Por unos demonios más (30 page)

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Authors: Kim Harrison

Tags: #Fantástico, Romántico

BOOK: Por unos demonios más
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Me quité las gafas de sol, me refugié bajo la sombra de un árbol enorme y colgué las gafas de la cintura de mis pantalones cortos.

—¿Qué ocurre, Glenn? —dije a modo de saludo cuando me agarró por el codo y me llevó hacia un todoterreno vacío de la AFI—. ¿Acaso ese vampiro malo no te deja jugar?

—Gracias por venir, Rachel —gruñó—. ¿Dónde está Jenks?

—Por ahí —dije, y él, con acritud, me dio la identificación temporal. Me la puse antes de apoyarme contra el todoterreno de la AFI, crucé los brazos sobre el estómago y esperé las buenas noticias.

Glenn se pasó una mano por su suave barbilla y suspiró. Luego se dio la vuelta para poder vernos tanto a mí como a la escena del crimen. Sus ojos oscuros estaban cansados y tenía arrugas en el rabillo del ojo debidas a la preocupación, cosa que lo hacía parecer mayor de lo que era. Su cuerpo esbelto y alto parecía muy fuerte incluso al lado de Denon. Mezclaba a la perfección el traje y la corbata aflojada con su educación militar. En un año, Glenn había llegado a conocer y comprender mucho mejor a los inframundanos y, aunque sabía que respetaba a Denon por su puesto, no lo respetaba como persona. Tampoco le importaba decirlo, lo cual podía ser un problema. Tenía a dos hombres enormes con algo que demostrar en la escena de un crimen. Qué suerte la mía.

—¿Cómo has venido? —preguntó en voz baja y mirando con envidia cómo la SI recopilaba información—. Envié un coche a buscarte pero ya te habías marchado.

Dejé caer los brazos a los lados del torso y me moví con nerviosismo. Glenn se giró lentamente.

—¿Has venido conduciendo? —dijo con tono acusador y yo me sonrojé—. Me prometiste que no lo harías.

—No es verdad. Solo te dije que no lo haría, no lo prometí. No sabía que me ibas a mandar un coche y no hay ningún autobús que venga hasta el cementerio. No hay suficientes usuarios.

Él resopló y ambos nos relajamos. La mirada cansada de Glenn se dirigió al cuerpo que había al pie de los cedros y yo volví a cruzar los brazos sobre el pecho.

—¿Quieres meterte ahí o prefieres esperar a que lo contaminen todo? —pregunté.

—Es demasiado tarde —dijo él—. Te estaba esperando. Dado que es un inframundano, solo podré echarle un vistazo, a menos que consiga relacionar rápido y bien su muerte con el asesinato de la secretaria del señor Ray.

Yo asentí y me miré los pies para no pisar otra tumba.

—Hablé con el señor Ray cuando venía de camino —dije y Glenn me miró con recelo—. Tengo una cita con él hoy en su oficina. —Levanté la mano cuando vi que iba a hablar—. No vas a venir conmigo, así que no me lo pidas… pero te contaré de qué hemos hablado si tiene algo que ver con esto. —No podía llevar a un detective de la AFI a una reunión con un cliente. Eso estaría muy feo. Glenn parecía preparado para protestar, pero luego bajó la mirada.

—Gracias.

Mi relajación no duró demasiado y mi presión sanguínea se aceleraba a medida que nos acercábamos al cuerpo. Mi nariz se puso a trabajar y, sobre el aroma a almizcle rancio y a vampiro nervioso, flotaba el olor a secuoya. Suavicé mi expresión hasta hacerla insulsa y mi mirada se dirigió al tío de aspecto pulcro vestido con vaqueros y camisa de vestir que estaba ligeramente apartado de los demás. ¿
Han traído a un brujo
?
Interesante
.

