Un mundo invertido (26 page)

Read Un mundo invertido Online

Authors: Christopher Priest

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: Un mundo invertido
5.53Mb size Format: txt, pdf, ePub

Después:

Problemas con uno de los propulsores de las vías. T. me ha aconsejado que autorice su desmontaje. Dice que Sturner ha encontrado en el norte lo que parecen los restos de una línea ferroviaria. Me ha contado algo sobre un increíble plan para hacer andar el asentamiento por raíles. T. dice que funcionará bien.

Y luego:

He decidido crear un sistema de gremios, un agradable arcaísmo que todo el mundo aprueba. Es una forma de estructurar la organización sin cambiar drásticamente la manera en que se lleva el lugar, creo que va a crear un modelo en el asentamiento que nos sobrevivirá a todos.

El desmontaje de los propulsores de las vías va bien. Ha causado una gran demora, espero que podamos recuperar el tiempo perdido.

Natasha dio a luz hoy, un chico.

El doctor S. me dio más pastillas. Dice que estoy trabajando muy duro y que tengo que descansar. Más adelante quizá.

Al final de
Las directrices de Destaine
aparecía un tono más didáctico:

Lo que he escrito aquí debería ser leído solo por aquellos que salen al exterior; no hay necesidad de informar a los que viven dentro de nuestras temibles perspectivas. Poseemos una buena organización, energía mecánica suficiente e iniciativa humana para mantenernos a salvo en este mundo para siempre. Los que vengan habrán de aprender por el camino difícil lo que pasará si fallamos a la hora de aprovechar nuestra energía o nuestra iniciativa, y ese conocimiento bastará para mantenernos a todos trabajando al máximo.

Alguien de la Tierra nos encontrará algún día, Dios así lo quiera. Hasta entonces nuestra máxima es la supervivencia a cualquier precio.

Se ha acordado y se ordena de ahora en adelante que la última responsabilidad recaiga en el Consejo. Estos hombres regirán la sociedad y serán conocidos como «navegantes». Su número nunca deberá bajar de doce y serán elegidos de entre los miembros mayores de los siguientes gremios: el gremio de los constructores de vías, que será responsable del mantenimiento de la línea ferroviaria por la que transcurre el asentamiento; el gremio de tracción, que será responsable del mantenimiento de la fuente de energía motriz del asentamiento; el gremio del futuro, que se encargará de reconocer los terrenos que esperan en el futuro a nuestro asentamiento; el gremio de los constructores de puentes, que se encargará del paso seguro por los obstáculos físicos si no existe otro camino disponible; Además, si en el futuro se hiciera necesaria la creación de otro gremio, no se hará excepto con el voto unánime del Consejo.

Firmado:

Francis Destaine

La mayor parte de
Las directrices de Destaine
consistía en pequeñas entradas fechadas en una secuencia que iba desde el 23 de febrero de 1987 al 19 de agosto de 2023. La última entrada firmada estaba fechada el 24 de agosto de 2023.

Había otras dos hojas. No tenían fecha. Una era un apéndice sobre la formación del gremio de los trocadores y el de la milicia. La otra hoja era una gráfica dibujada a mano. Correspondía a la hipérbola formada por la ecuación
y=1/x
y bajo ella varios signos matemáticos que no entendí.

En eso consistía el libro de
Las directrices de Destaine
.

7

En el exterior de la ciudad los trabajos en las vías iban por buen camino.

Al unirme de nuevo a los equipos vi que la mayoría de las vías de la zona trasera habían sido desmontadas mientras otros grupos las volvían a tender a partir de la entrada del paso de las colinas, por el valle poco profundo que conducía al bosquecillo de abajo. La atmósfera había mejorado, supongo que a causa del exitoso y tranquilo remolque de la ciudad por el río. Además, la pendiente de la siguiente sección del terreno nos beneficiaba. Aunque el uso de los cables y postes sería necesario, la pendiente no era lo bastante empinada como para superar los efectos de la fuerza centrífuga que se sentía incluso aquí.

Era una extraña sensación la de estar junto a la ciudad y verla estirarse horizontalmente en todas direcciones. Ahora ya sabía que esa aparente nivelación no era tal cosa; en el óptimo, que en la gran escala de este mundo no era sustancialmente distinto, el terreno estaba inclinado con una pendiente norte de cuarenta y cinco grados. ¿Era eso muy diferente a vivir en la superficie de un mundo esférico como la Tierra? Recordé haber leído en el orfanato un libro escrito y ambientado en un lugar llamado Inglaterra. Era para niños y describía la vida de una familia que tenía intención de emigrar a otro lugar llamado Australia. Los niños del libro creían que allí estarían boca abajo y el autor se tomaba muchas molestias en explicar cómo todos los objetos sobre una esfera conservan una verticalidad aparente debido a los efectos de la gravedad. Lo mismo podría aplicarse a este mundo. Yo mismo había visitado tanto el norte como el sur del óptimo y el suelo siempre parecía hallarse al mismo nivel.

