Buenos Aires es leyenda 3 (27 page)

Read Buenos Aires es leyenda 3 Online

Authors: Víctor Coviello Guillermo Barrantes

Tags: #Cuento, Fantástico

BOOK: Buenos Aires es leyenda 3
8.22Mb size Format: txt, pdf, ePub

M
ANUEL
T. (chofer): «Se cuentan muchas cosas, pero más que algún troto o cartonero no vi nada. Lo única que es una fija es la baranda del riacho este de mierda. Igual pregúntenle a Esteban, del interno 34 de la línea 85, ese sí que ve de todo».

Le preguntamos.

—¿Un bruja? No sé si es una vieja con escoba y todo, pero me hablaron de una mujer que cuando la ves se te aparece hermosa. Una mina así que se te ofrece, y encima te habla en gallego, o una mezcla. «Ven para aquí, guapo, no seas boludo, ¿no quieres probar esta carne?», o cosas así. Se te regala y cuando estás concretando te das cuenta de que es una vieja horrible con un olor más feo que la mierda y que te hace boleta.

El testimonio coincidía con el nombre que teníamos anteriormente: Zamara. Preguntándole acerca de alguna otra historia fuera de lo común, Esteban sin saberlo nos habló de lo que sería la otra parte del mito, es decir, la masculina y representada por Lamar. En este caso se trataba de una joven que lo habría conocido en una bailanta de la zona. Desde ahí se habían ido a la Plaza Pompeya y comenzaron a besarse. Pero algo muy raro pasó, algo sobrenatural porque la chica se refugió en la iglesia que está enfrente a la plaza, es decir, la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.

Inaugurada como capilla en 1900 y posteriormente ampliada a la categoría de iglesia cinco años después, fue la precursora espiritual del barrio. Hacia allí nos dirigimos. Como es casi costumbre, las autoridades no conocían la historia, pero la supervivencia de los mitos es prácticamente indestructible. Esta vez, fue un empleado de limpieza. Mientras repasaba con un cuidado extremo las superficies marmoladas del altar nos dijo:

—Algo oí. Yo todavía no trabajaba acá pero me contaron que una muchachita boliviana conoció en un lugar bailable a un hombre bastante mayor que ella. Se dice que era español. Y bueno, cuando empezaron a intimar, ocurrió algo que la asustó de tal manera que entró a la iglesia a los gritos, «¡No dejen entrar al demonio! ¡Cierren las puertas!».

Todo el mundo pensó que era un violador. Lo que fuera el tipo ese, la piba tuvo suerte porque era la Vigilia Pascual y había fieles, que si no…

Por último, este señor, de nombre Pedro, terminó diciendo que la chica era o es del Villa Barrio Charrúa, en donde viven principalmente inmigrantes bolivianos.

Se trata de un barrio de emergencia lleno de carencias pero las historias brotaron sin esfuerzo. Todos tenían que contar algo distinto sobre la leyenda, aunque confluyeron en un punto en común: la indiferencia.

Las voces se multiplicaron y pudimos asistir a las variaciones del mito. La gente se reunió en torno de nosotros como si fuéramos trabajadores sociales en un deseo de ser escuchados, de no ser ignorados. Resumiendo las diferentes versiones, la leyenda sería la siguiente:

Hay un ser maligno que seduce a nuestros maridos, corrompe a nuestras niñas y roba a nuestros bebés. Cuando hemos querido detenerlo, una niebla nos confunde y este ser, a veces caminando, otras veces volando, desaparece por completo. Las autoridades no lo toman en cuenta alegando que «estos bolitas son todos vagos y borrachos». Somos gente de trabajo y estamos agradecidos de poder estar aquí, lo único que pedimos es no vivir con miedo.

Esta variante dura de la leyenda nos dolió, pero también nos hizo objetar de su verosimilitud, aunque el reclamo social fuera muy válido. Tampoco nadie había mencionado a la chica abordada por la variante masculina de la bruja.