El círculo de inframundanos se abrió y vi el cadáver de un hombre lobo tirado en el suelo con aire dramático junto a la base de una gran lápida. La hierba estaba manchada de sangre negra. Un lobo muerto del tamaño de un poni era mucho menos perturbador que un hombre desnudo, incluso uno cuyo pelaje estaba manchado de sangre y que tenía los ojos totalmente en blanco. Una de las patas traseras tenía un corte limpio que le llegaba hasta el hueso y que atravesaba la arteria femoral. El olor a sangre era intenso y sentí un nudo en el estómago. ¿
Suicidio
?, pensé mientras miraba hacia otro lado. Lo dudaba.

Denon me sonrió con los labios cerrados para ocultar sus dientes humanos. Junto a él, el brujo abría sus fosas nasales mientras inspiraba mi aroma oculto tras el perfume de especias de naranja que utilizaba para aplacar los instintos de Ivy. Denon arqueó los labios y se tocó la barbilla recién afeitada con el reverso de la mano. Sentí un cosquilleo en la piel cuando él se conectó con una línea, y no supe si sentirme insultada o halagada de que me considerase una amenaza. ¿Qué creía que iba a hacer? ¿Maldecir a todo el mundo? Pero al recordar que podía ver mi aura con total facilidad y que estaba cubierta de carbonilla negra de demonio, no podía culparle.

Dos hombres que estaban en cuclillas junto al cadáver se levantaron y uno de ellos estaba tomando muestras de sondaje para determinar hasta dónde había empapado la sangre el suelo. Me sentía como si hubiésemos interrumpido a unos vándalos que estaban matando a palos a un perro e hice un esfuerzo para no retroceder cuando se giraron y nos miraron.

Glenn parecía tranquilo y despreocupado con su traje y la pistola en la cadera pero, a juzgar por el fuerte olor a perfume que despedía, sabía que estaba listo para la acción. Mirando fijamente a Denon, dijo sin alterar la voz:

—A la señorita Morgan y a mi equipo nos gustaría estar un momento con el cuerpo antes de que lo trasladen.

Alguien se rio por lo bajo y yo sentí calor en la cara.

—¿Ejerciendo de putita para la AFI, Morgan? —dijo Denon ignorando a Glenn—. Ya veo que te dejan entrar en el autobús otra vez. ¿O tuviste que disfrazarte para conseguir que parase?

Fruncí el ceño y noté que Glenn se encolerizaba. Denon tenía una voz tan empalagosa que debería estar vendiendo saltos de cama en el canal para mujeres. Dios mío, era muy guapo y me pregunté si eso fue lo que atrajo a su amo vampiro. Eso y su preciosa piel morena, ahora marcada y llena de cicatrices. Cuando era mi jefe no la tenía así. Era evidente que las cosas habían cambiado.

—Pareces molesto, Denon —dije para picarle—. Apuesto a que tuviste que dar explicaciones por intentar llevarte a aquella víctima de asesinato. —Sonreí.

El brujo se rio por lo bajo y el último hombre lobo se levantó y miró de un lado a otro con nerviosismo. Las pupilas de Denon se dilataron hasta cubrir el cerco castaño que las rodeaba. No era tan evidente como el año pasado. Estaba perdiendo estatus con quienquiera que le hubiese prometido convertirlo cuando muriese. Unos cuantos años más así y Denon sería poco más que una sombra. Y en vista de su cabreo, creo que me culpaba a mí.

Los hombres lobo que lo flanqueaban se retiraron cuando Denon hizo un movimiento con sus gruesos dedos. El hombre caminaba con la misma gracia que antes, pero le faltaba el toque amenazante que tenía en su día. Que yo no estuviese atrapada en un cubículo de metro y medio por metro y medio probablemente ayudaba.

—Vete —dijo. Sus palabras olían a dentífrico con bicarbonato sódico—. Esto es un asunto de la SI.

Glenn se puso tenso y no apartó la mano de la pistola.

—¿Eso es una negativa a dejarnos examinar el cuerpo?

Denon movió su musculoso cuerpo con gracia en un signo inequívoco de amenaza.