Disfrutaba del trabajo en las vías. Era agradable volver a usar mi cuerpo, así no le daba a mi mente ocasión de perderse en distracciones.

Un cabo permanecía invariablemente suelto: Victoria.

Necesitaba verla, por muy desagradable que pudiera llegar a ser nuestra entrevista, quería acabar pronto con aquella situación. Hasta que no hablara con ella, pasara lo que pasara, no me sentiría cómodo en la ciudad.

Había aceptado totalmente el ambiente en el que se encontraba la ciudad, pocas preguntas quedaban sin respuesta. Entendía cómo y por qué se movía, era consciente de los sutiles peligros que le esperaban si cesara su movimiento al norte. Sabía que la ciudad era vulnerable, en este momento el peligro de nuevos ataques era inminente. No obstante creía que la situación se resolvería pronto.

Ninguna de esas circunstancias apaciguaba la crisis personal y la desestabilización que me causaba haber perdido a la chica a la que quise durante lo que ahora parecían apenas unos días.

Descubrí que como miembro de un gremio tenía derecho a asistir a las reuniones del Consejo de Navegantes. No podía formar parte activamente de sus debates, pero sí presenciar todo lo que hablaban.

Me enteré de que iba a haber una reunión y decidí acudir.

Los navegantes se congregaban en una pequeña sala detrás del salón principal de navegación. Antes de ir, imaginaba que la ceremonia estaría rodeada de pompa, pero el hecho es que, al ser estos encuentros cruciales para el funcionamiento de la ciudad, el ambiente era el de una reunión de negocios, sin aspavientos. Los navegantes entraron en la sala y tomaron asiento alrededor de la mesa redonda.

Trece navegantes que no conocía, además de Olsson y McMahon, estaban presentes.

El primer tema a tratar era la situación militar en el exterior. Uno de los navegantes se puso en pie, se presentó como navegante Thorens y aportó un informe sucinto sobre la situación.

La milicia aseguraba que unos cien hombres permanecían cerca de la ciudad, la mayoría de ellos armados. Según la inteligencia militar, la moral era baja y se habían perdido muchas vidas. Eso contrastaba, prosiguió el navegante, con la moral de nuestras tropas, que se sentían capaces de contener cualquier contingencia. Tenían en su posesión veintiún rifles tomados de las fuerzas tucas, aunque no disponían de gran cantidad de munición. El gremio de tracción estaba investigando una forma de fabricarla en pequeñas cantidades.

Un segundo navegante lo confirmó.

El segundo informe se refería a las condiciones estructurales de la ciudad.

A esto siguió una acalorada discusión sobre qué reconstrucción sería necesaria y cuándo se llevaría a cabo. Se concluyó que la presión de los funcionarios domésticos era muy grande, debido a la escasez de camas. Los navegantes acordaron que la construcción de un nuevo dormitorio era prioritaria.

La discusión fluyó de forma natural por otros cauces que me resultaron de mayor interés.

Por lo que pude comprobar, las opiniones de los navegantes presentes estaban divididas. Una vertiente pensaba que la anterior opción de política de «ciudad cerrada» había de volver de inmediato. Los otros pensaban que ya no tenía sentido ni propósito y debería ser permanentemente abandonada.

Me parecía que era un asunto crucial, uno que cambiaría radicalmente la estructura de la ciudad. De hecho, por esos cauces iba la discusión. Si el sistema cerrado se abandonaba, eso significaba que cualquiera que creciera en la ciudad aprendería gradualmente la verdad sobre la situación existencial de esta. Implicaría un nuevo sistema de educación y cambios sutiles en el poder de los propios gremios.

Al fin, tras muchas llamadas al voto y varias enmiendas, se alzaron las manos. Por mayoría simple se decidió no regresar de ahora en adelante al sistema de «ciudad cerrada».

Se sucedieron otras revelaciones. En el siguiente punto se resaltó que diecisiete mujeres trasferidas residían ahora en la ciudad, pues llevaban en ella desde antes del primer ataque tuco. Se discutió qué se debía hacer con ellas. Se informó a los hombres reunidos que las mujeres habían decidido quedarse en la ciudad. Quedó claro de inmediato que era posible que los ataques se realizaran para liberar a las mujeres.

Se votó que las mujeres podrían quedarse en la ciudad el tiempo que lo desearan.

Se decidió también no volver a introducir el viaje al pasado como prueba iniciática para los aprendices. Entendí que fue suspendida tras los primeros ataques y que varios de los navegantes querían reinstaurarla. Se informó al Consejo que doce aprendices murieron en el pasado y que de otros cinco se desconocía su paradero. La suspensión se mantuvo.

