una monarquía protegida por la censura Online
Authors: Iñaki Anasagasti
Después de este repaso por algunas de las cuestiones más espinosas que rodean a don Juan Carlos, añadía que «las encuestas muestran que a los españoles les gusta su Rey y lo respetan. El Rey, a pesar de su pródigo estilo de vida y la reputación de
playboy
, se las ha arreglado para cultivar una imagen de abuelo y hombre de familia corriente. Sin embargo, en un país que siempre ha abrigado una importante corriente republicana, los analistas explican que esa afección no se extiende a la institución. Muchos españoles se autodenominan
juancarlistas
, más que monárquicos». Y a continuación aseguraba que don Felipe no disfruta del apoyo de su padre, que «muchos madrileños se quejaron del gasto y los inconvenientes» que rodearon su boda con doña Letizia, y que, según el profesor de Historia de España en la Universidad de Newcastle, Alejandro Quiroga, la polémica de
El Jueves
no ha hecho más que recordar el débil respaldo popular del Príncipe.
El pormenorizado repaso por estas delicadas cuestiones en la mayoría de los medios españoles resultaba insólito. Pero no dejaba de ser significativo que un par de ellos se hicieran eco del artículo, incluso aunque fuera para criticarlo, porque en este tipo de casos lo habitual es dejar pasar la noticia. Pero ocurrió en el ABC. «El
Times
de Murdoch ataca al Rey con los argumentos de los enemigos de la Monarquía», rezaba el titular del artículo publicado por el diario. A lo largo de todo el texto, minusvaloraba todas y cada una de las afirmaciones contenidas en el reportaje publicado por
The Times
. Incluso advertía que Aznar envió una carta al director del periódico denunciando el contenido de la entrevista publicada en enero al terrorista Iñaki de Juana Chaos. Pero ahora, añadía ABC, «se desconoce si el ex presidente Aznar tiene intención de corregir en algo el ataque lanzado contra el Rey de España por el diario bicentenario que pertenece a la multinacional de medios de la que él es consejero». Por lo demás, y al margen de los digitales
—elplural.com
fue el primero en hacerse eco del artículo del rotativo británico—, varios diarios regionales comentaron brevemente la noticia sin entrar en hacer valoraciones.
Hasta aquí la información sobre
The Times
.
PAGAMOS SUS DISCURSOS
En una reunión de las Mesas conjuntas de las Cortes Generales (Congreso, Senado), el letrado mayor del Congreso fue dando cuenta de los gastos que se iban a hacer. Uno de estos gastos me llamó poderosamente la atención. Se trataba de pagar una edición del Departamento de Publicaciones del Congreso de todos los discursos de la anterior legislatura pronunciados por el rey. Inauguraciones, actos formales, aperturas de años judiciales, discursos en las Cortes, en viajes internacionales, en recibimientos, etc. La Dirección de Estudios y Documentación de la. Secretaría General nos presentaba aquello para su aprobación.
Nadie puso la menor objeción salvo yo, que hice la impertinente pregunta de por qué teníamos nosotros que pagar aquel gasto. «Porque siempre se ha hecho» me contestó Manolo Marín, presidente del Congreso . Y ahí quedó la cosa.
Pero aquello me hizo reflexionar. Si las Cortes Generales pagaban aquella edición, y el Ministerio del Interior la seguridad y los desplazamientos, y Defensa los viajes en avión, y los empresarios mallorquines camufladamente
El Bribón
, y Presidencia las cenas en Palacio, ¿cuál era realmente el presupuesto de la Casa Real salpimentado en ministerios, organismos e incluso en las Cortes? Seguramente el doble de lo aprobado como cuenta propia.
Luego me enteré que al jefe del Cuartel Militar así como la escolta de sus hijos lo paga el Ministerio de Defensa. Los escoltas son pagados por Defensa e Interior. Los coches (Rolls, Mercedes, Audi...) los paga y mantiene íntegramente el Ministerio de Fomento, que heredó esa obligación de aquel Parque Móvil Ministerios. Esta partida incluye a los funcionarios que trabajan como conductores. Los palacios (Zarzuela, Oriente, La Granja, Marivent, el del príncipe, etc.), con su mantenimiento, luz, agua, gas, teléfono, jardinero, servicio..., constituyen un gasto que corre a cuenta de Patrimonio del Estado.
Los viajes, oficiales y no oficiales, son íntegramente abonados por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Uno especialmente sangrante fue el del verano del 2007, contado por Carmen Rigalt, que hizo el rey desde Palma a Málaga, en «El rey en el paraíso de los chulos». Decía la periodista que Juan Carlos había llegado a Málaga a las 13:15. En el aeropuerto le esperaba un séquito saudí, porque el rey iba a comer con el príncipe Salman, hermano del fallecido rey Fahd, y luego se fueron a ver un rato las carreras de Fórmula Uno. El día en que se quemaba Tenerife, sólo interrumpió sus vacaciones para visitar a este indeseable, movilizando helicópteros, limusinas, escoltas y personal, trabajo que el nuevo interventor sólo reseñará y contabilizará.