Empezamos a dudar seriamente de toda la composición del mito, hasta que alguien dejó un mensaje en nuestro contestador. Era Nora.

Llegamos a una casa antigua, llenos de desconfianza. Pero apenas nos abrió la puerta nos llevamos la primera sorpresa.

—No se queden ahí, entren que hace frío —nos dijo una mujer de mediana edad, proporciones considerables, aspecto sajón. Esto incluía un tinte de color pelirrojo, las infaltables pecas pero también unos rasgos indígenas, sobre todo en los ojos algo rasgados—. Pasen que ya tengo preparadas las cartas y la bola para adivinar el futuro. Es un chiste, las brujas nos valemos de otros elementos.

Ya estábamos ahí, el ambiente poseía un aroma agradable y afuera realmente hacía mucho frío, el invierno más riguroso en años. La pregunta se impuso naturalmente.

—¿Usted se considera bruja?

—Así es, como también soy enfermera y de eso vivo. Pero no se puede renegar de la sangre. Antes de que me pregunten por mi aspecto (esto es pura lógica y no estoy adivinando sus pensamientos), mis bisabuelos eran irlandeses y vinieron para el tendido de las líneas férreas. En las prolongadas ausencias de su marido, mi bisabuela se enamoró de un autóctono, y de ahí nació mi abuela. Lo más increíble es que ella y mi madre eran mucho más anglo que yo. Nada es casualidad.

—Pero ¿qué hace exactamente una bruja?

—Muchas cosas. Puede predecir el futuro, manejar los elementos, dañar o curar a personas o animales, transportarse por los aires sin medios mecánicos, discernir los pensamientos y emociones ajenos o provocarlos. Generar espirales energéticos de tiempo y materia. En mi caso, como en la mayoría, tuvieron o tienen una acción benéfica.

—¿Así se contactó con Genaro Badía?

—Sí, era un caso muy complicado, una marca o hechizo muy difícil de deshacer. Después de eso nos hicimos muy amigos. Antes de seguir, quiero comentarles que jamás cobro nada por ayudar. Si la persona insiste y quiere dejarme dinero, hago una donación. Por otra parte, me tomé el tiempo en contestarles porque quería saber a qué respondían ustedes.

—Salimos bien.

—Me compré sus libros, analicé lo del «otro Buenos Aires», como dicen ustedes. También les hice un mapeo áurico y la carta astral y me quedé tranquila. Ustedes saben que somos seres de energía y las malas energías contaminan todo.

—Háblenos de la denominada «bruja del puente», entonces.

—Debo decirles que existe y es tan real como nosotros. Por supuesto, se le atribuyen muchas cosas.

—Lo de la tragedia del tranvía del Riachuelo sería una —acotamos.

—Ese fue un hecho extraño porque ella se mueve cerca del Puente Uriburu y el puente Bosch está bastante alejado. Fue un gesto desesperado, sin duda. Mi teoría es que ella «vio» lo que iba a pasar esa madrugada y contribuyó, pero no fue la causante, aunque lo aprovechó muy bien. Esta bruja tiene la capacidad de camuflarse logrando captar los deseos de «la víctima» y lograr el espejismo de convertirse en esa persona. Es un efecto momentáneo pero efectivo. Con entrenamiento yo también lo puedo hacer pero requiere mucha preparación. Por lo demás, envejece mucho más lento pero en algún momento va a morir, estoy segurísima. Por eso se alimenta de la energía vital de las personas.

Se hizo un silencio incómodo. Entonces Nora nos propuso un curioso desafío.

—Como veo que siguen desconfiando de mí, vamos a hacer una pequeña experiencia. Escriban en un papel la próxima pregunta que quieran hacerme y guárdenla. Yo voy a intentar descifrarla. Antes, claro, voy a utilizar una pequeña ayuda. Este frasquito que ven acá contiene elementos naturales que, mezclados adecuadamente, más mi predisposición genética, van a hacer el resto.