Me fascinaba lo que oía. Hasta entonces no me había dado cuenta de hasta qué punto los navegantes estaban en contacto con la práctica del sistema. No se decía nada en concreto, pero el sentimiento general era que los navegantes eran un grupo de viejos chochos ajenos a la realidad. Algunos de ellos habían alcanzado una avanzada edad, sin embargo sus percepciones estaban intactas. Al ver tantos asientos vacíos pensé que muchos más miembros de los gremios deberían acudir a las reuniones del Consejo de Navegantes.

Quedaban otros asuntos por tratar. El navegante McMahon presentó el informe del reconocimiento de los terrenos al norte que yo mismo realicé junto a Denton, añadiendo que se estaban llevando a cabo otros dos reconocimientos cinco grados al este y al oeste. Los resultados se conocerían en un día o dos.

Se acordó seguir la ruta provisional propuesta por Denton y por mí hasta que se encontrara una alternativa mejor.

Finalmente, navegante Lucan puso encima de la mesa el tema de la tracción de la ciudad. Declaró que el gremio de tracción había ideado un método para mover la ciudad ligeramente más rápido. Recuperarle terreno al óptimo era vital para devolver a la ciudad a una situación normal, opinó, y todos estuvieron de acuerdo.

La propuesta consistía en tener un plan constante de tracción. Eso suponía una mayor implicación del gremio de los constructores de vías, y quizás un gran riesgo de rotura de cables. Argumentó que tras la pérdida de vías en el incendio del puente se hacía ahora necesario crear tramos más cortos. La sugerencia del gremio de tracción hablaba de mantener un tramo corto de vías tendido al norte de la ciudad y obligar a los cabrestantes a funcionar permanentemente. Se detendrían de vez en cuando para una revisión periódica; al ser la pendiente mayormente favorable a la ciudad durante los kilómetros futuros, se podía mantener la ciudad a una velocidad suficiente para acercarnos al óptimo en un tiempo de treinta o cuarenta kilómetros.

Se alzaron pocas voces en contra de este plan, aunque el portavoz pidió un informe detallado. En la votación el resultado fue de nueve a favor y seis en contra. Una vez entregado el informe, la ciudad pasaría a avanzar en un movimiento constante en cuanto fuera posible.

8

Tenía previsto dejar la ciudad para emprender una nueva expedición de reconocimiento en el norte. Me avisaron una mañana que estaba trabajando en las vías y acudí a ver a Clausewitz para que me informara sobre la misión. Abandonaría la ciudad al día siguiente para viajar cuarenta kilómetros al norte del óptimo con la intención de informar sobre la naturaleza del terreno y la localización de varios asentamientos. Se me dio la opción de trabajar solo o en compañía de otro miembro del gremio del futuro. Dada mi nueva y bienvenida amistad con Blayne, solicité que trabajáramos juntos, cosa que me fue concedida.

Estaba ansioso por marchar. No sentía esta vez ninguna obligación por continuar desempeñando el trabajo físico en las vías. Los hombres que nunca antes habían estado en el exterior trabajaban bien en equipo, el progreso era mayor que en cualquiera de las ocasiones en las que empleamos mano de obra local.

El último ataque de los tucos parecía haber sucedido mucho tiempo atrás, la moral era buena. Atravesamos el paso sin consecuencias, ante nosotros esperaba la larga pendiente cuesta abajo hasta el valle. El clima era bueno, las esperanzas grandes.

Al anochecer regresé al interior de la ciudad. Había decidido hablar sobre la misión de reconocimiento con Blayne y pasar la noche en las estancias de los futuros. Estaríamos listos para partir a primera hora.

Mientras andaba por los pasillos vi a Victoria.

Estaba trabajando en una minúscula oficina entre un gran montón de papeles, sola. Entré y cerré la puerta.

—Oh, eres tú —me dijo.

—¿Te importa?

—Estoy muy ocupada.

—Igual que yo.

—Entonces déjame en paz y ponte a hacer lo que tengas que hacer.

—No —insistí—, quiero hablar contigo.

—En otro momento.

—No podrás evitarme siempre.

—No tengo nada que hablar contigo —aseguró.

Le quité de las manos el bolígrafo con el que escribía. Los papeles se cayeron por el suelo y se le escapó un gemido a modo de queja.

—¿Qué pasó, Victoria? ¿Por qué no me esperaste?

Se quedó mirando los papeles esparcidos por el suelo sin emitir respuesta alguna.

—Vamos… respóndeme.

—Hace mucho tiempo de eso. ¿Te sigue importando?

—Sí.

Ahora me miraba a mí directamente y yo le devolvía la mirada intensamente. Había cambiado mucho, parecía mayor. Irradiaba seguridad, era una mujer… pero reconocía el modo en que ladeaba la cabeza, cómo colocaba las manos con el puño medio cerrado y dos dedos estirados juntos.

Other books

One of the Boys by Merline Lovelace
Normal by Francine Pascal
Going Down by Vonna Harper
Whispers by Quinn, Erin
Life For a Life by T F Muir
Experiencing God Day By Day by Richard Blackaby