Por eso, decir como informó
La Razón
que el rey nos cuesta a cada ciudadano 19 céntimos al año es pura demagogia. Contrastaba este dato diciendo que la Monarquía británica, con un presupuesto de 55 millones, era la más cara, y la española, con casi nueve, la más barata. Lo que ocurre es que estas cifras están deliberadamente enflaquecidas a su mitad.
No decía La
Razón
que la reina de Inglaterra pagaba impuestos sobre sus ingresos privados desde 1993 y que el Príncipe de Gales vive de las rentas del ducado de Cornualles, fundado en 1337 en beneficio exclusivo del heredero de la Corona.
El año 2006, Carlos de Inglaterra declaró ingresos brutos en torno a los 22 millones de euros, 17 después de impuestos.
El príncipe Guillermo, su hijo, puede hacer uso desde junio de 2007 —al cumplir 25 años— de los beneficios anuales del capital heredado de su madre, estimados en 430.000 euros. Su bisabuela le dejó una herencia de tres millones de euros, y por su cargo como oficial del ejército británico cobra unos 30.000 euros al año. Y todo esto se sabe porque es público. ¿Cuánto le ha costado a Elena su nueva casa, y quién la paga? Misterio. Opacidad total.
Carlos de Gales no sólo pronuncia discursos, sino que trabaja en el campo social a través de sus fundaciones benéficas, que recaudan unos 140 millones de euros al año. La más importante, la Prince Trust, ha ayudado a montar negocios a miles de jóvenes. Pero por estos lares los príncipes sólo están para que se les aplauda. Y a mí, sinceramente, esto me subleva. Me parece propio de una película de Paco Martínez Soria y propio del marujeo más infantil e inculto. Vivir sólo para ser aplaudidos, esto sí que es el Medievo en estado puro. Porque, ¿qué es lo que hace esta gente para los demás durante todo el día? ¿Por qué se les aplaude y se hacen genuflexiones ante ellos?
LA «AUSTERIDAD» DE LA CASA REAL ESPAÑOLA Y LA DE OTROS PAÍSES
Nunca se oyó defender con tanto énfasis la austeridad de la Casa Real como en la Comisión de Presupuestos del Congreso, donde el septuagenario Juan Manuel Albendea, del PP, se deshizo en elogios hacia Sus Majestades y sostuvo que «tenemos la Casa Real más austera de Europa». Todo para rebatir una enmienda de Joan Puig, de ERC, que pedía sustituir la asignación de 8,66 millones de euros anuales a la Casa del Rey por un sueldo de 91.982,4 euros, que es lo que cobra el presidente del Gobierno. Menos enfático, el socialista Manel Mas adujo: «La propuesta es inconstitucional». Los socialistas, siempre, en clave cortesana. Pero ésta es la manera como funcionan las partidas reales en otros países.
Gran Bretaña
Las cuentas de la Corona británica se publican anualmente. Isabel II da cuenta al Parlamento de sus gastos oficiales en un informe financiero y, desde 1993, paga impuestos sobre los ingresos de su patrimonio privado. La reina afronta los gastos con una subvención aprobada por los diputados, la Civil List, fijada en 7,9 millones de libras en la última revisión (unos 11,4 millones de euros) y cubre personalmente los gastos oficiales de sus hijos menores y otros familiares. Recibe ayudas adicionales para el mantenimiento de palacios y de la colección real, lo cual eleva los gastos a 37,3 millones de libras (53,8 millones de euros).
Carlos, Príncipe de Gales, se financia directamente de las rentas del ducado de Cornualles, un extenso patrimonio de propiedades inmobiliarias, agrícolas y comerciales e inversiones financieras. En el último ejercicio, el príncipe declaró 16,9 millones de euros tras pagar impuestos.
Suecia
La familia real sueca percibe anualmente 49,6 millones de coronas (5,2 millones de euros) con los que cubre los gastos de representación, los viajes al exterior y los del personal de todas las categorías en el palacio real; así como el mantenimiento del castillo real, administración del predio de la Corona en la ciudad de Estocolmo y gastos privados de la Familia Real.
Las obligaciones impositivas de los miembros de la realeza son las mismas que las de cualquier ciudadano, y la Casa Real está obligada a rendir cuentas del uso del dinero, aunque existe una proposición de parlamentarios socialdemócratas para un control más riguroso.
La lista civil del soberano se reparte entre gastos de personal (66,3%), mantenimiento de propiedades y mobiliario (10,7%), parque automovilístico (6,8%), electricidad y combustible (5%), viajes oficiales al exterior (4%), gastos domésticos (2,8%), gastos administrativos (2,7%) y un renglón de varios (1,7%).
Son gastos controlados por el intendente Vincent Pardoen, un general-mayor al servicio de palacio desde 1992, a quien en 2000 el Gobierno español concedió la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil.