En un lado apartado del ambiente escribimos en el papel nuestra pregunta, mientras Nora, de espaldas, parecía temblar un poco.

—¿Ya está? —preguntó.

Asentimos.

Nora se dio vuelta y como en trance dijo una a una las exactas palabras que habíamos escrito en el papel:

—¿Sabe la relación entre Genaro Badía y el hombre que encontraron flotando en el Riachuelo?

Espejos, lógica, debía ser un truco. Además de autodenominada bruja, Nora había tomado un curso de ilusionismo. Pero lo que nos hizo aterrar es que estos pensamientos también eran repetidos por ella.

Un truco
, pensamos.

—Un truco —dijo.

Si te las sabés todas decime el número que…

—… estoy pensando…
345
,
6789

75758
,
55566
.

Tuvimos que rendirnos por el momento.

Nora tomó un vaso de agua. Se secó una gota de sudor, mitigó un par de tics y siguió explicando.

—Les digo por si acaso, que no puedo adivinar los números de la lotería, mi capacidad se limita a un radio de unos cuantos metros de distancia y ni siquiera podría explicar con demasiada precisión cómo ocurre. En el caso de Zamara, Lamar o como quieran llamarla, tiene la habilidad para eternizarse y para sentir el poder de someter a un ser vivo. Con respecto a la pregunta, Genaro cree que ese hombre es de una secta masónica muy antigua, no muy conocida, y que entre otras cosas, se dedica a cazar brujas. Este tipo de brujas.

Inesperadamente, Nora se levantó de su silla, abrió los ojos como si hubiera visto un fantasma y nos dijo que teníamos que irnos en ese momento y que nos vería el 31 de octubre a las 0 horas en el Puente Uriburu para ver «acción».

—Eso es Noche de Brujas.

—Por supuesto, investiguen por qué, ¿a eso se dedican, no?

Un segundo antes de despedirnos y en un estado visible de agitación, nos alcanzó un frasco rosado con un fluido verde.

—Casi me olvidaba, esto es para uno de ustedes que tiene esa alergia crónica en la nariz, una cucharita en el desayuno y se acabó.

Y cerró la puerta con violencia.

Teníamos muchos interrogantes sobre Nora, la bruja, pero también gran curiosidad en saber qué podría ocurrir ese 31 de octubre en el Puente Uriburu.

La noche de Brujas o
Halloween
se remonta a más de 2200 años y proviene básicamente de los celtas que ocupaban principalmente Gran Bretaña y el norte de Francia. Los druidas, los sacerdotes o chamanes célticos tenían una festividad denominada Samhain (Dios de la Muerte) hacia fines de octubre y coincidiendo con el fin del año celta y la llegada del invierno y en consecuencia los días más cortos. Se hacían diferentes actividades. Una de ellas y que hacían los mismos druidas, era ir por las aldeas exigiendo principalmente alimentos como ofrendas. Si alguno de los aldeanos se negaba, los druidas lanzaban una maldición y alguien de esa familia moría ese año. En la actualidad se piden golosinas y en vez de los druidas lo hacen los niños. Con respecto a la calabaza, elemento emblemático de esta celebración, se asemejaban a los nabos tallados y con una vela adentro que también portaban los druidas.

Con la llegada del cristianismo y para darle orden, el papa Gregorio IV instaura el 1° de noviembre como celebración de los mártires y santos de la iglesia Católica Romana y tratando de lidiar con las costumbres paganas heredadas. Por lo tanto, el 1° de noviembre sería el «Día de todos los Santos» o
All Hallows Day
, por lo tanto, la víspera de ese día era
All Hallows Even
, que con el tiempo adoptó la forma conocida:
Halloween
.

Cuando los inmigrantes irlandeses traen
Halloween
a América del Norte, se nutren de la influencia india. Ahí aparece la costumbre de contar historias de fantasmas o los disfraces y, por supuesto, las películas…

Pero habría un costado mucho más oscuro de la celebración. Los druidas creían que el 31 de octubre, los límites entre los vivos y los muertos eran prácticamente nulos y que algunos fantasmas venían del «otro lado» a llevarse a algunos vivos. También las brujas aumentaban sus poderes.

