Cada siete olas (4 page)

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Authors: Daniel Glattauer

Tags: #Romántico

BOOK: Cada siete olas
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¿Cómo estás?

Un abrazo,

Leo

Cinco horas después

Re:

Hola, Leo.

¡Qué sorpresa! No pensé que después del «encuentro» harto digerido y un mes de silencio te animarías de nuevo a escribirme un mensaje. ¿A quién se lo escribes en realidad? ¿Y en quién piensas cuando piensas en mí (porque los rayos y los truenos hicieron que te acordaras de mí de un modo encantador)? ¿Piensas en tu «ideal» anónimo e incorpóreo de antes, en tu «símbolo supremo del amor», en tu «ilusión de lo perfecto»? ¿O piensas en la mujer tímida, de mirada velada, que viste en el café? (Si respondes dentro de las próximas cuatro semanas, daré un paso más y te preguntaré QUÉ piensas concretamente cuando piensas en alguna de nosotras dos.) Un abrazo, Emmi

Treinta minutos después

Fw:

Pienso en aquella Emmi que, con unas yemas tan delicadas que parece que fueran a escurrírsele de los dedos, cada medio minuto se aparta mechones imaginarios de los ojos y se los pasa detrás de la oreja, como si de esa manera quisiera quitarle el velo a su mirada, para ver por fin las cosas con la misma nitidez y claridad con que es capaz de describirlas desde hace tiempo. Y me pregunto una y mil veces si esa mujer será feliz en su vida.

Diez minutos después

Re:

Querido Leo:

Un mensaje como ése cada día, y sería la mujer más feliz del mundo.

Tres minutos después

Fw:

Gracias, Emmi. Pero lamentablemente la felicidad no se compone de mensajes de correo electrónico.

Un minuto después

Re:

¿De qué entonces? ¿De qué se compone la felicidad? ¡¡¡Dí-melo, me gustaría muchísimo saberlo!!!

Cinco minutos después

Fw:

De seguridades, intimidades, puntos en común, atenciones, vivencias, inspiraciones, ideas, fantasías, desafíos, objetivos. Y te aseguro que la lista está incompleta.

Tres minutos después

Re:

¡Huy!, eso suena a estrés puro, a decatlón moderno, a semanas deportivas de la felicidad con un certamen de las virtudes y funciones que le sirven de base. En ese caso prefiero cada día un mensaje de Leo con un mechoncillo imaginario. ¡Qué pases una buena tarde! Qué bien que todavía no me hayas olvidado.

Un beso en la mejilla,

Emmi

Al día siguiente

Asunto: Pregunta

Querido Leo:

¡Tú sabes qué te preguntaré ahora!

Veinte minutos después

Fw:

Por la firmeza con que pones los signos de admiración, tengo una sospecha.

Un minuto después

Re:

Y bien, Leo, ¿qué quiero preguntarte?

Tres minutos después

Fw:

«¿Qué tal estuvo Londres?»

Un minuto después

Re:

¡Ah, Leo! Así lo expresarías tú tal vez. Pero ya sabes que a mí me gusta llamar a las cosas por su nombre. Conque ¿qué pasa con «Pam»?

Cincuenta segundos después

Fw:

«Pam», en primer lugar, no lleva comillas. Pam, en segundo lugar, se llama Pamela. ¡Y Pamela, en tercer lugar, no es una cosa!

Dos minutos después

Re:

¿La amas?

Tres horas después

Sin asunto

Pues sí que tienes que pensártelo mucho.

Diez minutos después

Fw:

Emmi, quizá aún sea demasiado pronto para hablar de eso, mejor dicho, para hablar sobre eso.

Tres minutos después

Re:

Lo has expresado de manera muy hábil, querido Leo. Ahora puedo escoger. ¿Leo quiere decir: es demasiado pronto para hablar de amor? ¿O quiere decir: es demasiado pronto para hablar con Emmi sobre «Pam», disculpa, Pamela?

Cinco minutos después

Fw:

Con certeza, lo segundo, querida Emmi. Tu rápida recaída en «Pam» indica que por lo visto aún no estás lista para hablar de ello conmigo. Es que ella no te cae bien. Tienes la sensación de que te quita a tu compañero de correo electrónico, ¿verdad?

Cinco horas después

Sin asunto

Ahora eres TÚ la que tiene que pensar mucho cómo desmientes esta sospecha, querida mía.

