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Authors: Anthony E. Zuiker,Duane Swierczynski

Tags: #Intriga, #Policíaco, #Thriller

No podrás esconderte (38 page)

BOOK: No podrás esconderte
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Después de unos minutos de caminar en silencio, Graysmith se volvió hacia él.

—Me han reasignado —dijo.

—¿Adonde?

—Bueno, sin violar ninguna regla de confidencialidad…, digamos que se trata de otro lugar donde también hay mucha arena.

—Supongo que nadie conocía tus actividades extracurriculares —dijo Dark.

—Ni idea. Les dije que necesitaba unos meses de licencia temporal. Los pertrechos, el equipo, las fuentes…, todo eso corrió de mi cuenta. Si te metes hasta el fondo en alguna parte aprendes todos sus trucos. No es difícil.

Él asintió.

—¿Estás metida en un problema muy gordo?

—No lo suficiente como para que me fusilen por traición, si te refieres a eso. Y, aparentemente, soy demasiado valiosa como para que me liquiden. De modo que el mejor castigo es mantenerme en una especie de traslado permanente.

—Nunca me dijiste exactamente qué es lo que haces o para quién trabajas.

—Tienes razón. No lo hice.

Detrás de ellos, el Pacífico rompía contra la playa dorada, que formaba parte de un extenso tramo de la línea costera que discurría de este a oeste. La mayor parte de California soportaba el embate del Pacífico; Santa Bárbara era un pequeño refugio. El océano de un lado y las montañas de Santa Inés del otro. Una cuna. Dark entendió por fin por qué los padres de Sibby habían decidido vivir allí y se sentían cómodos criando a su nieta en ese hermoso lugar.

—De modo que éste es el final de… —la voz de Dark se apagó.

¿Qué coño era, de todos modos? Una apenada agente de inteligencia se pasa de la raya, se une a un cazador de hombres quemado, consiguen acabar con dos psicópatas, ¿y qué? ¿Se suponía que debía besarla bajo la tenue luz del crepúsculo? ¿Se suponía que debía sonar música de violín? No. Eso sólo pasaba en las películas.

—Sí —dijo Graysmith—. A menos que lo deje.

El enarcó una ceja.

—Éste sigue siendo un país libre, al menos la última vez que le eché un vistazo a la Constitución —añadió ella—. Puedo coger el teléfono y acabar con esto ahora mismo. Sólo tienes que decirlo.

—¿Y luego, qué? ¿Perseguiríamos asesinos en serie en nuestro tiempo libre?

Graysmith le cogió la mano y se la apretó suavemente.

—Sí —dijo.

Dark permaneció un momento en silencio. Observó la lengua de espuma blanca que se formaba en el agua, las familias que se marchaban de la playa a preparar la cena o a jugar a algo o a hacer lo que fuera que hicieran las familias en Santa Bárbara.

Más tarde, en su hotel, Graysmith hizo una llamada imposible de rastrear desde un teléfono móvil de prepago que había comprado en una tienda. Primero marcó el número de enlace, que grababa el número entrante. Luego esperó. Se sirvió un vaso de chardonnay. Ya había bebido la mitad cuando sonó el teléfono. Cogió la llamada y escuchó durante unos segundos.

—Sí —dijo—. Nos encontramos hoy y le expliqué la situación como usted me dijo.

Ella siguió a la escucha.

—Se lo aseguro: ahora es nuestro.

Epílogo II

Cementerio de Hollywood, Wilshire Boulevard

Las rosas blancas parecían la elección más adecuada. Aunque Dark nunca había entendido muy bien la idea de colocar flores en una tumba. Las rosas se cortaban, se empaquetaban y se remojaban para mantener la ilusión de que estaban vivas…, pero en realidad ya estaban muertas o agonizaban. «Aquí tienes, muerte. Más muerte».

No era que hubiera compartido estos pensamientos con su hija.

Dark, sin embargo, estaba siendo morboso. Su esposa, Sibby, no estaba allí, en ese cementerio. Eso no era más que un indicador para señalar que ella, de hecho, había vivido.

—¿Dónde debo ponerlas, papi?

—Donde quieras, cariño.

Lo importante era que Sibby tuviera un recordatorio físico de su madre, que había muerto el mismo día de su nacimiento. Su hija no tenía ningún recuerdo de su madre, nada que mantener vivo en su mente. De todas las cosas que Sqweegel le había quitado a Dark, ésa era la más desgarradora. El derecho de una hija a conocer a su madre, el olor de su piel, la suavidad de su tacto.

—Eso está bien, cariño —dijo Dark, observando cómo su hija depositaba el ramo de rosas junto a la lápida, en la esquina donde la piedra se unía a la tierra.

—¿Mami está aquí abajo?

Dark negó con la cabeza al tiempo que se agachaba. Apoyó la mano sobre el pecho de su hija.

—Ella está aquí. Y siempre lo estará.

West Hollywood, California

Ése era el día señalado para la llegada de Sibby. Dark había dedicado los cuatro días previos a acabar los trabajos de pintura y montar los muebles antes de coger el coche y viajar a Santa Bárbara a recoger a su hija. Hello Kitty figuraba en primer lugar en el esquema de decoración…, aunque no porque Dark supiera qué demonios estaba haciendo. Imaginaba que Sibby lo pondría en el buen camino junto con otras sugerencias sobre la marcha. Después de aquellos momentos en el cementerio, una tranquila cena y una visita a la heladería, Dark instaló a Sibby en su nueva cama, la besó en la frente y le deseó felices sueños.