Bélgica
La Familia Real belga le supone al Estado en 2007 un desembolso de 12,5 millones de euros. De esa cifra, 9,5 millones están destinados a la Casa del rey Alberto y 1,4 millones, a la de la anterior soberana, Fabiola. Mientras que la lista civil del rey figura en la Constitución y fue fijada en 1993, el año del ascenso al trono de Alberto II, las actualizaciones derivadas del incremento del coste de la vida y los trienios la llevan hoy hasta los 9,5 millones de euros.
A la espera de la indefinidamente pospuesta intervención legislativa sobre las dotaciones de la realeza, la casa del duque de Brabante —título que como heredero recibe Felipe— dispone este año de un presupuesto de 924.000 euros, el triple de lo que se entrega a los otros príncipes, Astrid y Lorenzo.
DEBERÍA ESTAR MÁS CERCA DE LOS VALORES HUMANÍSTICOS QUE DE LOS BURSÁTILES
Esta recomendación a Juan Carlos I la hizo el columnista mexicano Jacobo Zabludovsky a cuenta de unas gestiones hechas por el rey ante el entonces presidente de México, Vicente Fox pidiéndole una segunda oportunidad para una compañía de construcción de trenes, cuya propuesta para construir el tren suburbano Cuaautitlan-Buenavista había sido descalificada por insolvencia técnica. «Tres décadas son lapso razonable para detenerse a valuar qué es de mayor importancia para la España de hoy. Si la gestión real a favor de los empresarios españoles o todo lo demás. Hay un desgaste que hace incompatible el ejercicio simultáneo de las dos funciones. La de alinearse con el dinero o acaudillar la patria lingüística de 400 millones de personas. En otras palabras: el rey debe estar más cerca de los valores humanísticos que de los bursátiles. Antes de que se me olvide: la gestión del rey ante Fox para rescatar un negocio perdido se mantuvo en lo oscurito por razones obvias, hasta hoy que lo divulgo en esta columna», decía Zabludovsky.
¿En cuántas de estas negociaciones habrá intervenido el rey? No lo sé. ¿Son procedentes? Quizás sí. Pero que alguien lo sepa y lo juzgue. Aunque sea discretamente.
Veamos un ejemplo. He hecho alusión al libro de Luis Herrero. Pues bien. En la página 273, el eurodiputado narra cómo se entrevistó con Sabino Fernández Campo para leerle una copia del capítulo de un libro que pensaba editar y que estaba organizando un serio revuelo en el palacio de La Zarzuela. El jefe de la Casa Real lo leyó detenidamente y se limitó a sugerir tres o cuatro correcciones técnicas. Luego añadió: «Todo lo que cuentas aquí es absolutamente cierto».
Luego cogió el libro que estaba sobre la mesita del centro y lo abrió por una página que, a modo de señal, tenía doblada una esquina. Era uno de los documentos incluidos en el anexo documental del libro, una carta del rey Juan Carlos dirigida al
sah
de Persia en 1977. Invocando el nombre de Adolfo Suárez y el peligro que representaba una posible victoria del socialismo español, que aún era marxista, le solicitaba un préstamo de 10.000 millones de pesetas.
—¡Joder! —exclamé al fijarme en la multimillonaria cantidad del préstamo solicitado.
—Imaginaos por un momento lo que pasaría si esta carta se hiciera pública en España —nos dijo—. Cuando Alfonso Guerra supo que existía, le envió una fotocopia a Felipe González con un tarjetón manuscrito que decía: «Para que veas a quién estamos apoyando. Me parece gravísimo».
Al final de la conversación, Sabino nos dijo que le iba a escribir una carta a José Manuel Lara pidiéndole que no le mandara una copia de mi libro, porque no quería que pudieran acusarle de haber participado en su redacción. Nos dimos la mano, y Federico y yo nos fuimos por donde habíamos venido.
Quizás este pasaje y el dedicado al general Armada fueron los que motivaron la indignación del hijo de Suárez contra Luis Herrero. Pero ahí están publicados y nunca desmentidos. Luego son verdad. ¡Y qué verdad!
¿Es admisible esto en una democracia seria, solvente y con controles?
AL REY LE TOCA EL GORDO
Finalizaba el año 2007. El rey había estado en Ceuta y en Melilla, plazas que no había visitado en treinta años para no incomodar a su «primo marroquí». Sin embargo, de repente y al parecer no importándole nada la reacción del monarca alauí se fue en loor de multitudes a proclamar la españolidad de estas dos ciudades autónomas. Algo que hubiera sido concebido como una imprudencia o un gesto inamistoso hacía sólo un año, finalizando ese 2007 sí se podía hacer, a pesar de que el embajador marroquí se retirara de Madrid y de que Mohamed VI criticara la iniciativa. Sin embargo, la misma había servido para dar visibilidad de utilidad a la Monarquía tras la quema de efigies reales.
Por eso no se entendió muy bien que al rey ese mes de diciembre le tocara el premio gordo de la Mutua Madrileña dotado con 750.000 euros. En un año plagado de polémicas, no era comprensible que la Mutua Madrileña, sin saber a cuenta de qué, le diera ese cheque tan generoso en la primera edición de sus premios y tres días antes de que se oyera a los niños de San Ildefonso cantar el premio gordo de la Lotería Nacional.