Quince minutos después

Re:

De acuerdo, tienes razón. No me cae bien, en primer lugar porque no la conozco, así que me resulta más fácil, en segundo lugar porque me esfuerzo por imaginármela lo más asquerosa posible, en tercer lugar porque lo consigo, y en cuarto lugar: pues sí, porque ella me quita lo que me queda de ti, los restos escritos, los vestigios de esperanza. Esperanza de…, de…, ni idea de qué, simplemente esperanza. Pero te lo aseguro: si la amas, aprenderé a quererla. ¿Hasta entonces me permites volver a decir «Pam» un par de veces? No sé por qué, pero me hace bien. Y hay otra cosa que también me hace bien, querido mío: cuando escribes «querida mía». Es que lo tomo al pie de la letra. Sí, eso también lo consigo, a veces.

Que duermas bien.

Tres minutos después

Fw:

Tú también, querida mía.

Dos días después

Asunto: Te escribo ahora

Emmmmmmmi, estoy borracho. Y estoy solo. Grave error. Nunca hay que hacer esas dos cosas. O estar solo, o estar borracho, pero nunca las dos cosas al mismo tiempo. Grave error. «¿La amas?», preguntaste. Sí, la amo cuando está conmigo. O digámoslo de otro modo: la amaría si estuviera conmigo. Pero no lo está. Y yo no puedo estar con ella cuando ella no está conmigo. ¿Comprendes, Emmi? No es posible que siempre ame sólo a mujeres que no están conmigo cuando yo estoy con ellas, cuando yo las amo. ¿Londres? ¿Que qué tal estuvo Londres? Sí…, ¿qué tal estuvo Londres? Cinco días mitigando la nostalgia acumulada, seis días temiendo la nostalgia futura. Así estuvo Londres. Pamela quiere venir a vivir conmigo. Llámala «Pam», puedes llamarla «Pam» si quieres. ¡Sólo tú puedes! Pamela quiere venir a vivir conmigo. Quiere vivir conmigo, pero ¿lo hace? No puedo vivir siempre de las intenciones de una mujer que amo. Quiero vivir con la mujer que amo. Vivir y amar, las dos cosas al mismo tiempo. Nunca una sin la otra. Estar borracho o estar solo, nunca las dos cosas al mismo tiempo. Siempre una sin la otra. ¿Comprendes lo que quiero decir, Emmi? Espera un momento, me serviré otra copa. Vino tinto, Bordeaux, la segunda botella, sabe a Emmi, como siempre. ¿Recuerdas? ¿Sabes, Emmi? Tú eres la única. Eres la única, la única, la única, la… Es difícil de explicar. Ya estoy un poco borracho. Tú eres la única que está cerca de mí aunque no esté conmigo, pues yo también estoy con ella cuando ella no está conmigo. Y tengo que decirte algo más, Emmi. No, no lo haré, tú tienes familia. Tienes un marido que te ama. En aquel entonces te esfumaste. Lo elegiste a él, y elegiste bien. Quizá piensas que te falta algo. Pero no te falta nada. Tienes las dos cosas, vivir y amar. Yo también tengo las dos cosas: estar solo y estar borracho. Grave error. Bueno, te lo diré. Me he esforzado mucho, muchísimo, no quería que me gustaras. No quería. No quería que no me gustaras, y no quería que me gustaras. No quería nada de nada. No quería verte. ¿Para qué? Tú tienes a Bernhard y a los niños. Yo tengo a Pamela. Y cuando ella no está, tengo el Bordeaux. Pero te diré algo: tienes un hermosísimo…, por ejemplo, un hermosísimo rostro. Mirando eres mucho más inocente que escribiendo. No, no es que escribas de manera culpable, pero a veces escribes con mucha dureza. Sin embargo, tu rostro es suave. Y bonito. Y no sé si eres feliz. No lo sé, no lo sé, no lo sé. Pero debes de serlo. Puedes vivir y amar, las dos cosas al mismo tiempo. Yo estoy solo y me siento mal. ¿Y qué tengo de Pamela si está tan lejos que dejo de sentir que está conmigo? ¿Me comprendes? Me voy a dormir. Pero hay algo que debo decirte: ayer soñé contigo y vi tu verdadero rostro. Me dan igual tus pechos, grandes, pequeños, medianos, da igual. Pero no tus ojos ni tu boca. Y tampoco tu nariz. La manera en que me mirabas, me hablabas y me olías. Eso no me da igual. Y, de todas maneras, cada palabra que me escribes es ahora tu olor y tu mirada y tu boca. Ahora me voy a dormir. Te enviaré este mensaje y luego me iré a dormir. Espero dar con la tecla indicada. Estás muy cerca de mí, te beso. Y ahora me voy a dormir. ¿Dónde está la tecla?