—¡So, so, so! —grité yo y luego me sacudí hacia atrás cuando Denon me agarró de repente el brazo que tenía levantado.

Glenn se movió y su cuerpo achaparrado se colocó suavemente delante de mí para agarrarle la mano a Denon. En un movimiento tan dulce y suave como el chocolate derretido, le retorció el brazo a Denon, sometiendo al musculoso hombre. Yo parpadeé mientras observaba aquello con los ojos como platos. Ya había terminado.

Inclinado por la cintura, el vampiro vivo se apoyó sobre la otra pierna. Glenn lo agarró más fuerte y arrastró los pies para hacer más fuerza. Los hombres lobo se retiraron, tensos al ver como enrojecía el cuello de Denon. Mirando al suelo y con el brazo recto y estirado hacia atrás, era como un gatito al que agarran por el pellejo. Se oyó un estallido y Denon gruñó.

Glenn se acercó un poco más mientras mantenía inmóvil al hombre más grande.

—Tú —dijo con voz suave el detective de la AFI— eres una vergüenza. —Le presionó el brazo a Denon y el hombre volvió a gruñir mientras se le formaban gotas de sudor en su cabeza afeitada—. O haces algo o te piras, pero tus medias tintas nos están dando mala fama al resto. —Glenn le dio un empujón y luego colocó cómodamente la mano cerca de la empuñadura de la pistola.

Denon consiguió mantener el equilibrio y se giró para mirarnos. Irradiaba odio porque Glenn lo había dejado quedar mal delante de sus peones. Era evidente que le dolía el hombro, pero no se lo tocaba.

—Ya soy mayorcita para ocuparme de mis asuntos, Glenn —dije con sequedad para distraer a Denon. Puede que yo pudiese sobrevivir a una de las represalias de Denon, pero Glenn era vulnerable si no contaba con su arma y el elemento sorpresa.

Glenn frunció el ceño.

—No iba a ser una pelea justa —dijo mientras me entregaba una de esas bridas con un núcleo de plata hechizado que utilizaban en la SI para detener a las brujas de líneas luminosas.

Miré la tira de plástico aparentemente inocua, luego al brujo y finalmente a Denon, que tenía mala cara.

—Oye tú, ridículo —dije en voz alta—. ¿A ti qué coño te pasa? Lo único que quiero es ver el cuerpo. ¿Tienes algo que ocultar? —Di un paso hacia adelante y Glenn me agarró por el brazo—. Si tienes algún problema conmigo después nos tomamos un café y te explico las cosas bien claritas —dije mientras tiraba de Glenn—. De lo contrario, apártate de mi vista y déjanos hacer nuestro trabajo. Hasta que se haya descartado el asesinato, la AFI tiene tanto derecho como tú a examinar el cuerpo.

A Denon le había salido la venita de la frente y el vampiro de clase baja hizo un gesto para que todo el mundo se retirase a la furgoneta. Se movían despacio, con las manos en los bolsillos o perdiendo el tiempo con el equipo. Oí el barullo de los chicos de la AFI que procedía de un lugar que no podía ver. La tensión iba a más, no al contrario, así que planté bien los pies por si acaso tenía que moverme rápido. Se me vino a la cabeza el consejo de Ceri de que no utilizase la magia de líneas luminosas, pero de todas formas busqué con mi mente la línea más cercana.

—Eres una idiota, Morgan —dijo Denon. Su voz resonante vibraba en mi interior aunque estaba a tres metros de distancia, junto a una lápida alta—. Tu búsqueda de la verdad va a acabar matándote.

Aquello sonaba más a amenaza, pero se marchó y el personal de la SI fue tras él. Confundida, guardé la brida en el bolso y busqué a Jenks mientras Glenn organizaba al personal de la AFI. No lo veía, aunque estaba segura de que había presenciado el encuentro. Mi pulso se fue relajando lentamente ayudado por el sonido de los insectos y el chapoteo del agua.