Esperó en la sala de estar atento a cualquier ruido. Desde la cercana Sunset le llegaba el zumbido del tráfico. Alguien se echó a reír con una carcajada alcohólica. Oyó el leve clic-clac de un par de tacones altos sobre cemento. La bocina de un coche, apagada y distante. Los sonidos normales de la noche en Los Ángeles. Nada fuera de lo común.

Una vez que estuvo seguro de que Sibby se había dormido, bajó a su guarida en el sótano.

Había instalado un monitor de vídeo en el dormitorio de su hija, junto con los mejores detectores de movimiento que había podido encontrar. Las alarmas sonarían en el sótano aunque sólo se tratara de una polilla la que cruzara la puerta de la habitación. Pero Dark también tenía otro monitor que mostraba las estadísticas de asesinatos en tiempo real. Era un sistema alimentado por un software y vínculos experimentales que le había proporcionado Graysmith. Era un centro de mando que sería la envidia de cualquier organismo de seguridad del mundo, y estaba allí, en su sótano.

Resultó que era posible ser un buen padre y un buen cazador de hombres. No era una tarea sencilla, por supuesto. Pero nada valioso lo era nunca.

En los últimos días había aparecido un patrón inquietante en Europa oriental: un sádico que parecía capaz de atravesar las paredes y que coleccionaba tenebrosos trofeos de sus víctimas moribundas.

Unos minutos después comenzó a vibrar el teléfono móvil que estaba encima de la camilla. Dark pulsó la tecla verde y se llevó el aparato a la oreja.

—Lo estoy viendo en este momento —dijo—. Pronto cometerá un error.

—¿Cuándo puedes estar listo? —preguntó Graysmith.

—Llamaré a la canguro —dijo Dark.

Agradecimientos

Anthony E. Zuiker desearía dar las gracias a: en primer lugar, a mi esposa Jennifer. Gracias por animarme a dirigir. Al reparto y al equipo de No podrás esconderte (Dark Prophecy), gracias por continuar mejorando los ciberpuentes de Nivel 26. A Matthew Weinberg, Orlin Dobreff, Jennifer Cooper, William Eubank, David Boorstein y Joshua Caldwell, ¡tíos, vosotros mecisteis a este retoño! Por no mencionar al cerdo. ¡Oink! ¡Oink! Un agradecimiento muy especial a Duane Swierczynski. Nuestro segundo libro juntos. ¡Flipamos! Y por último, pero no por ello menos importante, al equipo Zuiker: Margaret Riley, Kevin Yorn, Dan Strone, Alex Kohner, Nick Gladden y Sheri Smiley.

Duane Swierczynski desearía dar las gracias a: mi esposa, Meredith; mi hijo, Parker, y mi hija, Sarah. Un enorme agradecimiento a Anthony Zuiker por haberme devuelto a «la oscuridad», y a todo el equipo Zuiker (especialmente a Matt, Orlin, David y Josh), quienes me ayudaron a encontrar mi camino. El doctor Boxer vigiló mi espalda. Y por último, pero no por ello menos importante, al equipo DHS: David Hale Smith y Shauyi Tai, mis socios en el crimen desde hace tantos años.

Notas

[1]
El Combined DNA Index System (CODIS) es una base de datos de ADN creada por el FBI. Se trata de un sistema informático que almacena los perfiles de ADN elaborados por los laboratorios criminales federales, estatales y locales estadounidenses, con capacidad para buscar en la base de datos y colaborar en la identificación de sospechosos. (N. del t.)
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[2]
Zona formada por ocho condados donde se asientan varias universidades importantes y empresas tecnológicas de primer nivel. (N. del t.)
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[3]
Canal que emite las veinticuatro horas una programación relativa a los procedimientos del gobierno y los actos públicos. (N. del t.)
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[4]
El cuchillo Ginsu, fabricado en Estados Unidos en los años setenta, podía cortar todo tipo de productos manteniéndose siempre afilado. (N. del t.)
<<

[5]
Nombre atribuido a un individuo que secuestró un Boeing 727 en Estados Unidos el 24 de noviembre de 1971, recibió un rescate de doscientos mil dólares y saltó en paracaídas desde el avión. Nunca lo cogieron. (N. del t.)
<<

[6]
The Strip, «la franja», es un tramo de unos 6,4 kilómetros de Las Vegas Boulevard South. (N. del t.)
<<

[7]
En la industria de los casinos, una «ballena» es un jugador que apuesta grandes sumas de dinero. Estas personas reciben a menudo sustanciosas «gratificaciones» de los propios casinos para atraerlos hacia las mesas de juego, como traslados gratis en aviones privados, servicio de limusinas y el alojamiento en las mejores suites del hotel. (N. del t.)
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[8]
Referencia al 10.050 de Cielo Drive, en Beverly Hills, donde se encuentra una casa famosa porque allí miembros de la secta de Charles Manson asesinaron a la actriz Sharon Tate, esposa del director Román Polanski, y a otros cuatro invitados. (N. del t.)
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