Cinco minutos después

Asunto: Te he escrito

Querida Emmi:

Te he mandado un mensaje. Espero que lo hayas recibido. No, espero que no lo hayas recibido. O sí. Pues da igual, es como es, lo leas o no. Y ahora me voy a dormir. Estoy un poco borracho.

A la tarde siguiente

Asunto: ¡Querido mío!

Querido Leo:

Anoche recibí un mensaje tuyo. ¿Lo sabías? ¿Lo has leído hoy? ¿Lo guardaste? Si no lo hiciste, te lo enviaré. ¡¡Eres un hombre cariñoso!! Deberías emborracharte más a menudo. Cuando estás borracho, eres tan, tan, tan… compañero.

Emmi

Una hora después

Fw:

Gracias, Emmi. Por la mañana temprano, con la cabeza pesada y el estómago revuelto, me he enterado de lo que te dispensé en estado de embriaguez. Y, Emmi, «¿quieres que te diga algo?». Curiosamente, no me avergüenzo de ello. Es más, en cierto modo me siento aliviado. Expresé cosas que tenía guardadas hacía mucho tiempo. Me alegro de que ahora estén fuera. ¿Y quieres que te diga otra cosa? Me alegro de haberte dicho esas cosas A TI
.
Bueno, y ahora voy a hacerme una manzanilla. Buenas noches, querida mía. Y disculpa si me pasé de la raya.

A la mañana siguiente

Asunto: Segundo intento

Leo, quiero quedar contigo otra vez. Otra vez un café. Sólo un café en un café. Nada más. ¡Di que sí! Podemos hacerlo mejor que la última vez. Que tengas un buen día, querido mío.

Diez horas después

Asunto: Café

Hola, Leo.

¿Dónde estás? Espero que no a solas contigo en estado de coma Bordeaux. Te recuerdo mi pregunta de esta mañana: un nuevo intento de café, ¿sí o no? Yo estoy a favor del «sí». ¿Tú? En caso de igualdad de votos decide el que calza el número más pequeño. ¿Serías tan amable de comunicarme hoy mismo tu voto (aunque estés sobrio)? Me gustaría dormirme con tu respuesta.

Te mando un beso en la mejilla,

Emmi, la de rostro suave

Dos horas después

Sin asunto

¡¡¡Leo, contesta, por favor!!!

Una hora después

Sin asunto

¿Es necesario esto, Leo? ¡Me vuelve loca esperar respuestas tuyas urgentes! Escribe «sí», escribe «no», escribe «¡puf!», escribe algo, ¡pero escribe! Si no, dentro de poco aterrizará un avión de hélice en la terraza del ático 15. ¡Te lo advierto!

Emmi

A la mañana siguiente

Asunto: Brutal

Gracias, Leo. Gracias por esta noche inolvidable. No pegué ojo.

Diez segundos después

Fw:

AVISO DE CAMBIO DE DIRECCIÓN. EL DESTINATARIO YA NO PUEDE ACCEDER A SU CORREO. LOS MENSAJES NUEVOS SE BORRARÁN AUTOMÁTICAMENTE DE LA BANDEJA DE ENTRADA. EN CASO DE DUDA CONSULTE CON EL ADMINISTRADOR DEL SISTEMA.

Tres minutos después

Re:

Leo, por favor, dime que en tus esfuerzos por hacer bromas de mal gusto estás intentando explorar tus límites. Si me contestas ahora mismo, te perdonaré antes de fin de año. Emmi

Diez segundos después

Fw:

AVISO DE CAMBIO DE DIRECCIÓN. EL DESTINATARIO YA NO PUEDE ACCEDER A SU CORREO. LOS MENSAJES NUEVOS SE BORRARÁN AUTOMÁTICAMENTE DE LA BANDEJA DE ENTRADA. EN CASO DE DUDA CONSULTE CON EL ADMINISTRADOR DEL SISTEMA.

Un minuto después

Re:

¿Por qué me haces esto?