Glenn se agarraría un berrinche si intentaba examinar el cuerpo antes de que él estuviese preparado y al ver al brujo allí de pie y solo, sonreí. Hacía siglos que no hablaba de trabajo con alguien y lo echaba de menos. Él me miró y, con aquella respuesta estelar, resistí el impulso de acercarme.

—Aquí ya hemos terminado —dijo Denon en voz alta a sus hombres lobo subordinados—. Dejemos que la AFI se ocupe de la limpieza. —Aquello era condescendiente, pero Glenn hizo un sonido de agrado que me hizo pensar que no quería compartir sus hallazgos independientes. Denon debió de oírlo, ya que cuando los oficiales se dirigían a sus vehículos, el vampiro vivo agarró al brujo por el brazo y lo apartó a un lado.

—Quiero que te quedes —dijo él, y el hombre entrecerró los ojos. El sol que penetraba entre las hojas proyectaba sombras inquietantes en él—. Quiero un informe de todo lo que haga y encuentre la AFI.

—No soy tu lacayo —dijo el brujo mirando la mano de Denon—. Si quieres saber lo que averiguo presenta una solicitud en la recepción de Arcano como todo el mundo. Y quítame la mano de encima.

Levanté las cejas.
¿Trabaja en la división Arcano
?
Mi padre trabajaba en la Arcano
. Lo miré con un nuevo interés. Luego me contuve y maldije mi atracción de idiota por lo peligroso. Dios, era una tonta.

Denon le soltó el brazo al brujo. Rígido y orgulloso, el hombretón se dirigió a la furgoneta haciendo gestos para que el hombre lobo que estaba en el asiento del acompañante pasase para atrás. La puerta se cerró y, tras realizar alguna que otra maniobra, la camioneta salió por la estrecha franja de asfalto. Detrás de ella se fue el otro vehículo de la SI, dejándonos solo a nosotros, a la ambulancia y al brujo. Que yo viese, no tenía cómo volver a la central de la SI. Caramba… yo sabía cómo tenía que sentirse.

Me compadecí de él. Me armé de valor y me acerqué.
Voy a ser agradable, no voy en busca de una cita
, me dije a mí misma, pero tenía unos ojos azules preciosos y el pelo castaño, de esos suaves y rizados que tanto me gustaba tocar.

A mis espaldas escuché las palabras en voz baja, pero a la vez impacientes, de Glenn y los tíos vestidos con batas de laboratorio que se arremolinaron alrededor del hombre lobo como pajarillos. Jenks se bajó del roble y me pegó un susto al batir con mucha fuerza las alas cuando aterrizó sobre mi hombro.

—Eh, Rache.

—¿Puede esperar? —murmuré—. Quiero hablar con este tío.

—Tienes novio —me advirtió—. Y también novia —añadió. Aquello me hizo fruncir el ceño—. Te conozco. No te pases compensando las cosas por un simple beso.

—Solo voy a saludarlo —dije mientras intentaba espantarlo con la mano. Y no había sido un simple beso. Había sido un beso impresionante que me había puesto el pulso a mil, me había desconcertado y me había dejado sin aliento. Solo tenía que descubrir si había sido una emoción sincera provocada por Ivy o mi superficialidad que se revelaba por lo excitante de ser alguien que realmente no era. Miré al suelo.
Es importante. Una cosa me llevará a hacerme preguntas difíciles sobre mí misma y la otra le hará daño a Ivy. Darle falsas esperanzas para que yo pueda sentir esa emoción está muy, pero que muy mal y no pienso hacerlo
.

Forcé una sonrisa y me detuve delante del tío. Su tarjeta de la SI decía «Tom Bansen» y, según la foto, solía llevar el pelo largo.

—Soy Rachel… —empecé a decir mientras extendía la mano.

—Lo sé. Discúlpeme.

Fue muy seco y, tras ignorar mi mano, se acercó al personal de la AFI y les observó tomar datos. Jenks se rio por lo bajo y yo me quedé allí de pie con la boca abierta. Entonces me miré la ropa. Tampoco es que fuese tan poco profesional.

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