Esa noche era bastante fría para la época. Había poco tránsito por el puente, lo que acentuaba la sensación de soledad, de una boca enorme aguardando tragarnos irremediablemente. Pero no estábamos solos. Al costado de la subida había tres formas. Una era la de Nora. Había un señor mayor, de pie, pero apoyado en un bastón y una persona joven a su lado.

—Vinieron —dijo de inmediato Nora—. Me imagino que sabrán a quién tengo a mi lado.

No hacía falta decirlo: era el mismísimo Genaro Badía. Y a su lado, después nos enteramos, estaba su bisnieto, Sebastián.

—¿Qué van a hacer? —preguntamos.

—Vamos a «convencer» a esta señora —contestó con decisión Genaro— para que se quede tranquila y que algún espíritu se la lleve.

Entonces Nora se desembarazó de una campera liviana y quedó al descubierto una túnica ritual de color blanco.

—Vamos a hacer un círculo protectivo —dijo Nora—, y en cada uno de los cuatros puntos cardinales pondremos velas. También tenemos ajenjo que es muy poderoso y otras sorpresitas. Con eso voy a intentar conjurar a esta señora.

—Pero tenemos entendido que
Halloween
tiene que ver con el hemisferio norte y por lo tanto…

—¿Y de dónde se creen que viene? Estas tipas son de origen celta, celtas que llegaron a España.

—Vamos, Nora —interrumpió bruscamente Genaro—, ya casi es la hora.

Nos preocupaba el tránsito, pero Genaro dijo que tenía todo arreglado, por lo menos por una hora.

Y así avanzaron por el puente mientras el bisnieto se encargaba de bloquear el puente con balizas.

Empezaron a subir. El anciano caminaba con la determinación de un joven, el bastón parecía ridículo en ese rostro que por un momento burlaba al tiempo.

Trazaron dos círculos. Uno para Genaro y otro para Nora, en el que ubicaron las velas.

Nora empezó a entonar cantos a la vez que se movía en diferentes direcciones, básicamente hacia adelante y hacia la derecha.

Debemos confesar que el espectáculo era inquietante y si no hubiera sido por el aspecto decididamente colonial del puente, nos remitía a algo mucho más antiguo. Y hubo un detalle que no podemos pasar por alto: en la media hora aproximadamente que duró todo, se formó en el puente y solo ahí una levísima bruma de un color grisáceo, muy semejante al humo.

Después de entonar cantos indistinguibles, Nora sacó algo parecido a un cuchillo («athame», en la jerga brujeril) y blandió aquellas profundidades de la noche. Luego, todo quedó en silencio. Genaro apagó las velas y ayudó (sí, como se lee) a Nora a caminar hacia nosotros.

—¿Cómo les fue? —preguntamos tímidamente.

—Creo que la jodimos —dijo Genaro con una voz sumamente juvenil—, la jodimos bien.

—Pero ¿no la vieron? —preguntó jadeando Nora—. Vino en forma de animal, un bicho que no sé… Nunca vi nada igual… Fue realmente duro… Estoy cansada, quiero irme a casa.

Sebastián retiró las balizas y abrió la puerta del auto que estaba a escasos metros del puente. Nos saludó y dijo casi entre dientes:
Si a mi bisabuelo lo hace feliz

Other books

MagicalKiss by Virginia Cavanaugh
Cloud Rebel: R-D 3 by Connie Suttle
Blackened Spiral Down by Pete Altieri
Birds of Prey by David Drake
Sacred Games by Vikram Chandra
The End of Summer by Alex M. Smith
The Proof of the Honey by Salwa Al Neimi
The Guidance by Marley Gibson
On the Mountain by Peggy Ann Craig
Badge of Evil by Whit Masterson