Diez segundos después

Fw:

AVISO DE CAMBIO DE DIRECCIÓN. EL DESTINATARIO YA NO PUEDE ACCEDER A SU CORREO. LOS MENSAJES NUEVOS SE BORRARÁN AUTOMÁTICAMENTE DE LA BANDEJA DE ENTRADA. EN CASO DE DUDA CONSULTE CON EL ADMINISTRADOR DEL SISTEMA.

Capítulo 5

A la tarde siguiente

Asunto: Prueba

Hola, Emmi.

¿Te llega esto?

Leo

Treinta minutos después

Re:

Sí, me llega. Pero ¿quieres que te diga algo, querido Leo? Me han llegado de ti cosas mejores que las de estos últimos días. ¿Qué te pasa? ¿Dónde estabas? ¿Qué estás probando? ¿Qué es lo que haces? ¿Por qué me mandas al administrador del sistema? Ya pensaba que habías vuelto a escaparte a Boston.

Dos minutos después

Fw:

Lo siento, Emmi. ¡Lo siento mucho! Por lo visto se produjo un error grave de
software
. Sin querer dieron de baja mi Outlook. Quizá no haya cumplido algún plazo. Desde hace tres días no aparecen más entradas. ¿Me has escrito?

Doce minutos después

Re:

Sí, Leo. Te escribí. Te pregunté algo. Esperé tu respuesta durante dos días y medio. Me preocupé por ti como en los mejores momentos antes de tu huida a Estados Unidos. Hasta te llamé por teléfono. No pensaba hablar contigo, sólo quería oír tu voz, pero «el abonado ha cambiado su número». Derramé lágrimas secas por ti. Esbocé sonrisas histéricas por ti. Pensé que lo que nunca había empezado ya había acabado por segunda vez. Esos fueron los puntos culminantes de mi poco agradable existencia durante tu error grave de
software
. Como si no hubiera ya bastantes motivos reales de separación, el sistema, que ha asumido nuestro control, siempre añade algún otro. Es espantoso el terreno en que nos movemos. Ahora estoy agotada. Buenas noches. Me alegra que estés ahí de nuevo. Me alegra y me tranquiliza.

Tres minutos después

Fw:

Querida Emmi:

Me da pena haberte hecho daño, créeme. Fue un caso de fuerza mayor: técnica informática. Tan pronto separa como une. Contra eso no podemos hacer nada con nuestros sentimientos. Perdóname. Y que duermas bien, querida mía.

A la mañana siguiente

Asunto: Tu pregunta

Buenos días, Emmi. Acabo de hablar con un «especialista»: el «sistema» funciona bien otra vez. Espero que hayas dormido a tu gusto. ¡Ah, sí! Dices que me preguntaste algo. ¿Qué querías saber?

Un abrazo,

Leo

Una hora después

Re:

En escasas palabras: ¿hoy, a las 15, en el café Huber?

Treinta minutos después

Fw:

Sí, pero (…). No, sin peros. ¡Sí!

Veinte minutos después

Re:

¡Muy bien! ¿Y para esa interesante cadena causal has tardado treinta minutos, querido mío? ¿SÓLO treinta minutos? ¿Me permites analizar? Primero un «sí» de la afirmación aparentemente decidida. Luego una coma del esperable añadido. Luego un «pero» de la anunciada restricción. Luego un paréntesis redondo del arte formal escrito. Luego tres puntos de la misteriosa diversidad de ideas. A continuación, suficiente disciplina para cerrar el paréntesis y envolver la confusión anónima. A continuación, un punto conservador, para mantener el orden exterior en el caos interno. Luego, de repente, un obstinado «no» de la negativa aparentemente decidida. De nuevo, una coma del inminente complemento. A continuación, un «sin» del rechazo intransigente. Luego más «peros», peros que se disipan, peros que sólo están ahí para demostrar que no hay más peros. Todas las dudas insinuadas. Ninguna duda expresada. Todas las dudas expulsadas. Al final hay un valiente «sí» con obstinados signos de admiración. Resumiendo: «Sí, pero (…). No, sin peros. ¡Sí!». Qué magnífico rondó de tu veleidad. Qué fascinante ronda de tu proceso de decisión desarrollado en público. Este hombre sabe exactamente que no sabe lo que quiere. Y sabe transmitir mejor que nadie ese saber a la persona afectada. Y todo ello en treinta minutos insignificantes. ¡Estupendo! Por algo te mandaron a estudiar psicología del lenguaje, querido Leo.

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